Opinión

Una llanera cuenta su revolución

Esta semana Mar Candela le cede su columna a Natalia Rey Vera, quien nos cuenta su fuerte historia de lucha contra el machismo en los Llanos Orientales de Colombia.

Sé que este camino de luchar por los derechos de la mujer, de ser una representación simbólica de lo que hemos denominado desde Feminismo Artesanal “las nadie”, es un trabajo que no dará resultados de la noche a la mañana.

Soy consciente de que es bastante cuesta arriba decidir determinadamente ir en contra de este sistema diseñado para que ninguna mujer pueda vivir realmente libre, en especial ninguna mujer que no tenga bases intelectuales, sociales, políticas y económicas para poder trabajar su propio poder o por lo menos ninguna mujer que pertenezca a las filas de las mujeres que desde el Feminismo Artesanal abanderamos con especial fervor las denominadas; “Las nadie”.

Desde Feminismo Artesanal como durante años lo ha explicado Mar Candela, la fundadora e ideóloga de este movimiento, reivindicamos todas las formas de ser mujer con especial empeño a las mujeres que aún no logran herramientas de poder para hacerse cargo de su realidad. Y lo hacemos con el objetivo primario de lograr que cada colombiana, sin importar quien, sea logre sentirse y vivir como una mujer putamente libre.

“Las nadie” en Colombia somos más del 70% de las ciudadanas, porque así nos lo imponen las dinámicas estructurales, culturales y políticas del patriarcado. Sabemos que es una realidad en todo el planeta y que todas tenemos una resistencia universal frente a este tema. Sin embargo, debo recalcar que siendo consciente de que al realizar esta resistencia en uno de los departamentos más machistas de Colombia, me encontraré con toda la violencia, el escarnio público, el golpe y el azote de lenguas doble moralistas, que desde ya me denominan perra, loca, libertina, lesbiana, prostituta, inculta, pecadora… y un sin número de apelativos con el ánimo de desanimarme, descalificarme y por sobre todas las cosas intimidarme y callarme.

Hoy he decidido públicamente como un ejercicio de emancipación personal y empoderamiento de mi vocería a favor de las mujeres, como un modo de reafirmarme en mi cometido, he decidido decirle a toda persona que me lee que sí he de recibir todo este tipo de mal trato por buscar lograr que una mujer deje de ser vulnerada en alguno de sus derechos, que cada mujer que conozca logre empezar su proceso de liberación de un sistema que odia a las mujeres, que una niña no sufra en las calles sexmo al jugar libremente, que una mujer no tenga que tomar decisiones laborales lejos de su vocación profesional. Cuando todo eso ocurra estaré satisfecha.

Solo si logro que las mujeres que me rodean por dignidad y amor propio decidan no trabajar en empleos que les explotan laboralmente. Si logro que las prostitutas conozcan sus derechos y puedan hacerlos valer. Si logro disminuir notoriamente el hecho de que seamos asesinadas por el simple hecho de ser mujeres. Es decir, si logro disminuir en algo los feminicidios con este trabajo que realizo por amor a la libertad de todas ningún intento de insulto importara. En ese momento me sentiré satisfecha.

Si con mi vocería se logra en alguna medida disminuir la desigualdad de derechos y condiciones laborales, sociales, de participación etc… me daré por bien servida. No necesito la aprobación social para defender lo justo.

En un país y un departamento godo, que ve en las mujeres libertarias; es decir, en nosotras las mujeres, el objeto predilecto fuente de culpabilidad, amenaza para la estabilidad de lo que se llama “cultura llanera”.

Esa denominada “cultura llanera” que sanciona y censura a las mujeres que les decimos a los hombres: “No merecemos más que ustedes por ser mujeres ni tampoco menos de lo que ustedes tienen como derecho de nacimiento. Queremos lo justo, vivir con los mismos derechos y oportunidades que ustedes en todos los aspectos de la vida”.

Esa cultura donde el hombre impone, domina y controla, por tradición colonial, arcaica, y retrograda –por el machismo heredado. Tradición cultural en la que se amparan para humillar, someter, golpear y hasta asesinar mujeres, una cultura tan predominante como demente que ha logrado hacer que hasta muchas llaneras se sientan identificadas y afines con estas ideas y prácticas algo que se sale totalmente de los esquemas y que carece de lógica. Mujeres que justifican el maltrato, la violación y toda clase de humillación y vejámenes en contra de otras mujeres y en contra de ellas mismas.

Reafirmo abiertamente que mi objetivo como vocera de Feminismo Artesanal es combatir desde la realidad tradicional y cultural la violencia machista, para resaltar el verdadero papel y poder de la mujer llanera, porque aquí nos enfrentamos a una dicotomía. Les cuento a quienes no conocen mucho de la cultura llanera, y es que la mujer aquí se conoce como indomable, guerrera, atrevida, recia y patrona, cosa que es solo un mito. La realidad es que de eso en muchos aspectos no hay nada, No desconozco casos de mujeres valientes y luchadoras. Estoy haciendo la tarea de trabajar en conjunto con las mujeres que piensan como yo.

Desde FEMINISMO ARTESANAL hago el llamado a esas mujeres fuertes y valientes dispuestas a terminar con la violencia machista en este nuestro territorio. La invitación es a que nos unamos con todas nuestras capacidades para emancipar y crear una transformación autentica, política y social en todas y cada una de las mujeres metenses y llaneras.

Sea la ocasión para contarles que somos quizás la única región en la que existe un movimiento machista. Así es que tenemos mucho trabajo. Vamos con toda. Ya logramos por primera vez en nuestros cincuenta y siete años de vida institucional como departamento tener a una mujer como gobernadora y una mujer en la alcaldía de uno de los municipios en el presente periodo político. Eso es un logro gigantesco para nuestra comunidad, para nuestra sociedad, nos da agenda política seria, nos alienta a seguir en la lucha, nos impulsa a buscar liberar, liderar, empoderar.

No en vano soy una sobreviviente, del sistema. Una sobreviviente del machismo, lo soy porque tengo una misión, y por eso viviré por esta causa.

Ni sumisa, ni obediente, Mujer fuerte e independiente, aguerrida, rompiendo las cadenas de lo indiferente, ni oprimida ni opresora. Mujer libre, Anti patriarcal

Putamente libre.

Por: Natalia Rey Vera

Tags

Lo Último


Te recomendamos