Si uno repasa su propia vida, la película que no solamente abre su telón cuando la gente se está muriendo, la mayoría de días son chatos: de ahí que los recuerdos solamente sean puntuales en las buenas y las malas experiencias: en aquellas que nos forjaron a fuego para bien y mal. El resto es escenografía pura y listo.
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Nos cuesta pensar qué fue lo que almorzamos el viernes, pero no olvidamos, no sé, la primera cópula o el día en que un regaño nos hizo llorar desde la niñez hasta hoy. Hay grandes días y jornadas plagadas de terror y espanto. Y ojo: puede que la primera cópula sea un día de espanto o el regaño una lección que atesoramos hasta hoy y aunque el entramado del recuerdo es impactante, el recuerdo y las enseñanzas aplicadas a partir de ese instante clave modifiquen la evocación y se guarde una imagen que hasta puede que contenga cariño. Así de caprichosa es la relatividad.
El fútbol termina siendo igual porque hay tantos partidos jugados que solamente se recuerdan los instantes claves: un gol perdido en el minuto 90, la atajada que supo dar un campeonato, el pelotazo que pegó en el palo cuando tuvo que ir adentro o la cara de los jugadores escondiéndose en el camerino después de perder su cupo en primera. También hay jornadas que forjan la propia historia futbolística y que también la pueden echar a perder: Hungría, por ejemplo, era indestructible y justo el día de la final del Mundial 54 perdió. Y es como si nunca hubiera podido recuperarse de ese golpe: de pronto es como si ese suceso los condenó a vivir en medio del ostracismo. Y Alemania en cambio usó ese éxito para apuntalarse como un indestructible.
El martes puede ser un día determinante en la historia del fútbol colombiano: Brasil, el equipo de Tite que lleva 27 puntos ganados de 27 disputados, aparecerá en el Metropolitano con la idea de hacer los 10 en cadena a expensas nuestras y gente suficiente tiene para soñar con esa idea. Colombia necesita ganar para no pasar sobresaltos y porque juega en su casa, donde siempre se debe vencer así en este camino hacia Rusia se haya dado mejor la condición de robar puntos en otros lugares. Entonces habrá que decirle a Arias que pegue el grito para que en el medio le colabore alguien para no dejarse de Neymar, a Cuadrado aconsejarle que haga la simple y la suelte un segundo antes, a Falcao que se acuerde de esos goles que nos llevaron al Mundial que nunca pudo disfrutar, a Ospina que le detuvo de todo a esos mismos brasileños en 2015 para que siga en esa línea, a James que no olvide sus genialidades en el Maracaná hace tres años, a Sánchez que borre a todos así como cuando se tragó vivo a Messi en un duelo en El Campín también de eliminatorias…
El martes es un día clave y el destino –para bien o para mal– quiso que el calendario marcara además una fecha que le sentó bien y mal a nuestro fútbol en su momento: 5 de septiembre. La sensación es que este juego no se convertirá en otra escenografía chata y gris de nuestro trasegar futbolístico. Será inolvidable.
Lo que angustia es no saber si será inolvidable para bien o para mal (ojalá que para lo primero).