Cultura

“No creo que seamos tan diferentes”: Paula Moreno

PUBLIMETRO habló con la exministra de cultura (2007-2010), quien plasmó en el libro ‘El poder de lo invisible’ sus vivencias en el cargo y otras reflexiones sobre la juventud, el poder y la cultura en el país.

¿En qué momento se da cuenta que su experiencia en el ministerio podría convertirse en un libro?

Cuando terminé. Yo venía haciendo un diario, y cuando terminé el ministerio dije, ‘es muy importante compartir mi experiencia’, porque yo no encontré esos referentes escritos del país. Yo leí cosas de Estados Unidos, que tiene otra dinámica, y de líderes en otros lugares, pero no del país. Creo que compartir la experiencia es fundamental. Cuando terminé el ministerio yo me gané una beca para estudiar en el MIT en Boston y ese año, en el frío de esa ciudad, lo utilicé para hacer decompresión. Para ir tomando distancia y pensar cómo pasar el diario a un libro y compartir eso con las nuevas generaciones, que van a ser jóvenes que van a ser mujeres, o de comunidades étnicas y diversas, y que se enfrentan con ese desafío. El país todavía no está acostumbrado a esa diversidad, lo está haciendo poquito a poco.

¿Cómo cambió su idea de lo que realmente significa dirigir un ministerio?

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Yo tenía una idea de los ministros más farandulera, por llamarlo de alguna forma. Para mí eran las personas que están al lado del presidente y que manejan ciertos temas, pero yo lo veía como que simplemente hablaban y la verdad yo solo los había visto en televisión. Nunca me había encontrado con ningún ministro o presidente, entonces yo pensaba que representaban algo, pero pensaba que era pura imagen de medios. Ya al asumir la responsabilidad vi las diferentes dimensiones de ocupar el segundo lugar en términos de decisión de un país y todo lo que eso implica. Tienes que tener al país en la cabeza, ya no es solo tu pequeño mundo y la gente que te interesa, entonces cuando la bibliotecaria del municipio de Moñitos (Córdoba) me hacía el reclamo de que no había recibido unos libros yo tenía que responderle. El cambio fue entender la capacidad de decisión y de poder, y al mismo tiempo la naturaleza de lo público, y no porque la gente te conozca, sino porque uno incide en sus vidas.

De todos los retos a los que se puede enfrentar una ministra, ¿cuál fue el más complejo?

Desde mi perspectiva, viéndolo solo desde lo externo, fue mantener –y de hecho, no lo tuve– un balance personal. Tener un nivel más sano de ejercicio del cargo, porque yo llegué con mucha presión, nadie me conocía y tenía que demostrar que sí pensaba, que sí existía, que sí tenía algo que decir en matera cultural y que sí podía dirigir a un equipo grande. Todo el tiempo fui muy desbalanceada y moví mi vida personal a un lado. Creo que, si bien estoy agradecida porque me fue bien, uno tiene que ser mesurado. Uno tiene que tomar momentos de distancia.

Usted menciona en el libro que se encontraba muy agotada, y de hecho se lo manifiesta al expresidente Santos. Conociendo ese desgaste, ¿por qué cree que hay personas que se quedan en cargos políticos la mayor cantidad de tiempo posible?

Porque uno se puede acostumbrar a ese estilo de vida. En mi caso también me frenó una enfermedad que me hizo pensar en mi cuerpo. Pero hay que tener en cuenta que, primero, el poder es ‘meloso’, es algo que te da un estatus, y hay mucha gente halagando tu trabajo, pero creo que es importante desapegarse del poder y, una frase que me gusta mucho, es que uno tiene que aprender a «subir y bajar», no solamente subir, sino también bajar y acostumbrarse para entender que ninguno de los estados es tuyo. Eso es muy importante en el ejercicio de poder, darse cuenta que uno es mucho más que su cargo o su posición de poder, existo como ser humano y me doy los espacios para eso también con un nivel de sanidad mental y emocional que te permita ser más efectivo.

A muchas de las personas que se inician jóvenes en la política, a pesar de toda su preparación, les toca probar por todos los medios que son capaces de ejercer, ¿por qué ocurre esto?

Creo que, como decía antes, no estamos acostumbrados. A veces se piensa en los jóvenes como para hacer relleno pero no para liderar. Son vistos muchas veces como caras sonrientes y llenas de dinamismo pero quien manda es otro. Y creo que es muy importante abrir el espacio porque es complementario, traen diversidad. El ímpetu de la juventud es necesario. Yo tenía que ir a muchas partes, hablar con mucha gente, y tenía mucha energía. Todavía tengo, pero es diferente. Se necesita abrir ese espacio para tener en cuenta su visión fresca de las cosas, que es muy importante. Creo que muchos de los jóvenes que hemos tenido esa oportunidad vamos aprendiendo y tomando experiencia. Necesitamos de la fuerza de la experiencia para nivelar. Para que nos tomen en serio es importante tener un enfoque, y una solidez conceptual, además de ser humilde en cuanto a lo que se sabe y lo que no. No se pueden tomar decisiones a la ligera. Yo espero que las personas que vengan después de mí no tengan la misma inseguridad que yo tuve.

En el libro aparece la frase «sigue siendo una excepción, una utopía, reconocer una humanidad compartida alrededor de sus diferencias, no a pesar de ellas», háblenos de esto

Claro, es que todo es como que ‘nos tocó’. Siempre se habla de poblaciones a través de las cosas que demandan, como lo que piden los negros o lo que piden las mujeres hoy en día, y creo que no es eso. Hay una parte de mí en ti, y una parte de ti en mí, y en nuestras biografías e historias hay elementos compartidos. Cuando tú escribes en un periódico me estás representando, no por ser mujer, sino porque tenemos una humanidad compartida. Tú y yo nos sintonizamos en algo que trasciende. Creo que en el país nos han formado mucho bajo los términos de ‘ellos’ y ‘nosotros’, como ‘ellos, los que viven en la comuna’, o ‘ellos los de la provincia’, y no es tan ‘ellos’, somos nosotros. Yo no creo que seamos tan diferentes, si usted es del Pacífico o del Putumayo sigue siendo del mismo país, pero el punto es que nos reconozcamos así.

¿Cuáles son los retos para la ministra actual?

Tiene un montón. Desde el Galeón San José por todo el tema de patrimonio hundido. También en temas de lo que yo llamaría cultura para la reconciliación vista de una manera profunda de encuentro y reconciliación, no a pesar de nuestras diferencias sino por ellas. También creo que este país necesita aprovechar su plataforma cultural para una paz profunda. Además tiene que trabajar en la generación de empleo para unificar y dignificar el valor de los gestores culturales para que ocupen un lugar para responder a los desafíos más grandes del país.

¿Qué le gustaría que alguien aspirando a un cargo similar sienta al terminar de leer el libro?

Que el libro fue un espejo. No me interesa tanto que piense en Paula Moreno, sino que se vaya viéndose a sí mismo desde el poder que tiene. Esa es mi historia, pero siempre he creído en otras formas de poder y espero que cada quien descubra su propio poder para contribuir a la sociedad, eso es lo que yo espero. Que el libro sea como un espejo que ponga en valor su propia historia y eso incide en el liderazgo que ejercemos localmente.


  1. Paula Moreno presentó su libro ‘El poder de lo invisible’ el pasado 25 de julio, y lo presentará en Cali este 16 de agosto. 

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