Opinión

La construcción de paz, la democracia y las mujeres

Hace cinco años dije a los lectores de mis redes sociales, haciendo referencia a los cuestionamientos de siempre, ¿vale la pena ser activista?, ¿transformará en algo tus gritos la realidad?, lo siguiente: “Es deber nuestro, de la ciudadanía corriente y común, reprogramar nuestra sociedad; mujeres y hombres de buena voluntad, debemos lograr hallar la reprogramación en la ética y los valores, hacer que todo nuestro pueblo comprenda que debemos exigir siempre el cumplimiento de la ley y, si es necesario, trabajar por la modificación de la ley”.

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En ese entonces no entendía muchas cosas que hoy entiendo sobre la ley y la justicia, por ejemplo, ahora entiendo que ley y justicia no siempre van de la mano, por eso esas palabras que dije entonces están más vigentes en mi pensamiento que nunca antes. Intelectualmente ignoraba muchas certezas que hoy tengo y el hecho de que Facebook me recordara justo ayer (un día después de los acuerdos de paz), precisamente ayer, que hace cinco años hice estas declaraciones, me ha resultado mágico en todo sentido. En esa época no había tenido el honor de conocer la definición de ética del señor José Luis L. Aranguren, uno de los filósofos y ensayistas españoles más influyentes del siglo XX (Ávila, 9 de junio de 1909 – Madrid, 17 de abril de 1996)… “La ética no se refiere entonces a la realidad sino a la consciencia individual y lo que importa es la intención y no el resultado”, haciendo referencia a ética y política.

Lo que para mí quiere decir que lo justo es lo justo. Sin importar cuántas cosas ignoremos intelectualmente, quien defiende el bienestar de la humanidad desde su intuición “lo sabe”. A las cuatro de la madrugada del día de ayer tuve una discusión vía Twitter con el señor Daniel Raisbeck, excandidato a la Alcaldía de Bogotá, por quien voté aunque sabía que no ganaría, por quien voté sabiendo que es un neoliberal de esos que con demasiado poder pueden convertir todo asunto político en asunto de ganancias, y voté por él porque vi discurso honesto, algunas ideas buenas y, sobre todo, sabía que no iba a quedar y que mi voto en sus manos era un grito de impotencia por no encontrar un lugar donde votar y para no tener que botar. Retomo: desperté y vi su trino. Parafraseando: “Acuerdos con las Farc envían mensaje de que para tener curules hay que alzarse en armas”. Ahí me di cuenta de que no voté por un hombre sensato sino por un jovencito que le duele más el derecho a una curul que la guerra y muerte de inocentes. El alegato fue denso y extenso, lo que más me impresionó de todo fue uno de sus trinos en el que me reprochaba apoyar la “burla a las reglas de la   democracia”. Con ese trino cerró su compartir conmigo. Queda claro para mí   que este hombre no sabe que la democracia ha sido burlada desde los inicios de la patria, ni que el derecho a ser elegido en Colombia es una falacia –es un asunto de plata y poder, no de simple querer ser–. Y justo por ser así el asunto. Históricamente. Erradamente diferentes movimientos con sentido político han acudido a alzarse en armas.

Aquí en Colombia nunca ha existido la democracia. Independientemente de lo que creamos sobre el deber ser de la democracia. Aquí el único derecho político que aplica para toda la ciudadanía es el derecho a elegir ya que el derecho a ser elegido es una farsa. Máxime cuando hechos históricos nos demuestran que lo que existe es una serie de dinastías, unas más grandes que otras, unas de cuna y otras construidas en el camino. Después de esta discusión me permito preguntarme a modo de reflexión: ¿cuánta de la ciudadanía que se llena el pecho defendiendo la democracia de humo en Colombia realmente ama la patria o está tras intereses personales?, ¿cómo nos pueden doler más10 curules “a dedo” que las miles de vidas que dejarán de morir a causa de la guerra?, 10 curules en el Congreso es menos del 4% de la representación durante cuatro años a cambio de   evitar miles de muertes, es un muy buen “negocio”. Claro, el derecho a la paz no debería ser negociado, los derechos no se negocian; no obstante, si no hacíamos el negocio nunca tendríamos la oportunidad de pensar en construir la paz. Vinculo el ejercicio de discusión con el señor   Raisbeck con las palabras reflexivas del filósofo José Luis L. Aranguren en el sentido de que, evidentemente, el señor Raisbeck no está viendo la intención política, solo ve los resultados que muchos sienten incómodos e injustos, sobre todo quienes han aspirado a participación política sin armas y sin plata –en ese sentido toda mi comprensión y entendimiento para estas personas–. Sin embargo esa situación no puede enceguecernos, en este caso la curul de la que no goza el señor Raisbeck, según él, por no tener la maquinaria política de los de siempre lo ha enceguecido y digo por qué no estoy convencida de que él, por ahora, tenga la suficiente fuerza política para ganar aun teniendo los recursos para promover su campaña por todo lo alto.

