Cali

La casa donde las mujeres se vuelven superpoderosas

A través de la Subsecretaría de Equidad de Género, la Alcaldía de Cali tiene programas dedicados a empoderar a las mujeres para reducir el riesgo de que sean víctimas de la violencia.

Que una mujer reciba capacitación para sacar adelante un proyecto productivo, que la orienten cuando es víctima de violencia en su hogar o que pueda acceder a un empleo son algunas de las cosas que suceden a diario en Casa Matria o ‘Casa de las Mujeres’, proyecto que lidera la Subsecretaría de Equidad de Género y que completa tres años de funcionamiento.

Allí, el principal objetivo es llevar a cabo procesos de atención y prevención a mujeres víctimas de violencias basadas en género, en línea con el tema de empoderamiento en los ámbitos económico, laboral, educativo y político. Pero dicho de un modo lejano a como lo explican los manuales y decretos, lo que sucede en Casa Matria es que las mujeres se transforman y se vuelven superpoderosas.

El espacio encierra una magia que se refleja en sus paredes coloridas, en los murales de creación colectiva, en los proyectos que germinan y en la satisfacción de las mujeres que llegaron por casualidad, por invitación de una amiga o porque estaban inmersas en alguna situación sin tanto color: de acuerdo con Ana Carolina Quijano, subsecretaria de Equidad de Género de Cali, muchas tienen dificultad para reconocer la violencia con la que están siendo tratadas por sus parejas o familiares.

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“La ley menciona cinco tipos de violencia contra las mujeres: económica, psicológica, patrimonial, física y sexual. Cuando ellas vienen a hablar con nosotros es común que haya una dificultad para reconocer el tipo de violencia que sufren porque hay una normalización histórica de estas prácticas, es decir, muchas creen que es normal que sus parejas les peguen, les revisen el celular, las humillen, etc.”, cuenta la funcionaria.

Entre las violencias de más difícil detección, dice Quijano, está la patrimonial. Esta se da cuando la pareja masculina se cree dueña exclusiva o dispone arbitrariamente del patrimonio que han construido en conjunto. Pero la lista sigue incrementando: también es complicado identificar la violencia psicológica y la económica, pues muchas mujeres se empeñan en ver como “normal” algo que en el fondo les genera malestar.

“Por lo general, el maltrato físico no llega porque sí. La violencia pasa por unos ciclos que se potencian, o sea que antes de la física es posible que haya habido violencia psicológica, económica o patrimonial, incluso las tres. Por eso hacemos tanto énfasis en aprender a identificarlas, para evitar situaciones más graves”, añade Ana Carolina.

Tan solo en el 2017, Casa Matria les abrió sus puertas a 6495 mujeres que se beneficiaron de los servicios ofrecidos, varios de estos apoyados por instituciones como el Sena y la Fundación WWB. La caracterización es inexistente: van usuarias de todas las edades, estratos y comunas de Santiago de Cali. Y entre ellas, en equipo, empiezan a construir la pócima de los superpoderes.

Pero no todas son historias de violencia, golpes y lágrimas. Samanta Díaz, por ejemplo, llegó hace un año para que la asesoraran con un proyecto que le rebotaba en la cabeza. Repartiendo su tiempo entre las labores como ama de casa madre de dos niños y la elaboración de alimentos por encargo, se fue convenciendo cada día más de que era dueña de una exquisita sazón y que tenía una gran pasión por la gastronomía. Quizás, creyó entonces, ya era hora de abrir la jaula y dejar volar su sueño.

“Cuando llegué a Casa Matria, aunque no venía por eso, me di cuenta de que con mi pareja y con mi papa tenía varios inconvenientes que me afectaban. Ahorita hemos mejorado gracias al diálogo. Lo que más me ha gustado es que ahí nos hacen conscientes de todo el valor que tenemos como mujeres. Si no contamos con el apoyo de la pareja podemos salir adelante solas.  Ya estoy ahorrando y en junio empiezo a estudiar Gastronomía.”, cuenta la joven.


Con el apoyo del Ministerio de Trabajo, Cali es ciudad piloto en la implementación del Decreto 2733, que otorga un beneficio de deducción de renta para quienes empleen mujeres víctimas de violencia.


En el 2018, uno de los proyectos de Casa Matria es descentralizarse y llegar a otros espacios en los que las mujeres necesiten empoderarse. En los planes, por ejemplo, está visitar los corregimientos de la ciudad con psicólogas, trabajadoras sociales, asesores jurídicos y todo el equipo interdisciplinar que hace parte de la institución.

La atención

Quienes se acercan a denunciar algún tipo de violencia cuentan con un equipo de ‘atención día’, conformado por profesionales que acompañan a las mujeres para que se incorporen a la ruta de atención definida por el Estado. No obstante, cuando se evidencia un alto riesgo de feminicidio, la mujer es llevada a otro lugar con su núcleo familiar o las personas a su cargo para mantenerlos a salvo de la posible agresión.

“Ahí hacemos un trabajo de restitución de derechos hasta que ella pueda estar en una red segura. Luego la incorporamos a los otros programas que tiene la casa para que pueda formarse, empoderarse e ingresar a la vida laboral, si es el caso. La única forma en la que podemos avanzar en la garantía de los derechos es con el compromiso de cada uno. Tenemos que replantearnos la forma en la que históricamente se nos ha marcado lo que significa ser hombre y mujer en términos de equidad.”, agrega Quijano.

A diario, la mayor satisfacción para todos los que hacen parte de los proyectos de Casa Matria es ver cómo las mujeres dejan de lado sus miedos, afrontan la vida de otra forma y pueden salir adelante con el apoyo de compañeras que han experimentado situaciones similares. Se dan cuenta de que son superpoderosas.


Si quiere conocer más sobre los proyectos y servicios de Casa Matria puede comunicarse al 6688250, dirigirse a la Calle 10 # 9N – 07 (barrio Juanambú) o escribir por las redes sociales de la entidad.


 

 

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