Opinión

Orgullo

Vi y leí muchas cosas de Colombia mientras estaba en Moscú y todas tenían que ver con la algarabía generada por el recibimiento que en Bogotá le dieron al equipo colombiano que luego de mucho pelear no se pudo quedar más tiempo en Rusia por cuenta de la fallida tanda de penales frente a los ingleses. Al estadio El Campín fueron 30.000 personas para tributarles un aplauso a los futbolistas que hicieron parte de la delegación.

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Comenzaron en la redes sociales las discusiones sobre si se estaba sobrevalorando algo que de pronto no tenía tantos visos de gesta con una gente que mal que bien no había sido capaz de superar el listón alcanzado en el 2014, donde Brasil nos sacó en cuartos de final. También las voces apuntaban a José Pékerman diciendo que él había desperdiciado una generación de futbolistas entera durante esta copa. Y que no había nada para celebrar. Que bajo esta administración no se ganó nada teniendo semejantes talentos. Que no hubo ningún cambio de mentalidad porque los futbolistas que estaban inmersos en el proceso jugaban en el fútbol del exterior… como si del 98 al 2014 los futbolistas convocados hubieran jugado solamente en Cortuluá, Huila y Pereira, y no en Inter, River, Boca, Galatasaray o Aston Villa.

Me acordé entonces de los daneses entre el 84 y el 86. Qué difícil fue juntar de nuevo en ese país tanto talento. Preben Eljkaer Larsen, campeón en Italia con el Verona; Soren Lerby, figura con Bayern Múnich; el impredecible y genial Michael Laudrup, de los más grandes cracks que alguna vez pisó un campo de fútbol; los hermanitos Morten y Jesper Olsen… Dinamarca jamás volvió a contar con semejante grupo. En México 86 les tocó jugarse contra España en octavos de final y perdieron 5-1 contra un equipo que era inferior a ellos, pero que anduvo en su tarde. Terminaron de novenos entre 24. Les fue mejor con un equipo más modesto, pero con mayor sentido de disciplina y mentalidad ganadora: fue en 1998, cuando Brasil casi no los puede sacar en cuartos.

Pensaba entonces yo en esa teoría de desperdiciar talento que algunos defienden argumentando que el entrenador no ha sumado. Pensaba que Colombia en el 2014 había quedado de quinto en la tabla del Mundial haciendo incluso un punto más que Brasil, que terminó cuarto. Con Pékerman. Y que no remontábamos marcadores en contra, dos goles abajo, hacía 17 años hasta que lo pudimos hacer con Francia. Y ni hablar de cuando contra los chilenos en Barranquilla íbamos abajo por tres y se remontó.

Pensé en las veces que fuimos antes a los mundiales y caímos en el primer partido porque en ese entonces nunca nos pudimos reponer de ese golpe inicial: en el 62 contra los uruguayos y quedamos fuera en la primera fase; en el 94 y 98 contra los rumanos y también, a pesar de contar con grandes individualidades, naufragamos en el intento de dar un paso más adelante. Y que en este proceso, con estos futbolistas y este entrenador no caímos nunca contra los europeos, con los que moríamos de pánico en anteriores ciclos. E insisto: entre 232 selecciones que hacen parte de la Fifa fuimos la número cinco entre las 32 clasificadas a Brasil 2014 y ocupamos el puesto nueve en Rusia.

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