Cali

“Reconocer la cultura de los afrodescendientes no significa acabar con la discriminación”: Tathagatan Ravindran, investigador

A propósito de la celebración del Día de la Afrocolombianidad, PUBLIMETRO habló con uno de los integrantes del Centro de Estudios Afrodiaspóricos de la Universidad Icesi para definir si en Cali sigue habiendo discriminación racial.

(Hroy Chávez)

Hasta el 2005, el Dane tasó que el 26,4% de la población de Cali era afrodescendiente. Esta cifra fue debatida en el 2016 por la Alcaldía, que dijo que se trataba de un 40%. Sin embargo, estimaciones actuales la elevan por encima del 50% debido a la migración de comunidades del Pacífico y del Cauca por el desplazamiento forzado.

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Su distribución espacial en la ciudad no es uniforme: a simple vista se nota que los afro se abultan en zonas como el Distrito de Aguablanca, la ladera de la ciudad y otros sectores marginales en los que la salud, la educación y las oportunidades laborales no abundan tanto como la violencia, los homicidios y la pobreza.

¿Qué relación tiene el color de la piel con la situación vital de una persona? ¿En qué va la lucha por acabar con el racismo en Cali y alcanzar la utópica igualdad? Tathagatan Ravindran, docente de la Universidad Icesi y miembro del Centro de Estudios Afrodiaspóricos, insiste en que hace falta un cambio estructural que va más allá de reconocer las manifestaciones culturales de los afro.

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Llevamos siglos hablando de racismo, ¿de dónde surgió este concepto?

En Ciencias Sociales entendemos el racismo como un sistema de poder que tiene su origen en la colonia. Cuando los europeos colonizaron pueblos en África y América crearon una distinción entre ellos y los colonizados, ahí empezó la estructura de poder para saquearlos y nacieron discursos que sostenían que las razas europeas eran superiores a otras que ‘necesitaban’ ayuda para civilizarse y salir adelante.

Pero estudios genéticos demostraron que no hay ‘razas superiores’…

Claro, ahora son pocos los que creen que hay una superioridad intrínseca de una raza sobre otras. Según esos estudios, entre los humanos no hay una subespecie como en otros animales entonces el concepto de ‘raza’ no tiene significado en el sentido biológico, pero sí existe como un hecho social e histórico. Ya no hay colonialismo, pero sus impactos siguen en muchos sentidos.

¿Conmemorar fechas como el ‘Día de la Afrocolombianidad’ podría considerarse discriminatorio?

No, es importante celebrar este día para reconocer todos los aportes que le ha hecho la comunidad afrocolombiana al país. En Cali, por ejemplo, hay que reconocer todo lo que le han aportado los afro a la economía y al desarrollo de la ciudad. Aunque hay un discurso muy fuerte que dice que no existe el racismo, es algo muy vigente y permanece de formas muy brutas.

¿Por qué el racismo no se acabó con la abolición de la esclavitud?

En Latinoamérica, los hijos de los invasores españoles construyeron naciones en las que las poblaciones afro e indígenas quedaron excluidas. Se abolió la esclavitud, sí, pero los antiguos esclavos nunca recibieron una reparación: ya eran ciudadanos libres, pero no tenían recursos y entonces permanecían en desigualdad política y económica. Estudios muestran una correlación entre ser negro y pobre. Para no ir tan lejos, en Cali encontramos que los homicidios se concentran en espacios racializados como negros.

¿En qué prácticas o situaciones sobrevive el racismo?

Hay desde apodos hasta estereotipos que asocian a la negritud con la pereza, la irresponsabilidad y la delincuencia. Sin embargo, el racismo también tiene una manifestación estructural, que es lo que más nos interesa a los investigadores: cómo se puede relacionar el origen racial con la situación económica y política. Podemos ver algunos cambios, pero los afro siguen teniendo la peor calidad en educación y salud, además de las mayores tasas de homicidios y violencia.

¿Cuáles son esos aportes de la población afro que la hace tan importante?

Individuos afrodescendientes han aportado en formas muy significativas en campos como la literatura, las artes plásticas y la pintura. Sin embargo, una cosa es hablar de algunos individuos y otra es ver los aportes en conjunto. Imaginemos que un día, en Cali, la población afro decide no salir de sus casas. Habrá escasez de empleadas domésticas, de guardas de seguridad y de muchos otros perfiles que son desproporcionalmente ocupados por personas negras que ayudan a que la economía funcione. Desde que vivo en Cali he escuchado que todo era mejor antes de que llegaran los afro, los ven como una población desechable y olvidan que la ciudad también sobrevive por ellos.

¿Cuál sería una medida de impacto para atacar el racismo?

Una política redistributiva. Hay una gran desigualdad económica en el país y es muy racializada. Necesitamos que los recursos se redistribuyan y lleguen a la población marginada.

¿Desde qué momento se empiezan a sentir discriminados los niños?

En el Centro de Estudios Afrodiaspóricos hicimos un estudio en colegios oficiales en los que la mayoría de estudiantes eran afrocolombianos. Descubrimos que existían apodos como ‘negro sucio’, ‘negro esclavo’. A veces pensamos que los niños son inocentes y no entienden esas diferencias, pero desde una edad muy temprana ellos aprenden a identificar y hasta a discriminar.

¿’Negro’ o ‘afrodescendiente’?

Este es un debate muy específico, sobre todo en Colombia. Depende de la identificación: cuando alguien se identifica con sus raíces de África, es mejor decirle afrodescendiente. En Cali he visto que muchas veces usan ‘negrito’… aparentemente no es discriminatorio pero resulta que sí porque es una tendencia a infantilizar. No llaman a las personas negras por sus nombres sino que les dicen ‘negritos’, es como quitarles la individualidad y hablarles por el color de la piel.

¿Acoger manifestaciones culturales como el Festival Petronio Álvarez podría ser un avance?

Hay una gran confusión. Cuando uno habla de cualquier tema relacionado con la afrodescendencia, muchas veces esto se restringe a lo folclórico y a lo gastronómico. Reconocer la cultura de los afrodescendientes no significa acabar con la discriminación. Cuando uno vincula el reconocimiento de las expresiones culturales de un grupo con políticas antidiscriminatorias es cuando hay una fuerza significativa que puede cambiar la situación. Para alguien es muy fácil probar comidas del Pacífico y aprender el baile, ¿pero qué pasa cuando se le plantea una política redistributiva para bajar la desigualdad?

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