La tala de árboles a lo largo y ancho de la capital ha generado molestia entre los ciudadanos.
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Las voces de protesta se elevaron incluso desde el Concejo Distrital.
Según reveló la concejal María Fernanda Rojas, del Partido Alianza Verde, más de 34.000 talas han sido autorizadas por la Administración del alcalde Peñalosa, y alrededor de una tercera parte de estas ya han sido ejecutadas.
De acuerdo con su advertencia, las talas autorizadas por situaciones de emergencia fueron 9838, mientras otras 8553 recibieron el visto bueno de la Secretaría de Ambiente debido a interferencia con proyectos de construcción e infraestructura.
Las restantes, es decir 16.240, son talas de manejo silvicultural. Esto incluye un rango amplio y difuso de motivos que van desde “nuevo diseño paisajístico”, hasta “enfermedades fitosanitarias” y diferentes riesgos de volcamiento.
Rojas señaló que uno de los grupos significativos de talas se encuentra sobre la carrera Séptima: en total 1136 árboles, cuyo derribo ha sido autorizado a lo largo de esa importante arteria entre las calles 40 y 183.
“La mayoría de esas talas fueron solicitadas por el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), por interferencia con obras. Así que es altamente probable que estén relacionadas con el proyecto de TransMilenio por la Séptima, aunque los conceptos técnicos no señalen dicho proyecto. Tampoco hay certeza de que ese sea el número definitivo de talas por ese proyecto. Probablemente son más”, dijo.
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Finalmente, advirtió que talar un árbol le cuesta a la ciudad, en promedio, $501.341. De ejecutarse todas las talas aprobadas hasta ahora, el Distrito se gastará $17.361.966.490.
Frente a este último punto, la directora del Jardín Botánico, Laura Mantilla, explicó que Rojas no está teniendo en cuenta que “ese costo promedio ($501.341) responde a un árbol de 12 metros, de un alto porte. Tampoco especifica que muchos de los árboles que se talan son arbustos o especies de bajo porte, que no representan ese costo (…) La variación de la tala depende de la altura, tamaño y emplazamiento de muchas condiciones en el lugar. Claramente la concejal está haciendo una afirmación sin la información completa”.
Árboles sembrados por árboles talados
El secretario de Ambiente, Francisco Cruz, también salió a responder sobre la polémica, asegurando que en los tres años de la Administración del alcalde Enrique Peñalosa se han plantado 218.000 árboles en toda la ciudad.
Argumentó que la tala de árboles no se realiza sin los respectivos conceptos técnicos requeridos por las autoridades ambientales, pues generalmente representan un riesgo para la ciudadanía: “Esto demuestra el compromiso de nuestro alcalde con el medioambiente y con el cuidado del patrimonio ecológico y arbóreo de Bogotá. Estos árboles están en emergencia, en inminente caída por vientos, por aguaceros o por excesivas inclinaciones. Es la misma comunidad la que hace los llamados para que atendamos las emergencias”.
Además, dijo que muchos otros árboles que no están en inminente caída presentan problemas de enfermedades, inclinación o raíces expuestas, lo que produce su reemplazo de inmediato por árboles más robustos y que se adapten a la zona climática de Bogotá, donde van a ser plantados, ya que las condiciones climáticas no son iguales en toda la ciudad.
Declaró también que algunos de los árboles talados corresponden a sitios donde se hacen obras de infraestructura “que benefician a la comunidad”.
A su turno, la directora del Jardín Botánico reafirmó que la variación en la tala de árboles depende de las condiciones del árbol y del lugar donde se realizará el proceso: “Depende de la altura, del tamaño y de las condiciones del lugar. Los árboles que el Jardín Botánico está talando son árboles enfermos, malformados, con crecimiento deficiente, por exposición de raíces y las especies que más sufren volcamiento en Bogotá, como eucaliptos, acacias y cipreses”.
