Los colombianos recibieron con moderado optimismo el histórico acuerdo de cese el fuego anunciado por el Gobierno y la guerrilla de las FARC en La Habana para preparar el fin del conflicto armado que desde hace más de cinco décadas sufre el país.
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Salvo campanadas que repicaron en la Catedral Primada de Bogotá, situada en la céntrica Plaza de Bolívar, y en otras iglesias justo cuando se sellaba el pacto y de concentraciones medianas organizadas en distintas ciudades, la jornada transcurrió con normalidad para muchos que quizás decidieron postergar las celebraciones para la firma definitiva de la paz.
Los colombianos, tradicionalmente alegres y que en ocasiones han protagonizado multitudinarias manifestaciones por la paz y en rechazo a las FARC, hoy siguieron sin aspaviento la retransmisión del acto desde La Habana, que estuvo encabezado por el presidente Juan Manuel Santos, y el jefe de esa guerrilla, Rodrigo Londoño, alias «Timochenko».
Después de tres años y medio de conversaciones, tiempo que superó las expectativas iniciales de Santos, de un proceso de «meses», las partes acordaron el cese al fuego bilateral y definitivo, la dejación de armas, garantías de seguridad y el mecanismo de refrendación de los acuerdos de paz.
El quinto punto superado de la agenda allana el camino para una paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más antigua del continente y que volvió a la mesa de diálogos después del fallido proceso que mantuvo entre 1998 y 2002 con el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana y otras experiencias anteriores.
La jornada comenzó con el viaje de Santos y de una numerosa comitiva que incluyó a ministros, funcionarios del Gobierno y varios periodistas a La Habana, sede desde noviembre de 2012 de las negociaciones de paz.
«Rumbo a La Habana a silenciar para siempre los fusiles. #SíALaPaz», escribió Santos en su cuenta de Twitter, una red donde hoy reinó la etiqueta «#AdiósALaGuerra».
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Mientras, decenas de coronas fúnebres amanecieron ante monumentos públicos para conmemorar la firma del punto referido al «fin del conflicto», una de ellas en la Plaza Simón Bolívar de Bogotá bajo la la estatua de El Libertador y una lápida con la frase «QEPD la guerra en Colombia 1964-2016».
«El día de hoy es muy importante, venimos a ratificar compromisos con la paz. El cese bilateral al fuego que hoy se firma ha sido una consigna histórica del pueblo colombiano y es una necesidad», dijo a Efe Óscar Correa, uno de los que acudió a la convocatoria a una concentración en el centro de Bogotá.
Y tras el anuncio de los acuerdos, la Defensoría de Pueblo fue una de las primeras voces en expresar su beneplácito.
El organismo recibió los acuerdos «con gran satisfacción y expectativa por el restablecimiento, respeto y garantía definitiva de los derechos humanos» en el país.
Además señaló que «hará seguimiento al cumplimiento del cese bilateral definitivo» y a la implementación de las medidas que se adopten «para combatir las estructuras criminales sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo», que «podrían convertirse en factor de amenaza para el logro de una paz estable y duradera».
También el vicepresidente colombiano, Germán Vargas Lleras, celebró la firma del acuerdo y, refiriéndose a esa guerrilla, dijo que «ojalá lo cumplan».
«Celebro que las FARC se comprometan, a partir de hoy, a no volver a cometer ningún delito. ¡Ojalá lo cumplan!», expresó Vargas Lleras en un comunicado.
La paz definitiva, sin embargo, se firmará en Colombia en una fecha por definir, según dijo hoy Santos.
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