Opinión

La guerra contra el espejo

“Eres gorda y fea Mar Candela”. Esa frase infantil que en mis tiempos de más juventud me dañó, hoy solo me recuerda mi poder, lo mucho que he crecido y que es en la prisión de la vanidad donde habitan muchos de mis egos.

Cuando las personas que están en contra de mis pensamientos me escriben para recordarme que estoy gorda y fea, recuerdo lo estúpida que fui como para que esos comentarios alguna vez me dañaran: tengo derecho a ser gorda y fea como esas personas tienen derecho a ser imbéciles.

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El asunto es que hoy día mi batalla campal contra el espejo ya hizo su proceso de paz y esa reconciliación, llena de demasiadas contradicciones, me ha hecho libre. He podido cultivar otras cosas. Cuando logré asumir que NUNCA sería el estereotipo de belleza que me dejé imponer en mi cabeza, ese día cambiaron muchas cosas en mi existencia.

Le perdí el miedo a las críticas, mejoré mi capacidad de relacionarme con el mundo que me rodea, mi comunicación verbal y no verbal mejoró un poco, y lo más bonito de todo fue que aprendí a amarme por sobre todas las cosas.

Las prisiones de las mujeres son mucho más complejas de lo que podemos entender. El sistema nos impuso la obligación de ser bellas, y no es cierto que toda mujer por el simple hecho de ser mujer es bella. Tampoco es cierto que si una mujer no es bella no puede tener un lugar serio en la historia de la humanidad.

No es cierto que la belleza física tiene que ser un requisito para ser mujeres plenas.

Todo lo que sucedió en mi vida a razón de mi falta de autoaceptación me ha dado la capacidad de combatir a fondo una de las prisiones más poderosas, y es esa manía de buscar aprobación, de buscar ser amadas.

Yo renuncié a la búsqueda de la aceptación social y empecé a abrazarme aún cuando me rechazaba, y poco a poco empecé a amarme de modo tal que hoy solo vivo para decirle a las mujeres que nosotras seremos verdaderamente libres el día que nos amemos sin reprocharnos por no llenar la expectativa social de lo que se supone que debemos ser.

«Eres gorda y fea Mar Candela”. Esa frase infantil que en mis tiempos de más juventud me dañó, hoy solo me recuerda mi poder, lo mucho que he crecido y que es en la prisión de la vanidad donde habitan muchos de mis egos. Yo soy libre al aceptarme aún cuando el espejo me recrimine.

Hay demasiadas batallas que tendremos que asumir como pérdidas; ¿qué haremos con eso? Yo decidí hacer de mis prisiones un espectáculo divertido.

Hoy me divierto riéndome un poco de “mis defectos físicos” cuando como y siento remordimiento. Cuando me frustro porque hago ejercicio cinco veces a la semana -y no es para ser delgada si no solo para no llegar a un estado de obesidad mórbida- y alguien me dice que “no se me nota el ejercicio”. Yo con una sonrisa enorme respondo: «¡Imagínate que no hiciera ejercicio! Te quitaría el puesto en el avión. Hago ejercicio por consideración a ti».

Comprendí que la única manera de emancipar mi vida del sistema es aprendiendo a vivir con la mujer que soy, con sus luces y con sus sombras, con todo lo que no soporto de ella, y desde ahí disfrutar de las cosas maravillosas que soy y que no logro ver en el espejo a causa de toda esa basura que me dejé meter en la cabeza sobre los conceptos de belleza y lo transcendental que es ser una mujer bella para lograr ser una mujer exitosa.

Por: Mar Candela. / @femi_artesanal

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Mar Candela Castilla debatió con Fernanda Sternberg y Cristina Vélez de la Secretaría Distrital de la Mujer, sobre le papel de la mujer en la Colombia de hoy ¡Bienvenidos!

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