El informe llamado «Progreso Multidimensional: bienestar más allá del ingreso», señala que las políticas públicas de hace una década, que se basaron en la educación y la creación de empleo y que ayudaron a reducir la pobreza, son insuficientes porque el mercado laboral está saturado y los países se han topado con un techo fiscal.
PUBLICIDAD
El documento divulgado en Panamá por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que entre 25 y 30 millones de personas en América Latina pueden regresar a la pobreza empujadas por la desaceleración económica y la ausencia de una red de políticas públicas consistentes.
«Corremos el riesgo de retroceder los logros sociales que hemos alcanzado en los últimos 10 años», dijo la directora del PNUD para América Latina y el Caribe, Jessica Faeita, durante la presentación del informe.
Entre 2003 y 2013, precisó Faeita, «la pirámide social, laboral y económica de la región se transformó» con la salida de 72 millones de latinoamericanos de la pobreza y la entrada de 94 millones de personas en las clases media.
Sin embargo, la tendencia se ha ido reduciendo en los últimos tres años, y por primera vez en una década ha aumentado el número absoluto de personas pobres, es decir, aquellas que viven con menos de 4 dólares al día, de acuerdo al PNUD.
El organismo de las Naciones Unidas estima que en 2016 hubiesen salido de la pobreza un 80 % menos de personas que en los años del boom económico, aunque la región no hubiese entrado en crisis y hubiese seguido creciendo a una tasa anual del 4 %.
«América Latina ha sido muy innovadora en los últimos 15 años en temas de política social y laboral, pero nosotros creemos que hay más de lo mismo, más crecimiento económico, no generará necesariamente más reducción de pobreza o desigualdad, o al menos al mismo ritmo que el pasado», sostuvo por su parte el principal autor del informe y economista jefe del PNUD, George Gray.
PUBLICIDAD
Para evitar la recaída económica de 30 millones de personas, el organismo internacional recomienda a los Gobiernos repensar la noción tradicional de progreso y abandonar las políticas públicas que tengan al producto interno bruto (PIB) per capita como único indicador de desarrollo.