Opinión

El río Bogotá del mañana

El lunes de esta semana, el alcalde se despertó agitado, agarró Twitter y soltó una bomba: “En 8 años se podrá nadar en el río Bogotá”, afirmó así no más. El tuit iba acompañado por otros menos eufóricos y más técnicos, pero claro, fue por categórico y sensacionalista que el de la nadada dentro de ocho años llamó la atención.

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Mentira o realidad, la situación no está para decir cosas así. Con la oposición encima y unas ganas irrefrenables de revocarlo, todo lo que diga o haga Enrique Peñalosa va a ser refutado y servirá de carne para burlas. El otro día compartió también en Twitter que habría internet gratis en 137 estaciones de TransMilenio y en todos los portales, e igual se le fueron encima. Así somos, cuando no nos gusta algo, no hay vuelta que valga, lo vamos a destrozar.

Le van a meter 4,5 billones de pesos a la descontaminación de los ríos Bogotá, Tunjuelo y Fucha para que desde 2025 podamos nadar en ellos si así se nos da la gana, pero la cosa no se queda ahí: se está pensando que de aquí a 30 años exista algo llamado Ciudad Río, un complejo que contará con colegios, hospitales, bibliotecas, teatros y museos, según lo afirmó el mismo Peñalosa. Serán 60 kilómetros de malecones llenos de verde y de parques, 1300 hectáreas que podrán disfrutar un 1.200.000 personas y que podrán habitar 300.000 de ellas.

Yo no sé si eso vaya a pasar. Sería bello, pero ahí está el metro, por nombrar una bobadita que nos han prometido durante décadas y que a la fecha no se ha hecho realidad. En el mejor de los casos, si hablan de ocho años para descontaminar el río y 30 para la ciudadela del futuro, podemos estar contando 15 y 50, respectivamente.

No teníamos que llegar al punto de dejar hecho nada el río Bogotá, una de las fuentes de agua más contaminadas del mundo, donde se pueden encontrar hasta sofás y cascos de moto. Aunque se entiende si miramos otras ciudades en Colombia. Quizá con la excepción de Cali y el río que la atraviesa, acá nos especializamos en darles la espalda a los ríos para convertirlos en nuestros basureros. Ahí está Barranquilla y el Magdalena, que apenas se está recuperando y que ha tenido también obras de embellecimiento. Eso no pasa en Europa, por ejemplo, donde las fuentes de agua se han puesto en la mitad de las ciudades y han ayudado a su desarrollo. Ciudad europea que se respete tiene un río que la atraviesa y en torno al cual se hace la vida cotidiana. Acá cogimos a los ríos de basurero, lo bueno es que, parece, estamos a tiempo de cambiar la historia.

Peñalosa no solo dijo que en ocho años se iba a poder nadar en el río Bogotá, sino que se iba a poder andar por él en canoa. Yo no sé usted, pero así el río cuente en un futuro con las aguas más prístinas del mundo, ¿quién querría meterse a nadar con estos fríos?

Por: Adolfo Zableh / @azableh

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