Vargas Llosa puede decir lo que le dé la gana. Es su derecho. Que intelectuales de oficio le crean, también es su derecho. El mío, decirles que razonan como asnos al equiparar la petición de lecturas y escritura responsable del feminismo a la censura o la inquisición.
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El Nobel Mario Vargas Llosa, en su columna dominical del diario «El País», titulada “Nuevas inquisiciones”, afirma: “el más resuelto enemigo de la literatura, que pretende descontaminarla de machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades, es el feminismo».
Antes de dar mi punto de vista sobre las palabras de este hombre reconocido actualmente como autoridad intelectual, debo detenerme a reflexionar sobre el valor del observador personal del que cada quien debe hacerse cargo: hoy más que nunca toma fuerza la reconocida frase: «no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos».
Hablamos desde nuestro observador personal y cada ser registra hechos diferentes sobre las mismas circunstancias. Si tomamos un paisaje cualquiera, un hermoso amanecer , el mismo lugar, con la presencia de algunas personas y dejamos que contemplen un rato; y al cabo de un tiempo queremos saber qué registraron sus memorias, qué llamó más su atención, o a qué dedicaron más tiempo a estudiar y analizar, vamos a tener respuestas tan diferentes como personas observadoras.
Y eso pasa permanentemente ante cualquier hecho o diálogo, o interacción o vivencia. Cuánta verdad hay en esa frase: “No existen verdades absolutas”
Lo demencial es que esperamos en la vida respuestas parecidas que determinan que, si piensas como yo, o si sostienes el pensamiento de éste o aquél grupo, ya sea político, social, ocasional, eres digno de pertenecer a la parte “válida “de la humanidad. Eres normal y por tanto tienes un criterio digno de analizar.
Cualquier juicio de valor ya está implicando que sólo se está tomando una parte como la única verdad. Es más, hasta esto que estoy escribiendo, por un lado, no termina de representar todo lo que pienso y quiero decir y, por otro, cada quien que lea quizás entienda otra cosa que nada tiene que ver con lo que yo estoy hablando ahora.
¿Y qué carrizo tiene que ver ese análisis que hago del observador personal con mi crítica Vargas Llosa?
Todo tiene que ver. Todo. Explica por qué mi comentario de que este intelectual reconocido razona a la altura del razonamiento de un asno. De ninguna manera quise ofender u agredir a los asnos, estoy convencida de que científicamente está comprobado que los asnos son muy inteligentes. Ya sabemos que los asnos son demasiado inteligentes; expertos estudiosos de los asnos afirman que estos animalitos tienen la capacidad de razonar de un infante humano menor de un año. Dicho esto, desde mi observador personal, puedo darme cuenta de que desde hace mucho tiempo Vargas Llosa ha despreciado el feminismo. No es la primera vez que hace comentarios negativos fuera de contexto. Así como un asno cuando juega y se equivoca y no sabe cómo resolverlo (quienes han tenido relaciones con burros entenderán muy bien la analogía), Mario Vargas Llosa este domingo comparó el feminismo con la Inquisición; ahora dijo en entrevista que es la libertad de prensa lo que provoca los asesinatos de periodistas. Prefiero pensar que tiene la capacidad de razonamiento de un asno a que hay maldad en él.
El escritor peruano en el 2003 escribió sobre la feminista Flora Tristán. El ex candidato presidencial peruano (1990) aseguró: “Flora perseguía la búsqueda de una sociedad con libertad y justicia para hombres y mujeres.”
Supongo que el hombre que escribió sobre esta feminista no es el mismo que hoy ataca al feminismo. En Flora no vio ningún ataque a sus vicios literarios. En otras feministas ve cuestionamientos justos y sensatos que amenazan toda memoria histórica de las letras. No solo de sus letras si no de las letras de miles de escritores que se han dedicado a describir a la mujer desde la misoginia y a complacer sus más salvajes deseos machistas desde la literatura. Fue ahí cuando el hombre que admiró a una feminista al punto de escribir sobre ella sintió que el feminismo se venía en su contra.
No lo he de culpar por ello. Entiendo su preocupación. Lo que no entiendo es cómo alguien tan inteligente no puede comprender que las verdades justas dichas por razones equivocadas son engaño, y por tanto nunca lograrán llevar a la reflexión, sino que generaran violencia. Es cierto, muchas feministas nos hemos equivocado en el método de hacer nuestras demandas. No está bien que las feministas pidamos que ciertas lecturas se prohiban. Como libertaria me opongo a toda censura de pensamiento y propongo la educación como mandato divino, y en mi dictadura feminista la educación debe ser ley. Léase bien: educación, no adoctrinamiento. Y por favor, entiéndase como sorna aquello de “mi dictadura”.
