Rodeada de edificios de apartamentos, en la esquina de la calle 103 con carrera 22, un tranquilo sector residencial, los seguidores del credo ortodoxo tienen un lugar de reunión. La Iglesia Dormición de la Theotokos. No es común encontrar en Bogotá personas que profesen la fe ortodoxa. En esta sencilla iglesia de ladrillo con ornamentos azules y rodeada por una alta reja blanca, ellos tienen un lugar para reunirse.
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En un país como Colombia, de tradición católica y al que últimamente han llegado varias iglesias y congregaciones, no es común encontrar seguidores de esta fe. Eso explica por qué en mis caminatas pasé muchas veces frente a esta iglesia sin advertir que no era un templo católico, como yo presumía.
Hace algunas pocas semanas leí por casualidad las tres placas que están junto a la puerta de entrada y así fue como me enteré de que era un templo ortodoxo. Entonces caí en cuenta de que su planta es en forma de cruz griega, una cruz cuyos cuatro brazos son de la misma longitud. Las iglesias católicas con forma de cruz, por lo general, suelen utilizar una planta en forma de cruz latina. Es decir, con el brazo del atrio más largo que los otros tres.
Por lo general la iglesia permanece cerrada. Solo la he visto abierta dos veces. Por respeto a los fieles no me atreví a entrar, así que no sé como es por dentro.
Los ortodoxos consideran que su fe se origina en Jesucristo y el mensaje de sus apóstoles. El término significa “doctrina recta”. En los primeros siglos del cristianismo las Iglesias de Oriente (hoy Ortodoxa) y de Occidente (hoy Católica) estaban unidas, pero paulatinamente fueron distanciándose por diversas causas y se separaron formalmente en 1054.
Se calcula que en el mundo entero hay alrededor de 300 millones de fieles ortodoxos. Están presentes, más que todo, en algunos de territorios que en algún momento formaron parte del Imperio bizantino, Rusia, Europa del Este y en la actualidad es la religión predominante en Bielorrusia, Bulgaria, Chipre, Georgia, Grecia, Moldavia, Montenegro, Macedonia, Rusia, Rumania, Serbia y Ucrania. Pero también hay comunidades grandes en otros países y uno de ellos es Colombia.
A diferencia de la Iglesia católica, que está en cabeza del papa, la jerarquía ortodoxa se divide en cuatro patriarcados. Los apostólicos (Constantinopla, Jerusalén, Alejandría y Antioquía), cinco patriarcados posteriores y varias iglesias autónomas. Entre ellas está la de América, de la que depende Colombia.
Aunque yo no me guío por ningún credo, me encanta encontrar en Bogotá templos o lugares de oración que pertenecen a religiones distintas a las predominantes. Son una muestra de la diversidad cultural que hace posible que una ciudad sea cosmopolita y, además, son símbolo de respeto y tolerancia, dos valores que tanta falta nos están haciendo en esta Colombia del siglo XXI.