En redes sociales cualquier cosa es un torbellino. Te graban pasándote un semáforo en rojo o hablando como no toca de, no sé, la asociación de ancianas ciegas de Serbia, y se te van encima como si fueras la peor persona del mundo y ellos, tus críticos, mejores que el Dalái Lama. Luego sale uno a la calle y ve que no está pasando nada, que la gente hace su vida normal, como siempre, y que Twitter y Facebook son espejismos en los que nos hemos sumergido como si fueran reales.
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No ocurre lo mismo con las basuras en Bogotá. Estalla el escándalo porque llevan no sé cuántos días sin recogerlas y la gente se queja en redes, pero el asunto no queda ahí porque sales a la calle y la ves, la hueles, te tropiezas con ella. Esta foto la tomé esta misma semana en la esquina de la calle 67 con carrera 15, y es raro, porque supuestamente el problema ya se había solucionado y el servicio de recolección se estaba normalizando. Y ojo que esto no fue lo único de la zona; a lo largo del recorrido de unas 20 cuadras que hice a pie, montañas así se repitieron cada tanto. No voy a decir que en cada esquina porque sería exagerar, pero sí hacían parte del paisaje.
Y vuelve a ser extraño porque Bogotá nunca ha sido una ciudad limpia, nos hemos acostumbrado a sus calles rotas, sus andenes reventados y los desperdicios en la calle, lo que quiere decir que si nos quejamos porque hay más basura que de costumbre es que en realidad la cosa está grave.
El otro día salió Peñalosa a decir que había un melodramatismo exagerado en torno al tema y no está equivocado, pero de eso se trata ser tuitero, y ser ciudadano también: quejarse porque sí, porque no y porque de pronto. Y más en estos tiempos de polarización donde Petro está detrás de Peñalosa y no le perdona media, así como a él se la montaron sin compasión cuando era alcalde.
Dicen que el tema actual de las basuras ha afectado a más de tres millones de habitantes y que las razones por las cuales hubo problemas en la administración de Petro son diferentes a las que causaron la actual emergencia con Peñalosa. Pues eso al ciudadano lo tiene sin cuidado. Razones para explicar los problemas siempre va a haber, el punto es que la percepción es que la ciudad entera, no la mitad de ella, está saturada de desechos, y que si la basura no se recoge por ‘x’, ‘y’ o ‘z’ motivo, a la larga da lo mismo; la realidad es que la ciudad no está prestando el servicio que tendría que prestar, lo demás son excusas impertinentes.
A mí Peñalosa no me parece tan malo como dicen en internet y en las encuestas, más bien creo que, al igual que su predecesor, tiene detrás una cantidad de detractores que están haciendo lo imposible por dañarle la imagen, con éxito. Luego veo bultos rotos y abandonados como el de la imagen y no me suena tan descabellado pensar que hay temas que se le están saliendo de las manos. Sea un pecado menor o un grave problema de administración, lo cierto es que estamos saturados, no de desechos, sino de alcaldías mediocres. Desde hace años se ve el decaimiento de Bogotá y nuestro nivel de tolerancia ante los errores es mínimo.
No por eso creo que haya que revocar a Peñalosa, así como en su día no estuve de acuerdo con la destitución de Petro. Si tenemos malos gobernantes es por nosotros mismos, nuestro sistema y nuestra cultura. Más bien pongámonos serios y aprendamos a votar, que esto también es culpa nuestra.
Percepción o no, Bogotá vive en crisis desde hace años, a tal punto que no aguanta un aguacero de tarde. Y eso que es la capital de Colombia. Yo creo que es hora de revisar qué tipo de país es el que hemos construido.