Expresarnos ha sido una necesidad que siempre hemos querido explorar, ya sea desde el arte, la literatura o en sencillas conversaciones con las personas que nos rodean, y gracias a las redes sociales parecería que se ha convertido en una necesidad aún más apremiante, tanto así que, si bien todos quieren expresar sus opiniones, no todos quieren pensar en lo que van a decir antes de expresarlo.
Es en parte gracias a eso, que muchas personas viven a la defensiva y sienten que cualquier comentario que les pasa cerca es un ataque directo contra ellos, prefiriendo suponer antes que pensar o al menos preguntar; y escuchando solo lo que su orgullo y su ego les permite interpretar, pero muy pocas veces lo que realmente se quiere comunicar.
Vivir a la defensiva nos lleva inevitablemente a vivir cargados de estrés frente a la vida, de aburrimiento por todo lo que nos rodea (y por quienes integran esa cotidianidad) y peor aún, nos quita la oportunidad de disfrutar de nuestra vida porque vivimos tan pendientes de defendernos que dejamos de ver todo lo demás.
Lo ideal sería hacer conciencia de esto para quitarnos los guantes y cambiar nuestra manera de ver la vida, emprender un trabajo determinado con nosotros mismos para poder quitarnos los guantes y en vez de reaccionar para defendernos, pudiésemos reflexionar y realmente escuchar para crecer y fortalecernos. Sin embargo digo ideal porque si algo nos caracteriza es la terquedad, y como una de las características de quien siempre está a la defensiva es asumir que tiene toda la razón, lo mejor para empezar a transformar esa actitud es ser un poco más inteligente a la hora de escoger aquellas batallas en las que nos vamos a enfrentar.
No todas las batallas, no todas las discusiones merecen nuestra atención, mucho menos nuestra energía o darles el poder de llevarse nuestra alegría. Se pueden tener convicciones, ideales y principios, pero aún no entiendo esas familias que pelean acaloradamente hasta estallar en ira por un político que ni siquiera les conoce y para el cual son apenas una insignificante cifra; o quienes se van a golpes por su equipo favorito mientras muchas veces los jugadores que los dos equipos comparten el spa o la cena del hotel tras el partido.
De la misma manera, resulta un poco carente de sentido amargarnos por lo que hacen otros con sus vidas cuando no están haciendo nada en contra nuestra, pero aún así caemos en la trampa y nos permitimos darle vueltas una y otra vez a discusiones, actitudes o reacciones que solo terminan por dañarnos el rato.
El mundo gira contigo, no por ti, ni alrededor tuyo. Entenderlo nos permite ver las cosas en su justa medida, diferenciar un comentario de un ataque, y poder generar un poco más de empatía con quienes nos rodean, para tratar de ponernos en su lugar y captar lo que realmente nos quieren decir, no lo que nosotros “suponemos”, de forma tal que también podamos nosotros comunicar las cosas como las sentimos sin que exista lugar a dudas o malos entendidos.
Saber escoger nuestras batallas es aprender a enfocarnos en lo que realmente puede necesitar de nuestra atención, para que con el tiempo podamos solo concentrarnos en lo que nos permita crecer, y aprender a ignorar todo lo que esta de más.
Por: Schneur ZALMAN Ben-Chaim / www.zalman5k.com / @Zalman5K