Los resultados del domingo dejaron sumidos a la mitad de los colombianos en una profunda depresión. En mi caso, he tratado de sobrellevar la #Plebitusa con dosis de ficción, dado que explicaciones racionales no he encontrado. Una de mis primeras consejeras fue la película francesa Road to Estambul, que llegó para hacerme entender que hay personas para quienes la religión es lo primero y que a partir de allí asumen como verdad cualquier infamia que se diga en su nombre, como pasó con el tema de la ideología de género, que nefastos personajes de la política nacional utilizaron (y siguen utilizando) para potenciar el rechazo a los acuerdos de La Habana.
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En Road to Estambul, Elodie tiene 20 años y se une al Estado Islámico para emprender un viaje hacia Siria junto a su novio, dejando su casa sin explicación. Elizabeth, la mamá, no logra saber qué le pasó a su hija y hace todo lo posible para traerla de regreso, en un proceso en el que debe ponerse en el lugar de ella, pese a que no apoya sus convicciones. Aplicado a nuestro contexto y lejos de juzgar a los compatriotas que también han padecido los estragos de estos 52 años de guerra, hoy hay que tender puentes con los que piensan diferente, porque si se hizo el esfuerzo con las Farc, también se podrá hacer lo mismo con las otras orillas políticas y religiosas de Colombia.
La ficción es buena consejera en cualquier tipo de tusa, más con películas como Alias María, que nos representará en la preselección de los premios Óscar, y que resulta una inversión de tiempo para reflexionar acerca de la crueldad de la guerra desde el punto de vista de una guerrillera. Ser capaces de entender, así sea por medio de la ficción, que no solo sufren los habitantes de las grandes ciudades, sino también los soldados, los guerrilleros y los campesinos, será una manera de darles vuelta de hoja a los resultados del plebiscito y empezar a construir país desde lo que cada uno pueda hacer.
La #Plebitusa no es el fin, sino una invitación a que todos acompañemos a las víctimas, que claman por el fin de la guerra, y pasemos de ver el conflicto con los ojos de quienes solo se movilizan desde sus sofás y sus cuentas de Twitter, a ser capaces de actuar para la no repetición de los desplazamientos, los secuestros y las muertes de inocentes.
Pero el proceso de tusa es largo, tanto como estos años de negociaciones, con lo que el par de películas recomendadas no solucionan las cosas de raíz, más si las acompañamos con el coctel del oportunismo de nuestros políticos por televisión, que nos terminan por deprimir más. En consecuencia, el consejo es apostarle a la cultura, como una opción real con la que se construye paz.
Por ejemplo, Alemania, un país que sufrió las consecuencias de la mezquindad de sus líderes (como aquí), ha demostrado cómo se superan los escenarios de sangre con expresiones culturales que reconfortan y brindan esperanza. En esa medida, que el Goethe-Institut celebre sus 60 años en Colombia y que Alemania sea el invitado de honor en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo es una manera de pasar este trago amargo con arte, cultura y conocimiento.
Para silenciar las balas, que según advierten pueden volver tras el triunfo del ‘no’, nada mejor que ópera, danza, música y teatro, acompañadas de conferencias para hablar de paz, memoria y cultura. Solo así se pondrá la voz en alto para que triunfen las ideas y expresiones culturales sobre los egos de unos pocos.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.