Opinión

Magdalena papal

Eduardo Arias nos cuenta detalles del barrio en donde se ubica la Nunciatura Apostólica, en donde se está quedando el papa Francisco en Bogotá.

El barrio La Magdalena recibe la visita del cardenal Jorge Mario Bergoglio, también conocido como su santidad el papa Francisco. En un tiempo récord jamás visto en Bogotá (¡par semanas!) arreglaron los andenes de la carrera 15 entre calles 36 y 37. Los andenes de la Nunciatura Apostólica, una casa de estilo neoespañol con capilla (que es la embajada del Vaticano en Bogotá) donde duerme el papa durante su visita al páis, y los de la cuadra de enfrente.

Esta sede pontificia se estableció allí en 1951, cuando La Magdalena era uno de los más elegantes y distinguidos sectores de la ciudad. Con la aparición de nuevos barrios de clase alta en los predios de las antiguas haciendas de El Chicó, Santa Ana y Santa Bárbara, La Magdalena pasó de moda. Varios expresidentes que allí vivían se trastearon al norte, así como las sedes de muchas embajadas. Pero la Nunciatura nunca se movió.

Cuando llegué a vivir a La Magdalena descubrí esa casona de estilo neocolonial que tenía una capilla. A los ojos de un niño que consideraba el jardín como la parte más importante de una casa aquello era una maravilla. En esa época una cerca con barrotes de metal separaban la calle de la Nunciatura. Muy rara vez veía entrar un carro o salir a alguien. Alguna vez habré visto un par de monjas, pero puede tratarse de un recuerdo falso inspirado en alguna escena de la película Roma, de Fellini.

En el año en que llegué al barrio La Magdalena podía haber pasado de moda. Pero acogió a los dos más destacados visitantes que llegaron a Bogotá en aquel entonces. En 1968, al cardenal Giovanni Battista Montini (también conocido como su santidad el papa Pablo VI), quien durmió en la Nunciatura cuando presidió el Congreso Eucarístico que se celebró en Bogotá. En 1969, La Magdalena acogió a la selección de fútbol de Brasil de Pelé, Tostão, Gerson, Jairzinho y compañía (la que un año más tarde ganaría el Mundial de México), que se alojó a muy pocas cuadras de allí, en el Hotel Comendador, frente al Parque del Brasil.

Más adelante a la Nunciatura le elevaron el muro, reemplazaron las rejas por unas láminas de metal y su jardín y su capilla quedaron ocultas. Solo he podido volver a fisgonear desde un apartamento del último piso del Edificio La Magdalena, que queda enfrente. Algo se puede ver a través de las frondosas ramas de los urapanes de la carrera 15 y mis ojos de adulto me dicen que el jardín en realidad no es tan grande ni tan maravilloso como parecía serlo en 1968, en 1969.

El día de la llegada del cardenal Bergoglio a La Magdalena, en horas de la tarde, dos hileras de vallas de metal negro ya no dejaban ver el esmero que le pusieron las autoridades para arreglar los andenes. Pero bueno. La carrera 15 entre calles 36 y 37 tendrá durante varios meses los mejores andenes de la ciudad. No los pudo ver el sumo pontífice entre tanta parafernalia de seguridad. Pero bien por nosotros, los peatones.

Por Eduardo Arias / @ariasvilla

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