¡Todo puede ser mejor!

“He visto muchas expresiones del presidente Duque invocando un poder divino, superior, en muchas de sus alocuciones, y eso no me gusta: ¡me encanta!”: Guillermo Rodríguez

Muchas veces al ver los informativos de medios de comunicación nos pueden llevar a serias reflexiones, quizás en algunos casos poco positivas y propositivas. Lo cierto es que la posibilidad de ver la realidad y perspectiva social cotidiana podría ser sin duda alguna mucho mejor, planteando cambios sociales que enrostren mayor control social y respeto por los derechos del otro.

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La semana pasada conocimos noticias seriamente aterradoras, la joven madre que en Ibagué decidió sobre la vida de su hijo menor y ella misma, la fatal muerte de una joven promesa de la música en Medellín por cuenta de una bala perdida y la reiterada y cruenta crisis humanitaria en Venezuela, la cual nos tiene las calles atestadas de hermanos de esa nación buscando oportunidades en nuestro país.

Las experiencias nos dejan la oportunidad de mejorar desde nuestro interior, para transmitirlo al entorno con el cual nos relacionamos, y buscar la posibilidad desde luego de replicar lo bueno de todas ellas, y es precisamente lo que busco hacer en esta oportunidad, de contar mi percepción de la cultura tailandesa, país que se caracteriza por un profundo respeto por el ser humano, por el otro, desde cualquier perspectiva.

Similar a Colombia por su vegetación y topografía, dada la cercanía a la línea ecuatorial, con una población cercana a los 70 millones de habitantes, y con una extensión territorial ostensiblemente menor a Colombia, con un PIB de 455 mil millones de dólares, con pobreza como Colombia, con desigualdad como Colombia… pero un país lleno de gente amable y feliz.

En el gobierno pasado se jactaban de mencionar que Colombia era el país mas feliz del mundo, y creo que quien tenga la posibilidad de ir a Tailandia entenderá que eso es un eufemismo, o quizás una ironía. Las cifras siempre son y serán odiosas, pero sirven de rasero para logran entender que algo está mal, y que esa crisis social, enfermiza, no es de los partidos políticos o de los gobiernos de turno, dejando claro que el anterior sí realmente fue desastroso. Uno no logra entender cómo con la firma de los acuerdos con las Farc aumentan los homicidios al año siguiente cerca de un 4% en todo el territorio, y en un 27% en las cabeceras municipales donde se desmovilizó las Farc y, lo peor aún, que el reclutamiento de menores en dichos municipios aumentó hasta un 100%.

Lo anterior solo para mencionar que si eso sucede en medio de un acuerdo de paz, mal hecho, mal estructurado y mal diseñado, es apenas un resultado obvio que su implementación será un verdadero saludo a la bandera; serán muchos los desaciertos sociales, jurídicos e institucionales para enrostrar. Desde luego que somos una sociedad enferma, en donde es pecaminoso que un ciudadano decente quiera tener acceso a un arma de fuego para ejercer su derecho constitucional a la legitima defensa en razón de defender su derecho a la vida, que un autoproclamado humorista se burle de las víctimas de un atentado terrorista, y de un suicido horrendo como fue el caso de la madre desesperada de Ibagué, y no se censure ese sinvergüenza.

¿Pero y que tiene que ver Tailandia? Bueno, mucho, porque siempre me pregunté: si somos tan similares socioeconómicamente y es un país seguro y feliz, ¿cómo lograr algo similar en nuestra sociedad? He visto muchas expresiones del presidente Duque invocando un poder divino, superior, en muchas de sus alocuciones, y eso no me gusta, ¡me encanta! La relación religión-control social es muy estrecha, siempre nos han dicho que hubo paridad estado- iglesia en Colombia, asunto que es totalmente falso, ¿cómo lo sostengo? Sencillo: Tailandia es feliz porque tienen un servicio espiritual obligatorio para sus jóvenes, el cual dura un año en jóvenes de 17 a 21 años, tienen cerca de 45 mil templos en tan pequeña extensión, frente a los seis mil católicos que hay en Colombia.

Sería perspectiva muy positiva lograr regresar a las aulas la cátedra de religión, eso quizás no solo formará muchos ciudadanos religiosos, sino encontraremos gente de verdad, respetuosos de todo y temerosos de algo, en vez de llevar reclutadores de menores y genocidas a hablar de paz.

Por: Guillermo Rodríguez / @guillorodrig

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