Opinión

El país más acogedor del mundo

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Adolfo Zableh Durán 

Hace unas semanas lanzaron el nuevo eslogan de país: ‘Colombia, el país más acogedor del mundo’. Vaya cuento. ¿Cómo va a ser Colombia el país más acogedor del mundo si la mitad de sus habitantes se está muriendo de hambre y la otra mitad se quiere ir a un lugar donde lavar platos dé más dinero que ser profesional aquí? 


Y no es mentira que para el visitante este país puede ser un lugar especial, casi mágico. Pese a los problemas de seguridad e infraestructura, la mayoría de extranjeros que conocen Colombia hablan maravillas de él, pero es que no es lo mismo venir durante unas semanas, empaparse de trópico y volver a la comodidad de la casa, que vivir aquí a perpetuidad, casi por obligación.   

Porque ser colombiano puede llegar a ser una desgracia, así suene horrible, a veces una condena a muerte (o al menos a cadena perpetua). Y sí, acá hemos llegado a ser felices al lado de nuestra familia y amigos, acá están nuestro pasado y nuestro futuro, todas las cosas y rutinas que nos han hecho amar la vida, pero eso no quiere decir que sea bueno. Lo apreciamos porque es lo que nos has tocado vivir, pero si lo miramos bien, en ocasiones puede llegar a ser una completa porquería.  

Pasan muchas cosas raras en el país más acogedor del mundo. Por ejemplo, se viene una reforma tributaria voraz e inoportuna que planea gravar con el 20% los servicios públicos, el internet y los servicios funerarios, justo ahora que el número de muertos por pandemia arrecia y que la gente desde su casa consume más agua, luz y gas (e internet) que nunca.  

Siempre creemos que no hay forma de que nos pongan a pagar más impuestos y siempre se las ingenian para sorprendernos. Y que aumenten los tributos no es el problema por muy aburridor que sea, que a nadie le gusta que le quiten su dinero; el verdadero problema es que esos pagos no se vean devueltos en las calles, en los servicios hospitalarios, la educación y el bienestar general de la sociedad. ¿A dónde se van esos impuestos? ¿Quién se los devora? 

El país más acogedor del mundo fue noticia global hace unos días porque un equipo de primera división salió a jugar un partido con apenas siete jugadores. En el país más acogedor del mundo, el de la economía naranja, el Silicon Valley de Latinoamérica, están atracando ahora en los cafés donde las personas van a trabajar, porque si en algo somos innovadores es en el crimen. No en vano hace poco salieron noticias como que dos menores le habían sacado su bebé a una mujer a punta de cuchillo, o que habían encontrado más de veinte machetes y cuchillos escondidos en las almohadas de un ancianato. Los colombianos no nos medimos a la hora de demostrar el enorme desprecio que sentimos por la vida, ¿cómo vamos a ser entonces los pobladores del país más acogedor del mundo? 

El presidente del país más acogedor del mundo cree que un empleado de panadería gana dos millones de pesos y su ministro de Hacienda asume que una docena de huevos vale $1800; con razón están convencidos de que la gente acá vive feliz, si no tienen ni idea del lugar que gobiernan.  

Por eso, los que se puedan ir de Colombia, que lo hagan. Seguro extrañarán un par de cosas, a una que otra persona, pero podrán lograr los sueños que acá son imposibles. Que se salven y dejen al resto pudriéndonos acá, muriendo por glifosato, por un celular o por una bala perdida. Da igual, porque una de las cosas más bellas del país más acogedor del mundo es que nunca sabes qué te puede llegar a matar.  

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