La escritora bogotana Vanessa Londoño presentó su primera obra, El asedio animal, un libro que ha sido bien recibido entre la crítica y que se pone en la difícil tarea de darle rostro a las cifras de violencia en el país. Los relatos que componen este libro evidencian una narrativa de desigualdad, inseguridad y pobreza, pero sobre todo, del eterno abandono estatal. Entre líneas, sin embargo, se encuentran varios mensajes de resistencia y dignidad.
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Aunque el libro hace referencia a algunas zonas del norte de Colombia y sus comunidades, las historias ocurren en territorios de ficción, tal como nos contó la autora a continuación.
Por supuesto, la primera pregunta frente a este libro sería, ¿de dónde vienen los relatos que encontramos, son testimonios reales o una interpretación de algunos ya conocidos?
El libro opera desde algo que Faulkner llama “las tragedias de segunda mano”; es decir, las tragedias que se revenden en el mercado de segunda donde se comercian las historias. Así se ha construido la narrativa de la guerra en Colombia: robándole y arrebatándole a la víctima su relato. Eso fue lo que ocurrió con el Proceso de Paz. La gran mayoría de las personas que rechazaron los Acuerdos, lo hicieron desde la ciudad sin ser víctimas de la violencia, apoderándose de las tragedias de ese otro en el campo o en la periferia. Con ese argumento votaron por el ‘NO’ al Plebiscito, mientras las víctimas reales del conflicto lo apoyaron masivamente. En ese sentido, diría que el libro es un reflejo de esas violencias que existen en Colombia, conformadas por relatos reales y por relatos usurpados.
<strong><span style="color:#068836" class="has-inline-color">«Así se ha construido la narrativa de la guerra en Colombia: robándole y arrebatándole a la víctima su relato»</span></strong>
Tal vez una de las cosas más importantes de este libro es el ejercicio de hacer memoria y de darle cara a los relatos que lastimosamente se vuelven paisaje en Colombia. ¿Lo pensó así?
Sí, el libro habita una tensión entre el ejercicio de la memoria y ese tipo de olvido que, como las avalanchas, lo borra todo a su paso. No creo que haya sido intencional, simplemente creo que es inevitable. Colombia está encerrada en un tiempo que se parece al que Elena Garro planteó en Los recuerdos del porvenir: un futuro que predice el pasado siempre violento. El presente, sin embargo, este presente de Duque, marcó un presente más violento que cualquier pasado predecible.
Parece haber una estrecha relación entre el agua y lo que viven los personajes, como si lo fluvial hablara también del agobio que se siente, ¿qué papel juegan los ríos y la lluvia dentro del libro?
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Uno de los libros que más me gusta y que más he leído, es Pedro Páramo. Solo después de la quinta o sexta lectura me di cuenta de que en toda la novela llueve. Yo quería escribir una novela lluviosa; una novela donde fuera palpable que el acto de recordar desencadena una llovizna sobre la memoria, y que por eso recordamos como desde una lejanía difusa. Los ríos, por otro lado, tienen un sentido polivalente. Hablan de la fertilidad y del progresivo riego de la tierra, pero también marcan, con ese transcurso irreversible del agua, el olvido. Para mí habría sido imposible escribir esta novela, que se centra en las violencias, ignorando el ecocidio del Río Cauca o la avalancha en Mocoa. Ninguno de esos episodios fue una tragedia natural.
¿Fue intencional que El asedio animal funcione como una especie de denuncia?
Era inevitable. Es imposible hacer arte en Colombia sin denunciar sus jerarquías y sus violencias estructurales. Paradójicamente, después de un año varado por la pandemia, el libro sale en México en un momento ambiguo para el país. Un momento de despertar político contra esas jerarquías y esas violencias, pero también de represión y de brutalidad policial sin precedentes. La fuerza pública salió a la calle, precisamente, para garantizar que esa estructura que solo genera pobreza permanezca intacta.
¿Ha recibido lectura y/o comentarios de personas que vivan en la zona a la que hacen referencia los relatos del libro?
No. Principalmente porque el territorio de la novela, es un territorio de ficción.
Dónde encontrar El asedio animal: En forma de e-Book ya se encuentra en diferentes plataformas para libros digitales. En físico, aunque ya se consigue en librerías de México gracias a la editorial Almadía, en Colombia llegará hasta septiembre bajo la edición de Tusquets, de Planeta.