«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía”: las fogosas palabras que abren el largo monólogo del profesor Humbert Humbert en la novela de Vladimir Nabokov, una novela que hay que leer con madurez intelectual para entenderla como pieza artística sin desconocer su alto grado de misógina, el contenido de pedofilia y, hay que decirlo, la visibilización de la precocidad sexual de algunas niñas que con locura pueden amar y desear a hombre adulto como una mujer sin miedo.
Es una pieza que de ninguna manera debe ser sacada de la historia de la literatura. Ni los poemas que sabemos son con contenido romántico patriarcal y afectodependencia. Y creo firmemente que las feministas debemos es exigir una materia más en colegios y universidades: el área de Perspectiva de genero con enfoque diferencial en todos los años escolares y en todos los semestres de todas las carreras universitarias. Esto permitirá lectura responsable. Esto permitirá que veamos nuestro pasado literario con un poco de asco y entendamos por qué la ciencia de la comunicación y el periodismo, como la literatura, deben plantearse una nueva narrativa.
Fui una Lolita. Una con suerte. Porque nunca el hombre mayor por el que me “moría” por conocer en trato sexual me prestó atención, cosa que agradezco en el alma porque hoy sería una mujer muy desdichada. Me sentiría como muchas ex Lolitas manipuladas y abusadas psicológicamente. Y por eso la justicia es clara que con autorización o sin autorización el trato sexual con una persona menor de 14 años es un delito. En mi experiencia como feminista dialogando con no pocas ex Lolitas, ese libro a algunas les llegó a muy temprana edad y a ese libro le deben prácticas de las cuales dicen que, de no haber leído nunca, se hubieran animado.
Hay mucho que discutir. No se equivoca el escritor a las señales que hacemos mal algunas feministas en pedir que saquemos ciertos libros de los análisis literarios de planteles educativos para esperar primero una madurez intelectual antes de que esos libros lleguen a las mentes más jóvenes e inexpertas. De la prohibición nunca ha quedado nada bueno. Mi apuesta es pedirle al feminismo que exijamos una nueva área de estudio sin prohibir lecturas de algún tipo y así mismo generamos lectoescritura responsable para la humanidad del tercer milenio.
Se equivoca el intelectual peruano al decir que esto es igual a la inquisición, los totalitarismos o la Inquisición, que mataron a miles de personas. No tienen punto de comparación con la causa feminista. Por culpa del feminismo nadie jamás ha muerto. Tampoco la literatura corre ningún riesgo. No pocas de las grandes escritoras de nuestro tiempo, como Zadie Smith, Cristina Rivera Garza, Lorrie Moore y Maggie Nelson, son autoras feministas. Y no dejaré de mencionar a Margaret Atwood ni a la premio Nobel Alice Munro.
Ninguno de los autores de ningún tiempo se han visto agraviados por el feminismo. Desde Joyce Carol Oates y David Foster Wallace hasta Thomas Pynchon y Roberto Bolaño, ninguno se ha tenido que enfrentar con el feminismo para escribir libros revolucionarios.
Vargas Llosa señaló: «Quienes quieren juzgar la literatura desde un punto de vista ideológico, religioso y moral se verán siempre en aprietos. Y, una de dos, o aceptan que este quehacer ha estado, está y estará siempre en conflicto con lo que es tolerable y deseable desde aquellas perspectivas, y por lo tanto lo someten a controles y censuras que pura y simplemente acabarán con la literatura, o se resignan a concederle aquel derecho de ciudad que podría significar algo parecido a abrir las jaulas de los zoológicos y dejar que las calles se llenen de fieras y alimañas». Asimismo, Vargas Llosa arremete contra la escritora Laura Freixas, refiriéndose a su lectura feminista de la obra «Lolita» de Nabokov, publicada en el mismo diario en febrero pasado. “La novela está escrita de tal modo que consigue hacernos olvidar que está mal violar niñas”.
Vargas ha visto en el cuestionamiento que hacemos las feministas a la comunicación, a la palabra y a la literatura un enemigo personal. Es fácil comprenderlo, no solo por su edad y su talento enraizado en las tradiciones patriarcales y la normalización del lenguaje irresponsable. No obstante, para mí como ex lolita. como feminista en continuo auto critica. Como activista y como mujer que resignifica todos los días de su vida su existencia, con toda autoridad moral y desde la ética que defiendo, es decir, la ética del feminismo. Puedo decir que tenemos derecho a estar equivocadas en nuestros métodos para transformar la narrativa y buscar lectoescritura responsable, sin embargo nunca nuestros objetivos están equivocados. Y al igual que la escritora y feminista Laura Freixas creo firmemente que el feminismo es la gran revolución intelectual de nuestro tiempo. Incomode a quien incomode. Y desde mi trinchera seguiré defendiendo la búsqueda de una nueva narrativa lejos de la misoginia.