Opinión

Pasatiempo urbano

“Bogotá es una ciudad que a lo largo de su historia se ha expandido a expensas de predios rurales.Sin embargo, el hambre devoradora del cemento y del asfalto no ha borrado del todo la memoria de esos antiguos predios rurales, ya que varios barrios de la ciudad conservan el mismo nombre de cuando los terrenos que ocupan eran potreros”: Eduardo Arias

Bogotá es una ciudad que a lo largo de su historia se ha expandido a expensas de predios rurales.Sin embargo, el hambre devoradora del cemento y del asfalto no ha borrado del todo la memoria de esos antiguos predios rurales, ya que varios barrios de la ciudad conservan el mismo nombre de cuando los terrenos que ocupan eran potreros.

Sin seguir ningún trazado geográfico particular, en estos días de confinamiento que aún no terminan evoquemos algunos de estos nombres. Una de esas haciendas es muy conocida puesto que está al lado de la emblemática Plaza de Banderas, donde terminaba la Avenida de las Américas cuando allí funcionaba el aeropuerto de Bogotá, que llevaba el nombre de la hacienda, que también le dio su nombre a un hipódromo y, hoy día, al estadio donde oficia de local el equipo de fútbol La Equidad.

En ese sector del occidente de la ciudad también estaba ubicada una hacienda cuyo nombre recuerda hoy día una de las grandes bibliotecas públicas de la ciudad. Mucho más cerca del centro, en la actual localidad de Teusaquillo, existió una hacienda en la que funcionó un hipódromo que llevaba su nombre. Este le dio paso un barrio que mantiene el nombre original de la hacienda y que es uno de los que mejor conservan la llamada “arquitectura inglesa” en la ciudad.

Yendo bien al sur de Bogotá, un barrio de la actual localidad de Ciudad Bolívar mantiene el nombre de la antigua hacienda donde se construyó. Se trata de un predio que lleva el nombre de la ciudad alemana donde nació Christian Samuel Hanneman, conocido como el padre de la homeopatía.

En una gran hacienda del alguna vez noroccidente de la ciudad (hoy su centro geográfico) se han desarrollado importantes hitos urbanos de la ciudad. Estas vastas extensiones las donó José Joaquin Vargas y en ellas se encuentran, entre ellos en campus de la Universidad Nacional, el parque Simón Bolívar, su parque vecino, que lleva el nombre de la hacienda, así como un muy importante sector residencial y empresarial, que también lleva el sulfuroso nombre de la hacienda.

A partir de loa años 60 la ciudad tuvo una rápida extensión hacia el norte, en terrenos que ocupaban haciendas que aún conservan su nombre original. Una de ellas se mantiene vigente en el nombre de varios barrios que rodean al parque de la 93. El norte, el reservado, el oriental… Ese nombre de la hacienda también lo lleva un parque ubicado unas cuadras al oriente y que está al lado de la casa de aquella hacienda, que hoy es un museo y centro de eventos.

Del otro lado de la actual calle 100 comenzaba otra hacienda otra en la que hoy funcionan varias instalaciones militares, y un par de barrios (a lado y lado de la carrera Séptima a la altura de la calle 109) que llevan su nombre, que es el mismo del campo de aviación donde ocurrió la trágica revista aérea que se llevó a cabo el 24 de julio de 1938.

Al lado estaba otra hacienda, cuya casa es parte del centro comercial que le da su nombre, el mismo que llevan varios barrios que gravitan alrededor de la Avenida Pepe Sierra.

Aún más al norte, en territorios que se conocen con el nombre genérico de Cedritos. existió una hacienda cuyo nombre conserva un barrio por los lados de la calle 134 al oriente de la carrera 19, que recuerda el apellido de un gran ciclista español llamado Alberto.

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