Según el secretario de Ambiente, “si se tala un árbol, tiene que compensarse, y hoy en Bogotá por cada árbol que se ha talado, ocho se han sembrado”.
Pese a las explicaciones entregadas por la Administración, la polémica continúa.
El dilema del parque Japón
El parque Japón es considerado un ‘tesoro’ por los vecinos que residen en los edificios aledaños a la calle 86A con carrera 11 y carrera 11A desde hace 50 años. El nombre se le dio porque la Embajada de Japón se lo regaló a Bogotá y siempre se ha caracterizado por ser un lugar tranquilo, de descanso.
De hecho, sus senderos y bancas fueron instalados en el mismo lugar en donde la gente paseaba antes de su construcción. Este parque, importante para la comunidad, cambiará de cara. El año pasado, la Alcaldía de Bogotá, por medio del Instituto de Recreación y Deporte (Idrd), anunció la transformación del parque Japón.
El proyecto que se planteó, cuya socialización inició en abril del año pasado, es el de un parque con gimnasio al aire libre, zona de juegos infantiles, plazoletas, senderos, zonas verdes, mesas de ajedrez, módulo de café, cancha sintética de fútbol 5, mobiliario e iluminación.
La obra comenzará en febrero, a pesar de la resistencia de los vecinos que aseguran que el parque sí necesita de cuidados, pero no de esa forma. De hecho, la semana pasada se presentó una situación incómoda en el sector, pues el Jardín Botánico llegó a talar algunos árboles para iniciar con el proceso de remodelación.
Los defensores del parque protestaron por las medidas tomadas, pero el Esmad hizo presencia en el lugar, lo que llenó de miedo a los vecinos. Hasta el día de hoy aseguran que la medida fue exagerada.
Ante la polémica, Orlando Molano, director del Idrd, aseguró en rueda de prensa que nadie usa el parque: “Un par de vecinos usan el parque, sacan el perro y ya. Algunos vecinos efectivamente no están de acuerdo, pero otros sí. Nuestra obligación es intervenir los parques de Bogotá y por eso el parque Japón tendrá una cancha, que es muy pequeña, que no solo servirá para fútbol, sino para hacer otros ejercicios. La cancha más cercana a esta zona está a tres kilómetros y creemos que todos tienen derecho a disfrutar del parque. También tendrá andenes, senderos para caminar, juegos de última generación para niños e insisto en que el parque es para los bogotanos, no para unos pocos vecinos”.
Sin embargo, los vecinos que sí quieren una remodelación del parque, pero manteniendo su esencia, no piensan lo mismo. PUBLIMETRO habló sobre la situación con Clara Mejía, vocera de los defensores del parque, quien aseguró: “La gente piensa que peleamos por unos simples árboles, pero no es así. Nosotros entendemos que los árboles hay que talarlos en algunos casos, eso lo sabemos, pero con lo que no estamos de acuerdo es con los procedimientos que están siguiendo para hacer la cancha y lo demás a costa de lo que sea, incluso de la normas”.
En su cuenta de Twitter, el alcalde Enrique Peñalosa dijo: “El parque Japón tendrá una pequeña cancha y unos juegos infantiles. Y su área será ampliada 12%. Se cortaron seis árboles y se sembrarán 10. Dejará de ser un parque al que no iba casi nadie y será frecuentado por niños y adultos”.
Mejía aseguró que no es cierta la afirmación del alcalde, pues incluyen en zonas verdes los senderos arbolados “que básicamente son caminos en cemento con árboles al lado y eso hace que el parque tenga más porcentaje de área dura que blanda, como está planteado en la norma”.
Los vecinos se están “armando” y verifican que el Distrito cumpla con las normas para la intervención del parque. Lo que a ellos no les suena del todo es el afán de la cancha sintética y la “tala indiscriminada”, como cientos de bogotanos la han denominado, de los árboles para llevar a cabo el proyecto.
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