Íngrid Betancourt, quien regresó a Colombia en una visita de cuatro días, además de mostrarse esperanzada por el proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana (Cuba) entre el Gobierno y las Farc, no descarta en volver a ser candidata a la presidencia.
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En diálogo con la BBC Mundo, la exsecuestrada afirmó:
“BBC: Este, entonces, no es el momento para discutir una candidatura de Íngrid Betancourt a la Presidencia, pero eso no significa que en dos, tres, seis años, deba descartarse.
Ingrid: Sí, así lo diría. Creo que voy a usar esta como mi respuesta para esta pregunta en el futuro”.
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Íngrid Betancourt, la política vehemente que se convirtió en símbolo del secuestro en Colombia tras pasar más de seis años cautiva por las FARC, pidió en una entrevista con Efe aprender de los errores y a la guerrilla del ELN que entienda que el país ha cambiado y es hora de pensar en la paz.
Betancourt, que vivió en carne propia el drama del secuestro, entre febrero de 2002 y julio de 2008, considera que «el ELN tiene que rectificar su posición» de no renunciar a ese delito, una condición taxativa del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para iniciar una negociación de paz similar a la que su Gobierno lleva a cabo desde hace más de tres años con las FARC.
«Para nosotros que nos digan que el secuestro es una manera de ganar plata, es algo que no podemos soportar. Y por lo tanto ellos (ELN) tienen que llegar a un discurso mucho más maduro que nos permita realmente con seriedad y con madurez acogerlos en un proceso de diálogo», afirmó la excandidata presidencial.
Betancourt dijo entender la necesidad del Ejército de Liberación Nacional (ELN) «de buscar su propia voz, su propio espacio», pero les advirtió: «tienen que tener cuidado de entender que el país ya está en otro momento diferente al de ellos».
Más pausada, serena y con una voz que considera «dignificada por el sufrimiento», mas «no amansada», Betancourt destacó que Colombia está en vías de acercarse a una paz que aún no convence a muchos de sus compatriotas.
«Acercarse a la paz es también saber que (…) tenemos que cambiar, tenemos que dejar de utilizar un lenguaje duro, agresivo, que incendie los corazones», afirmó la política retirada, que vive en Oxford (Inglaterra), dedicada a estudiar teología.
«Tenemos que sembrar compasión, clemencia, misericordia, pero también tenemos que ser audaces y fuertes. Son cualidades que tenemos los colombianos y ahora las vamos a poner al servicio de un proyecto muy bello, que es que nuestros hijos conozcan la Colombia que nosotros soñamos, una Colombia en paz», complementó.
En su opinión, el país debe «aprender» de los errores cometidos en otros procesos, como la desmovilización en 2006 de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), muchos de cuyos integrantes se reagruparon en las llamadas bandas criminales (bacrim).
«(El surgimiento de) las bacrim lo que nos señala es que cuando hay un proceso de reconciliación o de paz, o de sometimiento a la justicia, en el cual la sociedad no se involucra y que aquellos que pasan por ese proceso, al final (…) se sienten excluidos, rechazados, sindicados, señalados, cuando no hay espacio para la reconciliación real, entonces estamos empujando a esas personas a devolverse a la criminalidad para buscar una salida», alertó.
En momentos en que en La Habana el Gobierno y las FARC abordan los asuntos finales para llegar a un acuerdo que ponga fin a cinco décadas de conflicto, Betancourt aseguró que, en caso de tener la posibilidad de exigir una reparación como víctima, pediría «la verdad en torno a los hechos» que rodearon su secuestro el 23 de febrero de 2002.
El secuestro ocurrió cuando Betancourt, entonces candidata presidencial del partido verde Oxígeno, se dirigía a San Vicente del Caguán, municipio del sur del país que hasta horas antes había sido sede de una fallida negociación de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) del entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002).
«Una de las cosas que más me ha hecho daño es toda la especulación sobre los motivos que me llevaron al Caguán. Se dijo mucho que yo era la culpable de mi propio secuestro y se siguió diciendo aun después de seis años y medio de secuestro», aseguró Betancourt, sobre su decisión de viajar a esa antigua zona desmilitarizada.
«Yo no culpo al Gobierno de ese momento, los que me secuestraron fueron las FARC, pero también reclamo la posibilidad de que mi voz sea oída y reclamo eso porque para nosotros las víctimas la verdad es lo que nos permite reconciliarnos», añadió.
Frente a la paz, admitió que no quiere hablar de temores de cara a un escenario de posconflicto sino de «certezas».
«Tengo la certeza de que los colombianos hemos logrado la madurez para poder merecer la paz», propósito para el que ofrece «la voz que me quitaron durante el secuestro».
Después de esa experiencia, confiesa que no le gusta que le hagan preguntas sobre un posible regreso a la política y que prefiere hablar de «cosas más concretas» como la paz.
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