Cali

La salud mental también es cosa de niños

No todos los comportamientos alterados corresponden a trastornos mentales. En Cali hay registro de intentos de suicidio en menores de cinco años.

Una niña de cinco años llora luego de borrar varias veces la nube que intenta dibujar. En medio del llanto, repite que lo que ella hace no sirve. Que eso le dice la profesora. La mamá le pide que pare la pataleta. Confirma que la maestra es muy exigente y que la descalifica en todo para que logre mejores resultados.

La escena ocurre en una IPS de Cali, en el consultorio del psicólogo Sebastián Ávila, quien menciona este caso para ejemplificar las situaciones que pueden afectar el desarrollo psicoemocional de un niño. “La madre reporta que la niña se frustra muy fácil. Hacemos la actividad del dibujo y ella borra hasta que rompe la hoja. Me cuenta lo que pasa con su profesora y veo que ha tenido frustraciones poco equiparables con lo que puede soportar a su edad”, cuenta Ávila.

Para este profesional, manifestaciones atípicas como las que presenta la paciente comunican la existencia de un malestar. En vez de rotular sus comportamientos con el nombre de algún trastorno mental, Ávila prefiere tratarlo en principio como una situación emocional a resolver. “Últimamente todo se está volviendo un trastorno mental. Para hacer ese diagnóstico se deben tener en cuenta muchos factores que no se logran identificar en la primera consulta”, añade el psicólogo.

En Colombia, el tema de salud mental conquistó la legislatura en 2013 con la creación de la Ley 1616 (conocida como ley de salud mental), pero solo en noviembre de 2018 se adoptó la Política Nacional de Salud Mental por parte del Ministerio de Salud. Esto significa que todavía se hacen los primeros intentos para que el bienestar emocional y psicológico de los colombianos sea transversal en los servicios de salud ofrecidos por el Estado.

De acuerdo con el psiquiatra infantil Álvaro Franco Zuluaga, proteger la salud mental de los niños es una obligación debido a que hay edades en las que el ser humano aún no ha desarrollado sus mecanismos de defensa y es más vulnerable. “Si a un niño lo tratan mal sus padres, lo matonean en el colegio y sus profesores lo descalifican, se puede deprimir o presentar ansiedad con mayor facilidad que un adulto”, explica el doctor Franco.

Sobre los trastornos, entendidos como una alteración del comportamiento, el psiquiatra indica que hay variaciones que dependen de la edad: entre los dos y los cinco años, por ejemplo, son comunes los trastornos de conducta como pataletas y tácticas desafiantes; en la edad escolar, entre los seis y los 11 años, pueden aparecer problemas como el déficit de atención, la hiperactividad y la falta de control de esfínteres por ansiedad.

“En los adolescentes, la situación se complica: cuando uno es niño, todo el mundo lo quiere ‘gratis’. En la adolescencia hay que buscar ser aceptado y eso genera ansiedad y frustración, que pueden llevar a la depresión y a trastornos de la conducta alimentaria. Si estos niños o jóvenes no tienen una ayuda psicoterapéutica que les enseñe a reconocer sus emociones, es posible que los trastornos se hagan más complejos”, dice el psiquiatra infantil.

Suicidio, cima de la fatalidad

De acuerdo con los informes del Observatorio de Seguridad de Santiago de Cali, 80 niños y jóvenes entre los cinco y 17 años se quitaron la vida en la ciudad durante los últimos 10 años. El rango que más casos presentó fue el de 15 a 17 años, con 57 en total. Aunque las cifras no especifican las posibles causas, el doctor Franco asegura que uno de los factores que más afecta a los jóvenes en esta edad es el fracaso escolar.

Los 80 casos de menores que ya no están son apenas una pequeña porción de los intentos de suicidio que se han reportado en esta población. La Secretaría de Salud Municipal, que desde 2016 realiza un informe anual de intentos de suicidio, muestra que entre el 1 de enero de ese año y el 30 de junio de 2019 se tiene conocimiento de 1717 casos en niños y jóvenes entre los cero y 17 años que quisieron quitarse la vida. Dos de dichos intentos los cometieron menores de cinco años.

“El suicidio y los actos autolesivos son un fenómeno multifactorial. Una de las teorías al respecto habla de la parte biológica, de un desorden a nivel de la neurotransmisión. Por otro lado, cuando hay un evento traumático como un abuso sexual, se pueden presentar este tipo de conductas impulsivas porque hubo transgresión de los límites del cuerpo y de las emociones”, agrega el psicólogo Ávila.

Según el informe de violencia sexual en niños, niñas y adolescentes, elaborado por la Secretaría de Salud, 22 de los 1479 menores de 18 años que fueron víctimas de abuso sexual en Cali entre enero y septiembre de 2019 tuvieron un intento de suicidio. El promedio de tiempo transcurrido entre el abuso y el intento fue de seis días.

“Los casos más dramáticos que atiendo son los intentos de suicidio, porque implican un fracaso para todos y hacen que los padres se cuestionen en qué fallaron. Cuando el intento se presenta en un niño entre los seis y los 12 años, casi siempre es por situaciones de maltrato como golpes o abuso sexual”, dice el doctor Franco.

Para tener en cuenta

Los consejos para una crianza responsable se puede encontrar desde las escuelas de padres impulsadas por los centros de salud hasta las comunidades virtuales de apoyo a las familias. De manera general, el psiquiatra Álvaro Franco sugiere reconocer los logros de los niños y felicitar antes que castigar. “Los padres son los encargados de formar al niño en valores. El colegio es para todo lo relacionado con el aprendizaje. Esos valores se adquieren por el ejemplo en casa”, anota Franco.

Por su parte, el psicólogo Sebastián Ávila recomienda una crianza basada en el amor. “Pero no es un amor que borre las reglas. No se trata solamente de acariciar, sino de entender la importancia de poner límites y ayudarle al otro a que sea un ser independiente, que asuma las consecuencias de lo que haga. Desde la familia, el niño empieza a ver cómo funciona el mundo. Freud decía que ningún ser humano es capaz de desligarse de las imágenes vividas en su infancia. Eso es muy cierto”, argumenta Ávila.

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