Tengamos en cuenta que no todas las personas que gozan curul fueron alzadas en armas en su pasado, de hecho no son la mayoría de congresistas quienes lo son. El comentario de este señor resulta temerario y guerrerista, también evidencia su vista de túnel a las circunstancias políticas dadas. Es un comentario absolutamente desconsiderado, aunque el señor Raisbeck afirme con seguridad que aquí hay una democracia imperfecta, pero aun así   la hay. Mi opinión es que si de casualidad existe es una democracia manoseada y siempre a razón de la guerra, por lo tanto no veo ningún problema que esta vez la manosee la razón de la paz que lo hace con esperanza, con ternura y respeto que le produce bonitas sensaciones, no como la razón de la guerra, que se le impone y la viola cada vez que le da la gana. La razón de la paz se ha tomado la tarea de seducirla y convencerla de que quiera otra forma de vivir, la razón de la guerra nunca le ha dado opciones, la razón de la paz se propone sanarla, de todas maneras los politiqueros de turno se las ingeniarán siempre para manosear la democracia. Pienso que lo van a hacer siempre con diferentes motivos y es mejor que sea para evitar muertes, aquí cabe agregar eso de que “dime las razones por las que votas y te diré quién eres y de qué careces”.

Para ilustrar, voto al ‘sí’, que no trata de otra cosa distinta a la de salvar vidas. La intensión   ética y política de este plebiscito por la paz es que nadie más sufra ni muera a razón de los intereses políticos del Estado y de las Farc. Que al fin autoridad estatal y guerrilla resuelvan sus contiendas por medio de la razón y no de las balas. A todas luces esta intención vale las curules necesarias –la ciudadanía es la que tiene la última palabra en cuanto a qué tanto poder político alcanzarán las Farc por la vía legal–.

Ahí verá la ciudadanía si piensa dar más poder a las Farc que a otros grupos políticos que nunca han participado directa o indirectamente de modo activo y consciente de esta guerra,   que aunque pocos los hay.

Como feminista me es imposible dejar de ver el tema de la paz con los lentes de la causa que me atañe y es por eso que cierro mis reflexiones sobre este proceso del fin de la guerra y la esperanza de la construcción de paz para una nueva ciudadanía en la que la diversidad humana sea respetada y no castigada. Soy consciente de que el fin de la guerra con las Farc no es el inicio de la paz, es el comienzo de la construcción de paz y eso es esperanzador. Esa construcción de paz será un fracaso si no se realiza con dinámicas sociales y políticas con perspectiva de género, con énfasis en enfoque diferencial. Tengo claro que esta paz se puede esfumar si el principio ético de esta construcción no es el feminismo, no obstante me da un poco de tranquilidad saber que al menos en el papel para este proceso de paz el tema de mujeres y género fue un tema crucial para llegar a estos acuerdos. Soy consciente de que si las mujeres no nos hacemos visibles en este acto histórico de la humanidad, como lo es la paz en Colombia, seremos borradas como siempre lo hemos sido.

Colofón

La escritora Virginia Woolf afirmo: “Es obvio que los valores de las mujeres difieren con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y sin embargo son los valores masculinos los que predomina

“Las mujeres han servido todos estos siglos de espejos que poseían el poder mágico y delicioso de reflejar la figura de un hombre el doble de su tamaño natural”.

Emma Goldman dijo: “Un cambio social real nunca ha sido llevado a cabo sin una revolución… Revolución no es sino el pensamiento llevado a la acción”.
Las cito para recordarme a mí misma que el poder de las mujeres está en sus palabras y que nosotras estamos llamadas a pagar el precio por la paz sin permitir que nuevamente seamos borradas de los procesos históricos de nuestro país como seres intelectuales activos ni permitir que nos reduzcan a simples “damas de compañía del proceso de paz” o “bellas espectadoras”.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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