Opinión

La amabilidad

Tal vez no seamos totalmente conscientes de ello, pero un pequeño gesto de amabilidad puede cambiarlo todo, tanto para quien lo recibe como para quien lo ejecuta. El dalái lama decía: “Sé amable siempre que sea posible. Siempre es posible”.

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Pero que algo sea posible no necesariamente quiere decir que sea real o tangible, para eso se necesita de un buen grado de voluntad y, por supuesto, de consciencia. Voluntad para querer hacer las cosas cada vez mejor, para ser consecuentes y darles a los otros eso que nos gustaría recibir, y, sobre todo, para dejar nuestro orgullo de lado y entender que nuestra vida cobra verdadero y profundo valor cuando podemos ser de ayuda para otros.

Y se necesita de consciencia para poder estar enfocado en el momento presente, no en la ansiedad que pueda generarnos un futuro incierto, ni tampoco dando vueltas en la frustración de un pasado que repetimos en nuestra mente imaginando diferentes alternativas posibles tan solo para castigarnos sin poder cambiar el resultado, porque evidentemente ya quedo atrás. Pero ser conscientes también para entender que cuando no estemos de buen humor, ese estado de ánimo es nuestra reacción a algo que sucedió, por consiguiente es nuestra responsabilidad y no viene bien bajo ninguna lógica tratar de desquitarnos con el resto del mundo. Puede que las cosas que pasen no nos gusten, pero no podemos culpar a otros por como decidimos reaccionar ante ello.

Tal vez esto último sea lo más difícil, pero si algo bueno tiene la amabilidad es que genera una reacción en cadena que termina siempre por volver a ti cuando más lo necesitas. Cuando eres amable con una persona (ya sea alguien con quien tienes contacto habitual o un perfecto desconocido) sentirás una pequeña satisfacción al haberlo hecho, y esas pequeñas satisfacciones sumadas empezarán a crecer en ti a tal punto que tus reacciones frente a los momentos menos agradables serán cada vez menos incómodas o dolorosas; pero además de eso, quien recibe ese gesto de amabilidad de parte tuya, en algún momento se sentirá curioso por sentir esa misma satisfacción, por lo que buscará repetir el gesto con alguien más.

Todos hemos tenido momentos en los que nos gustaría que alguien nos tienda la mano, nos dé un abrazo o simplemente nos ayude a despejar nuestra mente con una sonrisa. ¿Qué tal si en vez de esperar a vivir esos momentos somos quien da ese abrazo o esa sonrisa?

Siempre podemos ser un poquito más amables con todas, absolutamente todas las personas que nos rodean, y si nos propusiéramos hacer al menos un gesto amable al día durante los siguientes 10 días, nuestra vida se transformaría. ¿Qué tan amable puedes llegar a ser con un desconocido? ¿Aceptas el reto?…

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