Opinión

Ser positivo, como sinónimo de negativo

“Así se juega el campeonato: sin sentido común. Lo lógico sería aplazar un juego (Boyacá Chicó-Rionegro) en el que se está decidiendo mucho: el descenso entre Pereira y Boyacá Chicó”: Nicolás Samper

Antecedentes similares a Águilas Doradas vs Boyacá Chicó
Águilas Doradas vs Boyacá Chicó Cortesía de Dimayor

Esta semana debió ser una de las más convulsionadas en el fútbol colombiano, pensando en esta pandemia que, al contrario de atenuarse, parece tomar un tamaño sideral, casi que de monstruo invencible que nos despierta en las pesadillas. Lo malo es que acá, a diferencia de “Pesadilla sin fin” -aquella película en la que se hizo famoso Freddy Kruger, el personaje que asesinaba a sus víctimas en los sueños, interpretado por Robert Englund- este asunto no se combate con el insomnio obligado, como en el filme: la espantosa pandemia nos toca el hombro estando despiertos y dormidos.

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Y volvemos a lo que fue la semana que pasó, que da un medidor de las semanas que vendrán: Rionegro Águilas, en un comunicado, publicó que 18 integrantes del club habían dado positivo por Covid19 después de ir a jugar en Barranquilla contra Junior; un poco más tarde, no mucho, Pereira, que lucha contra el descenso y que venía de conseguir un triunfazo frente al Medellín, reveló que en su plantilla también había contagiados. Poco antes Eduardo Pimentel, dueño del Boyacá Chicó, dejó inmersas muchas dudas en un tweet en el que denunciaba presuntas irregularidades en la entrega de pruebas PCR, requisito indispensable para que un equipo pueda saltar al campo. Medellín, rival del Pereira, también protestó porque presuntamente algunos profesionales de la plantilla del Pereira habrían estado en la cancha con un diagnóstico de “positivo” en su espalda. Posteriormente Rionegro avisó que dos casos más aparecieron en la plantilla y que, sumado a siete lesionados, no cuenta con profesionales para jugar ante Boyacá Chicó. Los ajedrezados dicen que van a jugar, que eso no es problema de ellos, de acuerdo a las palabras de su presidente Ricardo Hoyos en Blu y que pongan un equipo sub 20 le sugiere a sus rivales, de acuerdo a la amplitud del cupo de inscritos y demás arandelas. José Fernando Salazar, su par de Rionegro, respondió diciendo que cuál sub20 si ese campeonato acá no existe por decisión de la FCF, aduciendo falta de recursos para llevarlo a cabo. Salazar también agregó que se había enterado de que, al parecer, el encuentro no sería transmitido… Pereira agregó nuevos casos de Covid19 en el último comunicado.

Dimayor negó la posibilidad de aplazar el partido y esta columna, que se escribe a las 7 de la mañana del domingo, ocho horas antes de que salgan al campo Boyacá Chicó y Rionegro porque anteriormente cuando hubo que tomar una decisión igual (Nacional-Tolima) se acordó luego de ese episodio que no habría más aplazamientos. Por eso en su momento a Nacional le tocó acudir a una formación juvenil ante América en el campeonato anterior.

Así se juega el campeonato: sin sentido común. Lo lógico sería aplazar un juego (Boyacá Chicó-Rionegro) en el que se está decidiendo mucho: el descenso entre Pereira y Boyacá Chicó. Lo lógico sería que más allá de una sanción económica, hubiera castigos más fuertes -pérdida de puntos en lo deportivo, implicaciones penales también- si se comprueba que algunos clubes mandan jugar a sus deportistas sabiendo que están enfermos. Tendría que revisarse el procedimiento y el cumplimiento de la entrega de pruebas a la Dimayor, asunto denunciado por Pimentel. No debería jugarse un solo encuentro si es que los exámenes no llegan a tiempo. Así de simple. 

Mientras espero el duelo extraño entre Boyacá Chicó y Rionegro, imagino que este mismo escenario podría presentarse de nuevo, en la final, por ejemplo. E insisto que los futbolistas, que son los protagonistas, terminan siendo el último eslabón de una cadena cruel y que hoy carece de juego limpio.

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