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Ojo con el Inder en Medellín

En la capital antioqueña, en esas zonas altas de los barrios populares en donde la violencia y la pobreza golpean con fuerza, en donde las bandas y los combos son la ley, y en donde la verdadera ley no se atreve a entrar, hay un funcionario de la Alcaldía que es bienvenido siempre. Viste sudadera blanca y verde, y lleva en su chaqueta el logo que lo identifica como instructor o profesor del Instituto de Deportes y Recreación de Medellín. Es bienvenido y en muchos casos es el único símbolo de la institucionalidad al que las comunidades de estos barrios de extrema pobreza respetan y le creen.

Hasta allá llegan ellos ya sea en bicicleta, bus, metro, carro o cualquier otro medio de transporte. Llegan allá y también a las 16 comunas y cinco corregimientos que componen la ciudad. Los he visto ejerciendo su labor en las placas deportivas de los barrios, en las canchas, en las unidades deportivas o en la calle misma. Aeróbicos para jóvenes y viejos, recreación, entrenamiento, asesoría en general; en muchas de estas zonas deprimidas de la ciudad, ese profesor del Inder, que va y se unta de ciudadanía, es la representación única y permitida de la presencia estatal en esas zonas. Es una labor loable, titánica, riesgosa, pero llena de pasión y solidaridad ciudadana.

Lo triste de todo esto es que en la actual administración que lidera el alcalde Daniel Quintero, la función del Inder, como ha pasado con otras ramas de la Alcaldía, está en entredicho, ha disminuido su productividad, su calidad y está inmersa en una serie de escándalos laborales y operacionales. Cosas poco vistas en la historia de Medellín que, con sus problemas, flotaba y el progreso se denotaba.

Hace unos días hubo una protesta en la sede de esta entidad. Un grupo de contratistas y empleados recorrió las instalaciones solicitando dignidad, claridad y respeto. ¿Por qué? Me contactó una de estas personas. Una profesora o instructora (reservo su nombre), que ha trabajado en los barrios de la ciudad y que hoy padece lo que se vive en el Inder en el ámbito laboral: manoseo político y falta de dignidad humana. Esto me contó:

  1. Alrededor de 700 formadores (instructores) llevan sin empleo un mes y 10 días. Se habla de una posible “masacre” laboral en la que la continuidad de 400 es casi nula y no se les ha informado nada sobre su futuro.
  2. A la mayoría de los instructores, formadores y empleados se les bajó el sueldo y, peor aún, se les va a subir la carga laboral.
  3. Es cierta la versión que circula en las redes y en algunos medios de comunicación en relación con un link y una encuesta que se les obliga llenar a estos trabajadores que quieren renovar su contrato. Pero no solo es para ellos, tienen que traer información de 20 personas adicionales (entorno, familia, amigos, lo que sea) en la que se les pregunta número de documento de identidad, lugar de residencia, mesa de votación (¿para qué diablos?) y número telefónico. Así, cumpliendo con este requisito, les dicen que les aseguran la futura contratación. Contratación que tampoco les han cumplido.
  4. Lo que sí han reforzado en cuanto a contratos es la llegada de una gran cantidad de abogados, comunicadores y personas de planeación, funcionarios no tan necesarios. Pero a los que estamos en la calle con los ciudadanos, a esos no nos han renovado. Los profesores, los que trabajan y dan la cara con la comunidad en los barrios, seguimos en el limbo.
  5. También vemos que contratan y llega gente que no conoce la ciudad, su entorno y problemáticas y, más grave aún, no tienen el perfil y no saben lo que están haciendo. Es un tufo a cuota política total.
  6. En los últimos días, muchas personas de las que han llamado para su contratación deciden renunciar. Su argumento se basa en el cansancio por la inestabilidad laboral y el no querer prestarse para manejos políticos y corruptos.  
  7. Finalmente, están haciendo contratos a un mes. ¡Quién trabaja así! Es un irrespeto total a nuestra labor.  

Los anteriores datos que me dio una persona que ha vivido y padece esta situación reflejan lo que acontece en el Inder, una bella entidad que le sirve a la ciudadanía y que la están desmoronando paso a paso al ritmo de la politiquería. ¡Ojo con eso!

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