Cultura

La artista bogotana que inmortaliza las fachadas y las paredes citadinas

Ingrid Salcedo recrea casas y construcciones a escala y nos muestra cómo los hogares revelan nuestra historia personal y familiar

Ingrid Salcedo y sus obras
Instagram @sinovivoahoranuncavivire / Colaboración con el muralista Guache

¿Cómo luce una casa bogotana? Basta visitar la cuenta de Instagram de esta artista @sinovivoahoranuncavivire, donde en cada foto encontramos una casa que nos resulta familiar. Con sus fachadas a escala, que comenzó ofreciendo entre sus amigos y que ahora pone a la venta por pedido, la artista revive nostalgias pero también suscita un sentido de pertenencia frente a lo que innegablemente es nuestro sello arquitectónico, además de preguntarse por la impermanencia del graffiti en un país donde cada muro cuenta una historia.

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¿Cómo comenzó el proyecto de hacer fachadas a escala?

Inició en el año 2018 junto a otra artista plástica que se llama Vanessa Peñuela, juntamos los intereses que tenemos ambas en los barrios populares; la memoria de estos barrios, por un lado. Por otro lado, la casa como símbolo y, tercero, el graffiti como expresión social y política. Hicimos una primera serie en donde decidimos utilizar cemento, madera y vinilo como técnica principal para tratar de simular un poco los procesos de construcción que tienen las personas que auto construyen sus viviendas. Entonces son piezas que no solo tienen un resultado similar a la realidad sino que tratan de tener una técnica parecida. Ya en el 2020 retomé ese proyecto, mejoré la técnica y la representación de estas fachadas, así como el detalle. Un amigo me pidió que representara una fachada y me hizo un primer encargo cuando la pandemia ya había empezado. Era una casa con un grafitti que dice ‘no nos han derrotado’, en relación a la resistencia particular que tuvieron que tener las personas de estratos sociales empobrecidos, cuyas economías son informales. Subí la fotografía de esta fachada a mis redes sociales y a partir de ella las personas empezaron a encargarme que les realizara las fachadas de sus casas. Esa realización de fachadas que hago por encargo parte de que las personas me cuenten sus historias, las historias de sus familias, de quiénes son, todas las historias de autoconstrucción o de resistencia que hay detrás de estas casas.

¿Cómo fue ese acercamiento a las fachadas? ¿Hubo que pedir permisos?

Hasta el momento no ha pasado que pida permiso para representar una casa, sobre todo porque las personas se acercan a mí con el animo de enaltecer las memorias de sus abuelos, abuelas, mamás, papás y demás que concuerdan con esta identidad de autoconstrucción de una vivienda, pero a la vez la posibilidad de desarrollar sus proyectos de vida como nietos o como hijos e hijas.

¿Qué historias ha encontrado detrás de estas fachadas?

Hay como una línea o una característica general que si bien no se encuentra en todas las historias sí se encuentra en muchas, y es la construcción de viviendas por parte de personas que migraron en décadas anteriores del campo a la ciudad y que a partir de un lote construyeron una vivienda con los saberes de construcción que tenían o que fueron también aprendiendo de vecinos y vecinas. Son viviendas de autoconstrucción que muchas veces trataban de mantener ciertas características del campo: un ante jardín, un patio con plantas y una terraza que permita desarrollar otras actividades ‘al aire libre’. En esa manera de construir estas viviendas hay un interés por mantener espacios que, por ejemplo, en la arquitectura de interés social se vienen dejando de lado. Se observa también en las constructoras, que de alguna manera no contemplan que haya patios amplios, espacios de esparcimiento o dónde tener plantas. Eso era algo que de alguna manera se resguardaba en la autoconstrucción.

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¿Cuáles son las características más notorias entre la arquitectura bogotana, que haya podido identificar en este trabajo?  

Los engalles y los adornos. Engallar una vivienda es darle esa identidad propia a partir de adornos, texturas, rejas y colores. Creo que, por una parte, está el uso del bloque al aire libre. Hay muchas viviendas que no tienen pañete sobre el bloque, sobre todo en Ciudad Bolívar, Bosa, San Cristobal, Usme. Además del bloque, los rombos como engalle, como adorno. Hubo una tendencia, recuerdo cuando estaba en el colegio entre el 95′ y el 2008, más o menos, que sí era muy visible, de decorar las cosas con rombos. También hay otra tendencia que es la de la piedra marmolada, que muchas veces está en forma de rectángulo u otro tipo de cortes. A partir de esta textura se va generando toda una fachada que son viviendas que se encuentran mas hacia Ciudad Jardín, Santa Isabel, Teusaquillo… localidades más centrales pero que comparten esta característica de ser diseñadas según el gusto de quien la construye. Son esas tres tendencias; el bloque, los rombos y la piedra marmolada.

