Colombia

“La paz es irresistible”: Antanas Mockus a Publimetro

En diálogo con PUBLIMETRO, el director de Corpovisionarios y exalcalde de Bogotá explicó su visión alrededor de los diálogos de paz de La Habana y la situación de la cultura ciudadana en Bogotá y otras ciudades del país.

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«Guerra de almohadas» en Bogotá

Un grupo de jóvenes convocado por Antanas Mockus se manifestó este jueves en la Plazoleta del Rosario, en pleno centro de Bogotá, para pedir por una paz duradera en la que la única guerra en el país sea de almohadas.

Cargados de cojines y almohadas, cerca de 400 personas se reunieron y empezaron a darse «con todo» en medio de un ambiente festivo y cargado de simbolismos.

Empiezo preguntándole por las imágenes que circularon en el fin de semana apoyando la resistencia civil al proceso de paz. ¿Usted considera que es válido ese camino de la resistencia civil?

Se lo resumo en cuatro palabras: La paz es irresistible.

¿Por qué es irresistible la paz?

Lo dije un poco hace dos años: si usted puede vivir en paz, no va a escoger la guerra. Ni el más belicoso acepta. La gente echa un poco de cuentos para declarar una guerra, pero una vez que uno ve la paz al alcance de la mano… Además, la paz, como dice la Constitución es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. La Constitución nos ordena la paz, y además la paz es seductora. Tal vez durante décadas nos hemos echado el cuento de que las uvas están verdes y que la paz es inalcanzable. Hay cantidad de otras cosas que hay que arreglar en este país, pero lo que es más irresistible es la paz.

Usted es, eminentemente, un pedagogo. ¿Está de acuerdo con la forma en la que se está haciendo la pedagogía al proceso de paz?

Claramente es un proceso multicapas. Los medios modernos de comunicación producen simultáneamente varios niveles de discursos. Alguien ve lo de la guerra de almohadas y dirá “otra excentricidad del exalcalde”. Pero otro encuentra distintas cosas que leer. Hay otra forma de comunicación en la que usted puede encontrar distintas cosas para distintas personas. Usted coge esta cinta…

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La cinta de Möbius, el emblema de su segundo mandato.

Exacto. Tiene una sola cara. Hace siglos la gente pensaba que la tierra era plana, y tomó mucho tiempo para identificar que la tierra es redonda, pero localmente es plana. La sociedad es más como la cinta de Möbius: todos estamos del mismo lado. Hay una artista plásitca brasileña que coge estas cintas, las rompe a lo largo y hace todo tipo de arreglos, pero siguen siendo una misma cinta y todos están al mismo lado. Dos que estén peleando, si llegan a un arreglo para humanizar la guerra, terminan…

¿Llegando a la paz?

Exacto. Si vamos a hacer un acuerdo para que no secuestremos, para que no masacremos, para no envenenar los acueductos o poner minas… si estamos cerca de un acuerdo parcial, quedamos a pocos pasos del acuerdo final. Eso lo está descubriendo, yo creo, el planeta entero. Todo el tema del desescalamiento es un intercambio de gestos unilaterales. Yo le doy una patada y usted me da un saludo. La cultura tradicional dice que le devuelvo una patada y, como dice Gandhi, ojo por ojo y todos terminamos ciegos.

¿Cómo evitar que se dén malinterpretaciones como la que sufrió el domingo?

Uno, poniendo buena voluntad y optimismo. Tal como yo veo el proceso de paz, está como un castillo de naipes: las cartas están en su sitio pero no soldadas, y por tanto en cualquier momento alguien que sople suficientemente duro lo derrumba todo. Es frágil. Como le hemos metido tanto a la paz, pues no vamos a dañar nuestra propia obra.

Ahora, yo entiendo que la gente no esté informada sobre el proceso: a mí me corcharon en un debate presidencial por saber quién juzga a los congresistas (N. de la R.: la Corte Suprema de Justicia). Aquí el acuerdo hay que meterlo en la Constitución y hay que blindarlo, porque en Colombia ha habido gente que se desmoviliza y los atacan por la espalda, hay asesinatos, etcétera. Lo primero es proteger la vida de los que se desmovilicen, sean paramilitares, Farc… en Colombia el derecho a la vida es inviolable, hay que protegerlo.

Es obvio que va a haber algo de impunidad. Pero sin el proceso de paz, hay mucha más impunidad por la guerra. “Tirofijo” estuvo 45 años de delincuente, dizque lo mataron varias veces: carreta. La impunidad viene todo el tiempo, no es que veníamos de castigar todo.

Además en el sentido común está la idea de que el que asesinó, el que apretó el gatillo, es más responsable, pero no es tan así: en la Divina Comedia, por ejemplo, el instigador está en la parte más caliente del infierno, y el que simplemente obedece órdenes está más lejos del centro del infierno.

