Opinión

No nos va a gustar

Es probable que no nos guste la persona que quede de Alcalde de Bogotá en las elecciones del próximo 27 de octubre. Al menos de entrada, quizá tampoco durante su mandato y probablemente luego de su salida. Y es fácil vaticinarlo porque no nos gusta nada, salvo quejarnos. No nos gustó Petro, no nos ha gustado Peñalosa y es posible que no nos guste quien lleve las riendas de la ciudad durante los próximos cuatro años.

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A eso hemos llegado luego de tanta polarización, algo que empezó siendo nacional pero que a través de alianzas ha llegado al ámbito local. La izquierda contra la derecha, los “fachos” contra los “mamertos” (y los ”tibios” en la mitad). Igual no importa si nos guste o no quien quede porque, aunque para llegar a un cargo de elección popular es necesario el apoyo de la gente, a la larga gobernar no es un concurso de popularidad.

Las encuestas dicen que Claudia López puntea con un amplio margen, aunque la brecha se ha ido cerrando. Que Carlos Fernando Galán es quien la sigue y que Miguel Uribe Turbay y Hollman Morris tienen las mismas posibilidades de ganar que usted y yo. Es bien especial el votante bogotano, porque aunque todos los electores somos marionetas, en teoría es el que menos traga entero y suele castigar a los partidos tradicionales y viejas maquinarias políticas. Por eso, por ejemplo, Miguel Uribe no suma pese al apoyo del Centro Democrático y de su cercanía con Peñalosa. Aunque la importancia histórica del alcalde actual es tan grande que tanto López como Galán han estado ligados a él en algún momento, aunque ambos se hayan desmarcado desde hace un tiempo. La diferencia es quizá que Galán no lo niega, mientras que López señala los errores de la presente administración cada vez con más vehemencia, como para dejar muy en claro que no tiene nada que ver con Peñalosa, aunque haya tenido mucho en el pasado.

Entonces todo pinta entre Claudia López y Carlos Fernando Galán, lo que para ambos es una oportunidad. López es reconocida como gran opositora, pero una cosa es denunciar al establecimiento y otra muy distinta, y mucho más difícil, gobernar.  Mientras, Galán tiene que demostrar que, aunque su apellido pese, es algo meramente circunstancial, y que está maduro luego de tantos años en política. Y son polos opuestos en muchos aspectos: Claudia suele mostrar su fuerte personalidad, por lo cual es muchas veces atacada con el fin de desprestigiarla, mientras Carlos Fernando es más tranquilo, lo que es usado también para insinuar que no tiene carácter, cosa que no puede ser más falsa.

Por eso mismo, López despierta amores y odios por igual, mientras que Galán genera menos resistencia. De hecho, encuestas que ponen primero a Claudia López, dicen también que Galán es el de menor imagen negativa y que en caso de indecisión o de retiro de los otros candidatos, esos votos irían mayoritariamente para él. Vaya usted a saber qué ítem de las encuestas sea más importante para el elector a la hora de llegar a la urna. ¿No le ha pasado que llega a votar con una idea clara y a la hora de marcar elige otra opción? Pues eso.

Ya que los dos candidatos que llegan con opciones de ganar han sido objeto de ataques personales, sería bueno, como para variar, que esta vez las campañas tuvieran altura y se basaran en propuestas y no en ofensas; ganaríamos todos, eso seguro. Luego, quede quien quede y haga lo que haga, ya tendrá cuatro años para ganarse el odio de los bogotanos.

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