¿Qué colores se repiten con más frecuencia, además del ladrillo? 

Los colores que más se repiten, además del ladrillo, pienso que son los colores tierra y los amarillos. El amarillo es de los mas vivos, pero también hay ocres, amarillos pasteles… toda la gama de los colores tierra me parece que está muy presente. Por lo general, aunque haya excepciones, también el azulado es bastante recurrente, pero creo que el amarillo podría ser más generalizado.

¿Qué nos cuentan las fachadas sobre la historia arquitectónica en la ciudad?

Pienso que a partir de las fachadas se puede reconocer la manera en como se ha venido construyendo la ciudad en términos de su expansión. Por ejemplo, la amplitud. Hacia ciertos sectores de la ciudad las casas que fueron construidas hacia los 70 y 80, e incluso una parte de los 90, son mucho más amplias. En la parte más central de la ciudad son casas más grandes y que tienen unos estilos arquitectónicos mas ceñidos a las tendencias arquitectónicas. Sin embargo lo que uno encuentra hacia sectores populares es como un collage de distintas tendencias en una misma fachada. Eso tiene que ver con que no se contaba seguramente con los recursos para construir toda una casa pensada desde un mismo estilo, entonces podemos ver un primer piso en bloque, un segundo piso con rombos, un tercer piso con piedra marmolada o con adornos más ‘costosos’, y esto de alguna manera lo que muestra es precisamente ese ascenso social o esa prosperidad que las familias puede encontrar a partir de tener una vivienda propia, y también cómo las distintas generaciones de la familia van incidiendo en esa construcción. De alguna manera uno a partir de las fachadas puede entender también socioeconómicamente y culturalmente la ciudad.

¿Cómo ha sido el ejercicio de recuperar murales que han sido cubiertos por su mensaje político? 

Esta línea de trabajo que tengo es un desarrollo en miniatura de murales que han sido censurados, principalmente el de ‘¿Quién dio la orden?’ hecho en el 2019 en el marco de la campaña por la verdad y búsqueda de justicia sobre los casos de falsos positivos y el mural de ‘Estado asesino’, que fue hecho este año en el marco del paro nacional. El primero es un mural que fue hecho por varias organizaciones sociales agremiadas en una campaña que fue censurada por el Ejército. La imagen que iba a reproducirse en este mural se hizo viral en redes sociales y también se hizo repetidamente en el espacio público, entonces de alguna manera este trabajo en miniatura lo que busca es reanudar ese ejercicio de memoria tanto sobre los falsos positivos como del mural que fue censurado. Y en el caso de ‘Estado asesino’ pues tiene que ver con lo mismo, un señalamiento de la censura con fines políticos y sociales, también de entender la incidencia tan importante que ha tenido la gráfica y el muralismo en este estallido social. Es la representación visual y en miniatura, del poder que tiene poner mensajes en el espacio público. Además, se vuelve más importante cuando estas comunidades que están movilizadas no cuentan en determinados momentos con la posibilidad de tener los grandes medios de comunicación y encuentran en el espacio urbano la posibilidad de dar sus mensajes de descontento y de actuar políticamente en el marco de una coyuntura.

¿Hacia dónde va este proyecto, que ya comienza a abarcar otros espacios además de las fachadas urbanas? 

Mi proyecto va más allá de querer reconocer estas memorias individuales y familiares desde sectores populares, busca poder abordar el modelo de ciudad que hay en Bogotá, en particular y en Colombia en general. Proponer preguntas sobre la ciudad que habitamos y sobre quiénes tenemos derechos garantizados, derechos al espacio público, al trabajo, a la educación, a la cultura y demás. Estoy trabajando en distintos proyectos que me permitan ir más allá de la fachada, por ejemplo un proyecto de bicitaxis y uno alrededor del TransMilenio que nos permita realizarnos preguntas sobre el transporte en la ciudad, qué significa, por qué existen los bicitaxis, por qué hay cierto rechazo hacia el TransMilenio. Son algunas de las preguntas que quiero plantear con mi trabajo: quiénes somos los ciudadanos y las ciudadanas en las ciudades.

La artista bogotana que inmortaliza las fachadas citadinas

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