Hay personas a las que les encanta comprar berenjenales. Por ejemplo, esos entrenadores que hacen parte de clubes con gigantescas nóminas donde la competencia es de mínimo tres jugadores por posición, entonces el lío es saber ¿cómo demonios incluyo a todo el mundo en la nómina si apenas caben 11 por partido?
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Yo me imagino en esas al gran José Orlando Ascencio en el instante que se metió en el reto de escribir el libro ¡Jueguen, muchachos! Lo veo a José apareciendo en el campo de entrenamiento bien en la mañana, gorra en mano, buzo contramarcado con la sigla ‘DT’, con silbato colgado al cuello, mientras patea un par de balones a un arco vacío. Hace sonar entonces el pito tres veces seguidas para que los jugadores vayan hacia su posición y es ahí cuando, con los guayos húmedos por el rocío de la mañana, Ascencio levanta la cabeza y se da cuenta de que a sus órdenes están dispuestos TODOS los futbolistas que pisaron campos colombianos desde que se inició el campeonato profesional colombiano en 1948 hasta nuestros días. Difícil labor seleccionar a los más destacados en 70 años de historia.
La tarea no era sencilla porque el buen Orlando, hace años subeditor de la sección de deportes del diario El Tiempo y uno de los mejores periodistas deportivos del país, pero lejos, debía, a partir de su propio criterio, hacer una selección de los más brillantes jugadores de fútbol que estuvieron presentes en nuestro campeonato con las dificultades que supone, por ejemplo, basarse en aquellos mitos que ni él ni varios alcanzamos a ver jugar, pero que en efecto son mitos, son tipos que edificaron la historia que hoy disfrutamos en presente. De ahí que su tarea no se debía dedicar única y exclusivamente a la elección a dedo, sino a un riguroso proceso de investigación y de cotejación de testimonios de aquellos que sí pudieron ver patear un balón a, diga usted, Alfredo Di Stéfano.
Entonces el avezado DT debía ahora ir armando su formación, o en este caso, su ‘equipo ideal’. José Orlando Ascencio se sentó a escribir y el resultado final es un compendio de pequeñas biografías de aquellos que por su talento ayudaron a escribir páginas inolvidables en nuestro fútbol en donde, además de describir la relevancia del personaje, su estilo de juego y las características del futbolista, deja colar una que otra anécdota inédita de los personajes.
Con prólogo de Hernán Peláez Restrepo y editado por Intermedio, Ascencio dio la charla técnica de rigor, mandó a su equipo por el túnel de salida y dio la orden: “¡Jueguen, muchachos!”.