La implementación del proceso de posconflicto en Colombia durante una década tendrá un coste estimado de 31.000 millones de dólares, según informó el experto suizo que participó en las negociaciones del acuerdo de paz.
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Julian Hottinger participó como experto en resolución de conflictos en las negociaciones de paz que durante más de cuatro años tuvieron lugar en La Habana entre el Gobierno y las Farc, que pusieron fin a 52 años de guerra.
En un encuentro con la prensa en Berna, Hottinger se dijo satisfecho del acuerdo.
«Hay dos aspectos, el contenido y el espíritu de la negociación. El espíritu ha sido positivo, estaba claro al cien por cien el nivel de voluntad de acabar con el conflicto. Con respecto al contenido, es el resultado de un compromiso y es realizable».
«Soy optimista, habrá altos y bajos, pero soy optimista», subrayó.
El diplomático suizo también se mostró optimista frente al futuro, aunque a la vez muy cauto, dados los enormes desafíos que enfrentan los colombianos para implementarlo y, especialmente, el aspecto financiero.
«Para aplicar el proceso de posconflicto durante diez años se necesitarán 31.000 millones de dólares. Es una cifra descomunal y obviamente no podrá ser asumida por un solo país, habrá que ver cómo se reparte», aseveró el experto.
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Consultado sobre cuál será la contribución de Suiza, respondió la directora de la división de la Seguridad Humana, Heidi Grau, quien dijo que el compromiso financiero inicial -a ser ratificado por el Parlamento- es de cien millones de francos suizos (103 millones de dólares) entre 2017 y 2020.
Ese dinero se invertirá en diferentes proyectos en el área de la «participación política-apertura democrática para contribuir a la paz», tal y como se establece en el acuerdo.
En retrospectiva, durante el proceso de negociación, la Confederación Helvética apoyó el área temática de «cese de hostilidades» de noviembre de 2012 a julio de 2014 y, posteriormente, en la de «fin de conflicto», comisión de la que participaba Hottinger.
«Más allá del hecho de que Suiza haya estado implicada en Colombia en los últimos 60 años de una manera o de otra, yo creo que nos llamaron porque querían que esta vez el proceso fuera distinto a los otros cinco intentos que habían fracasado», explicó.
«Querían a alguien con experiencia, que conociera otros procesos de cesación de hostilidades y de fin de conflicto en otras áreas del mundo, y el elegido fui yo», comentó.
Hottinger explicó que el proceso no fue fácil, que había diferencias de lenguaje entre las partes, como el hecho de lo que implicaba «dejación de las armas», pero «no de objetivo», que era el de conseguir un acuerdo.
«Había una voluntad real de las dos partes de encontrar una solución», subrayó, incidiendo en que las discusiones se llevaban a cabo de forma muy cortés.
Con respecto a lo acordado, el diplomático repitió que los desafíos son inmensos, incluido algo tan importante como el hecho de que solo se conozca la identidad real de 3.000 de los 16.000 supuestos miembros de las Farc y que del resto sólo se sepa el pseudónimo guerrillero.
«La identidad es esencial para el proceso de reintegración».
En relación a este aspecto, el diplomático se mostró cauto al decir que en algunos casos será fácil, pero en otros costará mucho.
Subrayó que un aspecto esencial es el de la reconciliación tras los procesos judiciales que deben llevarse a cabo, «pero nadie sabe cuántos serán».
El texto se incluirá como «acuerdo especial» en el marco de las Convenciones de Ginebra -que tienen un apartado que lo permite- y quedará depositado en el archivo de la Confederación Helvética a petición de Colombia, a pesar de que Suiza no es garante del mismo, como sí lo son Cuba y Noruega.