Cultura

La libertad, la familia y el perdón se viven en ‘1980’, la obra con la que reabrió el Teatro Nacional

* La novela teatral estrena su cuarto y último capítulo “Victoria de junio”. Este puede verse en la sala de la calle 71, en Bogotá, los viernes y sábados a las 8:30 p.m. (30% de aforo)

1980 en el Teatro Nacional

Chichila Navia, Tatiana Ariza, Laura Mar, Milton Lopezarrubla, con el acompañamiento musical de Emmanuel Contreras y el artista invitado Jean Karlo Ballesteros, nos comparten una historia de despechos, risas y desparpajo en 1980. Como su nombre lo indica, la obra se remonta a una época donde todavía muchas libertades, sobre todo femeninas, estaban limitadas. Esto fue lo que ‘Tata’ Ariza le contó a PUBLIMETRO sobre esta producción, dirigida y coprotagonizada por Milton Lopezarrubla.

Para empezar, cuéntenos quién es Consuelo…

Para la época, es una mujer bastante atípica, copera, no prostituta. Tiene una cantina. Es tomatrago. No es prostituta porque se acuesta con el que quiere cuando quiere, nunca recibe plata por eso. Es un poco ‘tusa-eterna’, ha sufrido un gran desamor y eso es lo que la lleva a huir del pueblo donde nació. Es la hermana de Clemencia (interpretada por Chichila Navia), y lo que vemos es el drama familiar de la época, pero envuelto en la comedia. Consuelo también es cantante, baila y dice todos los madrazos que quieras. Es caldense, del viejo Caldas. Es una mujer que ha decidido vivir la vida que quiere, no la que le han impuesto sus padres. Eso es lo que les alaban a ellos dos; que la una siendo copera y la otra lesbiana, deciden vivir su vida como quieren.

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¿Podríamos decir que el trasfondo y el mensaje de la historia de ambas sería la importancia de vivir en libertad?

Sí, yo diría que hay dos cosas importantes: la primera es que hay un cuestionamiento hacia cuál es la vida que queremos vivir de verdad, la otra, es que todos llevamos una carga familiar independiente de la época, la edad, la fecha. Traemos un legado importante de nuestros padres y eso nos ha obligado consciente o inconscientemente a transitar una vida que no queremos. En ese momento, cuando se encuentran con su hermano, que lo interpreta Milton López Arrubla, que también es el director, y ellas le reclaman por dejarlas solas cuando más lo necesitaban, él admite que se avergonzaba de ellas. Así, la otra cosa bonita de la obra es el perdón. Si lo piensas, sí hay perdón te puedes liberar.

La obra viene en un formato novela-teatro, ¿cómo funciona eso?

Milton es muy talentoso. Es más talentoso ahora porque se inventó una novela teatral por capítulo, pero lo que está muy bien planeado es que los capítulos anteriores podrías no haberlos vistos e igual entiendes el que está en el momento. El capítulo que vamos a revivir es el número cuatro, que es sobre el encuentro de los hermanos, donde se ve todo ese pasado y Consuelo y Clemencia se pueden liberar de todo ese yugo. Ahí hay una catarsis bastante interesante. También en cuanto a la novela propiamente pues está el melodrama, pero también hay comedia y música. Cantamos, bailamos, tomamos, ¡pero no de verdad! (risas). Hay una vaina bien bonita en este género de contar el drama, pero a través de la comedia.

Además del guion, ¿qué cosas le ayudaron a crear el lenguaje para la época y el lugar –el eje cafetero rural– donde se desarrolla la historia?

Yo soy de Manizales, y también cuando estudiaba teatro allá nos íbamos a hacer giras por los pueblos. En esos pueblos de Caldas hay un hablado más particular, hay un seseo más pronunciado, un cantado que es más rápido, entonces digamos que, para mí, el problema no fue ese. La lengua sabe dónde acomodarse en la boca, el resonador… para mí fue sencillo.

¿Qué invitación le hace a las personas para que se animen a ver 1980?

Los invito a verla porque es una obra colombiana que nos pertenece, seamos o no de Caldas, de Medellín… nos pertenece como colombianos. Aunque se sitúe allí, es una obra universal. Es interesante ver con qué cosas hemos cargado toda la vida. Yo sí creo en que hay momentos donde uno frena y debe decir qué cosas no están bien, ya sea por cosas que nos dicen nuestros padres o lo que nunca pudimos expresar. Al crecer tomamos la valentía de decir esas cosas y de hacer lo que realmente deseamos. Al final, espero que vean que sí se puede vivir la vida que queremos. Esta es una buena ocasión para reabrir las salas y para ver teatro.

Boletería disponible en www.teatronacional.co.

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