La Llamaron loca por poner alquiler de lavadoras en Soacha
En Altos de La Florida, una humilde barriada del municipio de Soacha, en donde el agua es tan escasa como las oportunidades, una mujer de 29 años y madre de cuatro hijos hace hoy la diferencia por cuenta de un emprendimiento del que ya han oído hasta en la ONU.
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Jessica Hernández, que con su permanente sonrisa parece inmune a las dificultades propias del sector en el que viven 5.000 personas, la mayoría de ellas desplazadas por la violencia, tuvo la idea de alquilar lavadoras por horas.
De «loca» la tacharon de inmediato, pues en esa localidad, distante 20 kilómetros de Bogotá, no hay acueducto ni alcantarillado.
El agua llega cada 15 días mediante un carrotanque que sube por las polvorientas y empinadas calles que conducen a las casas cuyas paredes son por lo general hechas con tablones de madera y el piso en tierra.
En ese lejano y olvidado sitio, en donde el techo de las viviendas parece tocar el cielo, Hernández entendió que tenía que «resolver dos problemas: Cuidar a los niños y devengar un sueldo».
La urgencia de llenar el estómago de sus hijos, actualmente de nueve, siete, cinco y tres años, hizo que pensara en crear su propio negocio.
«La idea nació porque yo también necesitaba lavadora y no había quién la alquilara», dijo a Efe la mujer, oriunda de la ciudad de Bucaramanga, en el este de Colombia, y desde donde llegó a Soacha cuando todavía era menor de edad para huir del conflicto armado.
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Se casó pronto y a los 20 años tuvo el primero de sus «motores», como llama a sus hijos porque son justamente quienes la mueven a hacer lo que haga falta para sobrevivir.
Tras solicitar un primer préstamo de 600.000 pesos con Bancamía, la entidad colombiana de la Fundación Microfinanzas BBVA, empezó el negocio de las lavadoras, la primera de las cuales le costó 290.000 pesos .
El primer reto que enfrentó Hernández fue cargar los aparatos al hombro, incluso estando embarazada, para llevarlos hasta la casa de los clientes que pagaban entre 2.000 y 5.000 pesos por una o tres horas de servicio.
La respuesta de los vecinos de Altos de La Florida fue positiva y cuando llegaba el agua las lavadoras, de las que alcanzó a tener siete, «no paraban de trabajar».
La decisión que tuvo para salir de la pobreza hizo que fuera seleccionada entre más de un millón de latinoamericanas para viajar en marzo del año pasado a Nueva York y hablar en la sede de la ONU sobre cómo la inclusión financiera cambió su existencia.
En el solemne recinto «para todos fue una novedad que cargara las lavadoras en el barrio», comentó.
Ese día el mensaje que aprovechó para difundir fue el de que «uno tiene que tomar la vida como viene y empezar a dejar atrás las barreras y el ‘no puedo'».
También, a los más de 103 representantes de diversos países que la escucharon les manifestó que ante las circunstancias adversas, como las de ella, «hay que tener una meta clara y saber a dónde se quiere llegar».
A pesar de que la suerte parecía sonreírle, Hernández descubrió que la vida útil de las máquinas se reducía por las condiciones tan precarias en las que eran utilizadas.
Entonces, resiliente como es por naturaleza, creó un nuevo proyecto. Se trata de un taller de confección para cuya puesta en marcha está estudiando patronaje industrial.
También, hizo otro préstamo, esta vez por dos millones de pesos (641 dólares), para comprar tres máquinas de coser con las que ahora proyecta tener su propia marca de ropa para niños.
La capacidad para cumplir sueños de Jessica Hernández llegó a oídos del presidente del BBVA, Carlos Torres Vila, quien viajó desde España para conocerla este viernes en Soacha.
«Ella es un ejemplo vivo de aprovechar las oportunidades, de mirar siempre hacia adelante y a través del trabajo y el esfuerzo progresar», comentó Torres a Efe en medio del revuelo que causó en la zona su presencia.
Por eso, aclaró, regresa a su país «ilusionado» al ver en Hernández «a una persona con una enorme fuerza y que a pesar de las dificultades evidentes que hay en su camino lo que ha hecho es sobreponerse a todas con energía y espíritu emprendedor».