Finalizando 2018 y con el inicio de 2019, las listas de propósitos se hacen habituales, pero el reto está en lo que viene luego de escribirlas y en lo que realmente vamos a hacer por cumplir dichos propósitos, para que no queden en el brindis, las uvas o el cliché del Año Nuevo.
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Lo más importante debe ser empezar por analizar qué fue realmente nuevo en el año que acaba de terminar: ¿qué hicimos o aprendimos de nuevo?, ¿qué ayudamos a cambiar para que fuese, si no mejor, al menos diferente en nuestras vidas? Esto nos da un punto de referencia sobre lo que debemos hacer en el nuevo año y cómo debemos hacerlo.
También nos da un poco de perspectiva para ver el panorama completo y entender hacia dónde nos hemos movido, si ha sido un avance o no y si queremos ir en la misma dirección. Siempre estamos en el punto donde debemos estar, y para movernos debemos estar listos, es decir, aprender la lección que tiene para nosotros ese contexto, ese episodio de nuestra vida y, de inmediato, marcar el rumbo de hacia dónde nos queremos mover.
Y creo que algo que facilita el hecho de que nos mantengamos enfocados en nuestros propósitos y que ese impulso no se acabe en los primeros 30 días (como el de inscribirse al gimnasio) es tener una medición del impacto que tienen para nuestra vida y, sobre todo, para la de quienes nos rodean. Es muy sencillo de medir, solo debes tomar tu lista de propósitos y hacerte estas dos sencillas preguntas: ¿a cuánta gente va a beneficiar eso que quieres lograr? ¿Qué tan duradero será ese beneficio?
El ser humano en general se ha convertido en egoísta gracias a diferentes factores sociales que no viene al caso detallar en este momento, pero en general solo piensa en sí mismo. Curiosamente es por ello que suele abandonar con facilidad sus objetivos, ya que como se cree dueño del tiempo, asume que no pasa nada si deja para más tarde lo que debe hacer (o quiere hacer, aplica igual). Sin embargo, cuando tratamos de entender el impacto que tienen nuestras acciones, o en este caso nuestras metas, surge un vínculo mucho más fuerte con estas, porque ademas de hacerlo por y para nosotros, también beneficiaremos a más personas, y eso, en su justa medida, puede servir de motivación para no abandonar antes de haber intentado.
Lo cierto es que un nuevo año, más allá de lo que diga el calendario, va a ser realmente nuevo cuando tu actitud y determinación lo digan, sea cuando culmine el ciclo del calendario, cuando cumplas años o en este mismo instante. Solo recuerda que siempre es un buen momento para tomar esa decisión, pero entre más pronto lo hagas, más tiempo tendrás de disfrutar de los resultados, así que date la oportunidad de vivir un fabuloso nuevo año y cambiar tu mundo un día a la vez.