Firmó la paz con el M-19, hizo parte de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, fue ministro de Salud, estuvo en la Cámara de Representantes por Bogotá, también se lanzó al Senado y posteriormente llegó a la Gobernación de Nariño, entre muchos otros cargos.
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Pero sin duda, la labor que más lo llena de orgullo es su paso por la Alcaldía de Pasto, que lo llevó en 1997 a ganar el premio al mejor alcalde de Colombia.
Este reconocimiento lo acompaña a todos lados, como un objeto preciado que lo llena de orgullo y le recuerda la importancia de trabajar de la mano con la ciudadanía. Actualmente, lo exhibe en su oficina, ubicada en el norte Bogotá.
¿Cuál fue el secreto para ganarse este reconocimiento?… y en caso de llegar a la Alcaldía de Bogotá, como lo ha manifestado en sus aspiraciones, ¿cómo lo aplicaría?
En los 28 años desde que firmamos el acuerdo de paz, en 1990, he tenido muchos cargos de elección popular y tal vez el que más satisfacción me produjo fue el de alcalde de mi ciudad, Pasto, donde nací. Ahí aprendí una cosa fundamental: si se logra que Gobierno y ciudadanos trabajen juntos, se producen milagros.
¿El secreto?: resultados, resultados, resultados. Hay muchos más resultados si se trabaja conjuntamente con la gente, porque cuando usted está en el Ejecutivo está para ejecutar, no para echar carreta. Por supuesto que nadie puede resolver los problemas de una comunidad, eso es una ilusión, es demagogia, pero sí se puede avanzar mucho más si se trabaja juntos.
Entonces, poder aplicar en una ciudad como Bogotá el concepto de democracia participativa, con una participación efectiva, bien hecha, seria, con la experiencia de haberlo hecho en otras partes, es una idea que me parece muy atractiva.
Luego de dejar abiertas sus aspiraciones de participar en la carrera por la Alcaldía de Bogotá, hemos visto por redes sociales que varios ciudadanos lo han invitado a tomar café, onces, desayuno y almuerzo, ¿cómo ha sido esta experiencia?
Extraordinaria. Llevo más de 90 invitaciones aceptadas. No conocía prácticamente a ninguno de los que me invitaron.
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He tenido reuniones desde una pareja con su perro, hasta familias enteras de 40 personas, donde todos se reúnen a conversar. Es una manera de tener una relación directa con la comunidad, ese es el tema fundamental.
Ante las marchas de los estudiantes y sus exigencias al Gobierno, ¿cómo lograr sacar adelante la educación en Bogotá?
La educación es lo que cambia una sociedad, es lo que nos pone a todos en condiciones de relativa igualdad en una sociedad tan desigual como la colombiana. Estoy con Shakira, con lo que dijo hace unos días al donar un colegio (“Le pido al Gobierno Nacional que aumente el presupuesto de educación. No podemos ir en contravía”, dijo la cantante mientras participó en varios eventos con su fundación).
Para lograrlo, se tiene que trabajar duro en educación preescolar, hay que trabajar en un mejoramiento sustantivo de la educación básica y media, y hay que abrir nuevos cupos de educación superior.
La educación debe ser la primera prioridad en la ciudad y el país, pero la responsabilidad de la ciudad es también mejorar sustancialmente las oportunidades dando educación.
En cuanto a temas de movilidad, ¿cuál es su apreciación sobre los proyectos bandera de la actual Administración, como el metro elevado y TransMilenio por la Séptima?
Creo que uno no puede cada cuatro años barajar y volver a repartir, porque si usted empieza de cero cada vez, no hace nada. Creo que se debe construir sobre lo construido.
Sin embargo, considero que una ciudad puede hacer metros elevados en la periferia, pero en el centro, el metro tiene que ser subterráneo: soy amigo del metro subterráneo. Creo que el TransMilenio por la Séptima es innecesario, hay alternativas: por ejemplo, un Regiotram (tren ligero), que vaya desde el centro de Bogotá hasta Cajicá o Zipaquirá, perfectamente puede ayudar a resolver el problema de movilidad de la zona norte de Bogotá.
Y con respecto a temas ambientales, como proyectos urbanísticos en el Bosque Bavaria y la reserva Van der Hammen, ¿cuál es su posición?
Estoy tratando de convencer a los urbanizadores y a los dueños de los predios del bosque de Bavaria de que en vez de urbanizarlo encontremos una solución para dejar toda esa zona como un parque, que sea el parque Simón Bolívar al suroccidente de Bogotá.
Ahora bien, construir 350.000 viviendas en la reserva Van der Hammen ampliada me parece una equivocación, eso en vez de reserva se vuelve una urbanización con parques y humedales.
En relación con el tema del aseo en Bogotá, ¿qué alternativa habría en vez de enterrar la basura en el relleno Doña Juana?
Soy ingeniero sanitario, tengo experiencia en ese tema, lo estudié en la universidad, y estoy trabajando intensamente en encontrar una solución real que permita clausurar el relleno sanitario Doña Juana en los próximos años, para cambiar el sistema de disposición final por otros tipos de sistemas.
Estamos mirando experiencias internacionales y creemos que si se hace bien un proceso de separación en la fuente, de recolección bien hecha, y si se apoya a los recicladores de manera importante, podemos llegar a tal nivel de separación en la fuente que podríamos transformar el relleno de Doña Juana en una zona donde se usen los desechos orgánicos como combustible para generar energía eléctrica.
Que quede claro: propongo seriamente realizar un proceso que termine con el cierre de Doña Juana. Vamos a hacer de Bogotá una ciudad limpia.
¿Cuál ha sido el mayor acierto y el más grande error de la Administración de Peñalosa?
En general, la gestión que está haciendo con los parques me parece que está funcionando bastante bien.
Ahora, Peñalosa decidió hacer cosas impopulares porque él cree que son necesarias. Ese no es un mecanismo para gobernar bien. Considero que si usted tiene que hacer cosas que son difíciles, convenza primero a la gente y después hágalas, pero no trate de imponerlas por la vía del ‘yo tengo la razón’.