Después de más de 50 años de violencia los pequeños agricultores en Cauca y Valle del Cauca están empezando a ver un panorama diferente. Alejados del conflicto comenzaron a descubrir que existen otras opciones de vida y están esperando a que la implementación del acuerdo de paz llegue hasta sus veredas.
PUBLICIDAD
Sin embargo, 14 mil campesinos de las poblaciones más afectadas por la violencia en esos dos departamento decidieron empezar a cambiar sus vidas desde hace 17 años, acogiéndose a un proyecto llamado Vallenpaz.
Esta idea surgió luego del secuestro cometido por el Eln en 1999, en la Iglesia la María en el sur de Cali y posteriormente el secuestro en el kilómetro 18. En ese momento se juntaron más de 700 personas, de diferentes sectores, para pensar cómo aportarle a la construcción de paz desde el suroccidente del país.
Felipe Montoya, director de Vallenpaz, contó a PUBLIMETRO que esa fue una de las épocas más violentas que vivió esta región de Colombia y ahí fue cuando identificaron que eran los campesinos quienes prestaban a sus hijos para la guerra. “No lo hacían voluntariamente, pero producto de muchas dificultades que se estaban presentando, como la falta de oportunidades, también empezaron a prestar sus tierras para financiar esa guerra”. Por eso decidieron empezar a sembrar oportunidades, “pensando en la dignificación del campesino y pensando en generarle alternativas que no le permitan que los grupos armados y que los cultivos ilícitos se conviertan en una opción”.
Con este proyecto buscaron contribuir a la paz promoviendo el desarrollo integral de las comunidades rurales, acompañando a los agricultores en sus procesos, brindándoles formación, capacitación y herramientas para que sus productos encuentren posibilidades dignas y reales de ser comercializadas.
Hoy los resultados son evidentes. Son 17 años de un proyecto que ha beneficiado a campesinos del Cauca y del Valle del Cauca, en municipios afectados por el conflicto como Caloto, Miranda, Padilla, Piendamó, Corinto, Guachené, Puerto Tejada, Buenos aires, Buenaventura, Andalucía, Roldanillo, La Unión, Dagua, entre otros.
Todos ellos son pequeños campesinos dueños de fincas de menos de 5 hectáreas que lograron ingresar al mercado local con las mismas condiciones de las empresas miltinacionales.
PUBLICIDAD
Conflicto y posconflicto
Históricamente la presencia de los grupos armados han generado un obstáculo en esta y otras regiones del país. Pero, a pesar de esto, quienes pertenecían a Vallenpaz se abrieron paso entre los campesinos para empezar a sembrar productos legales. “El no estar amarrados a ninguna línea política nos ayudó a ingresar a las poblaciones y a llegar a los campesinos”, recordó Felipe Montoya, quien agregó que para nadie es un secreto que ahora hay un resurgimiento de los grupos armados, sobre todo en el Cauca. Pero, resaltó que ahora hay otra dificultad y es que “el posconflicto no arranca”.
“La gente esta necesitando que empiece la restitución de cultivos”. ¿Por qué? Cuenta Montoya que hay campesinos de la zona “que le dicen a uno que la coca está barata, que la marihuana está barata. Pero eso no va a durar así mucho tiempo. Por eso hay que aprovechar, porque hay quienes piden la sustitución de cultivos ya, pero los proyectos no están”.
Agregó que los cultivos aumentaron durante todo el proceso de negociación en La Habana “por que les llegó el mensaje de que habría una remuneración”. Pero, hoy en día, “en las zonas en las que hemos intervenido, hemos visto que otros campesinos dejaron de sembrar coca. Como ya no están las Farc, ya no está el principal comprador. El problema es que si el Gobierno se demora mucho llegarán otros grupos a comprarles y el precio volverá a subir y la coca volverá a ser atractiva para los campesinos”.