Usted habla de la cinta de Möbius, que se asocia con su segundo mandato. Desde ese mandato, ¿cómo ha visto el cambio de Bogotá?

Yo creo que hay una especie de paradoja en el lenguaje político hegemónico. Es muy curioso que la izquierda haya promovido los subsidios focalizados a la demanda. Peñalosa, que es visto como un hombre de la derecha, le hala más a la inversión en bienes públicos e inversión que beneficia a todos, por ejemplo, en espacio público.

Obviamente el espacio público no es sustituto de la educación, hay inversiones en salud y educación paralelas, y debo reconocer que algunos de los indicadores sociales mejoraron en el gobierno de Lucho y posiblemente mejoraron en el gobierno de Petro.

Del gobierno de Samuel Moreno es muy difícil hablar porque hubo un proceso de corrupción sistémico. Se planeó, se escogió, se distribuyó todo lo que era robable… y todavía hay algunas cosas que todavía están en juicio.

La percepción popular dice que la cultura ciudadana que existía en sus mandatos se perdió. ¿Usted cree que existe todavía esa cultura ciudadana?

Creo que hay más de lo que la gente siente. Por ejemplo: ahorro de agua, pago de impuestos, uso del cinturón de seguridad, respeto a las cebras, respeto al andén en parqueo, reducción de homicidios, quemados por pólvora, ley zanahoria… algunas de esas cosas se han erosionado un poquito, pero hay un balance que sigue siendo positivo. Estamos mejor en muchos aspectos que en el 94. Ha habido desgaste, pero la cantidad que se avanzó es suficiente.

Y hay algo muy importante que es la nostalgia, la certeza de que las cosas estuvieron mejor que ahora. La gente tiene hacia dónde devolverse. La gente en este caso siente que el pasado es mejor. Una ciudad donde los ciudadanos se respeten es añorable, y de pronto es tan atractivo que lo podamos conseguir. Creo que se avanzó en reconocer derechos de la población LGBTI. Hay mecanismos de seguimiento como “Bogotá Cómo Vamos”.

¿Cómo ve al alcalde Peñalosa?

Lo veo discutiendo un poco con Petro. No sé si Petro le pone las cascaritas. Ambos tienen sus virtudes como oradores, Peñalosa a veces condensa muy bien y Petro tiene una vehemencia y en lo del Procurador se defendió como un león. Ahora, tal vez yo también cometí algunas alcaldadas como declarar a toda la ciudad un espectáculo público para que la gente no cargara “fierros”, el general (Harold) Bedoya me denunció por extralimitación de funciones…

Y la gente lo perdonó.

A mí me consta que la gente sabe perdonar. A veces digo media frase y me lo complementan con un adjetivo para que suene bonito. La gente me perdonó cuando me fui faltando meses para el final de mi alcaldía, y luego hice el acto de desagravio en el Parque Nacional, y lo hicimos con un acto de perdón.

Usted ha trabajado con otras ciudades para implantar la cultura ciudadana, por ejemplo en Cali con Maurice Armitage. ¿Se puede implantar la cultura ciudadana de Bogotá en otras ciudades?

Medellín es discípula 1A de lo que se hizo en Bogotá. Crearon una secretaría de Cultura Ciudadana e incluso es un sombrero en el que las actividades culturales quedaron a cargo de esta secretaría. No es un programa chiquito, sino es un enfoque que tiene mucho que ver.

El alcalde Armitage tuvo una reunión conmigo. Yo le dije que me interesaba trabajar en temas de cultura ciudadana, y le dije “o ponemos la cultura de primera o nada”. Y él me dijo de manera muy firme “no, lo primero es el tema de los ingresos para jóvenes”. Y lo dijo con tal convicción que yo lo abracé y lo felicité. Quedó bien claro que con jóvenes con ingresos y cultura ciudadana, él se siente seguro.

Armitage es una persona muy singular, ha sido secuestrado dos veces, y la persona que lo secuestró por segunda vez fue capturada. Y él le paga al abogado defensor para que lo defienda. A mí me pareció inteligentísimo. Pelea porque los empresarios del Valle no paguen solo el mínimo con el argumento de que la gente que gana más se siente mejor y consume más. Hemos empatizado bastante.

¿Cómo ve la situación en Barranquilla con Alejandro Char?

Nosotros hicimos un análisis en Barranquilla al comienzo de la primera alcaldía de Char. Ahí uno veía mucho deseo de mejorar, de salir adelante, pero mucho pesimismo. Entonces, tanto con Char como Elsa Noguera, me parece que esas tres alcaldías van a marcar un salto grande en Barranquilla.

Siento que en Barranquilla el entusiasmo con la ciudad prende mucho más, en Bogotá somos un poco más críticos.


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