Bogotá

“Nos están matando por el simple hecho de ser mujeres”: María Isabel Covaleda

Maisa Covaleda fue golpeada por su ex pareja Camilo Sanclemente. Después de ese oscuro episodio renació una mujer que se ha convertido en la voz de muchas otras que aún temen y no pueden romper el silencio. Este es uno de los casos a los que PUBLIMETRO le hará seguimiento

Está por cumplirse un año desde que decidió hablar y denunciar a Camilo Sanclemente, ¿cómo ha sido esa catarsis?, ¿qué reflexión ha hecho?
He sufrido una transformación drástica. De alguna manera esta experiencia me ha hecho ver de una forma distinta la realidad a la que estamos sometidas y enfrentadas las mujeres. Me ha hecho ver el desamparo del Estado a nuestros derechos humanos, la indiferencia de la sociedad frente a este tema, parece que a la gente le da pereza ver que esto se logra posicionar en los medios y aún así siguen considerando que es algo doméstico y que se debe arreglar en las esferas privadas, y que con el hecho de convertirlo en algo público e incluso en algo político, porque lo es, parece que les incomoda hasta a las instituciones. Si bien no me arrepiento y sigo considerando que debemos denunciar, y que debemos llegar a esa instancia jurídica para que el Estado se apersone y sancione lo que tiene que sancionar, siento que hace falta exposición social.

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Si no hay sanción social no vamos a lograr una regulación y lo que a mí se me presenta es un panorama oscuro, realmente terrible, pero no por eso se me han quitado las ganas de continuar con el trabajo que hemos venido haciendo y en este momento la batalla más dura es lograr que la institucionalidad cumpla, sea eficiente, impute cargos, porque me parece inaudito que la Fiscalía no sea capaz de hacer una imputación de cargos y guarde tanto silencio frente al tema. Y por otro lado, está la falta de solidaridad de las personas que estuvieron en el sitio, que ninguno se pronunció, en mi caso muchas de las novias de Camilo me las he encontrado y ni siquiera me dicen algo y hacen de cuenta que no pasó nada, entonces para mí esa indiferencia social se ve reflejada en las instituciones y muestra una cultura indolente, que no ha entendido el problema de la violencia de género en el país.

Usted dice que no hay que callar, que hay que denunciar, pero aún hay mujeres que ni siquiera hablando se pueden salvar. Uno de los casos es de el Claudia Johana, quien denunció y fue asesinada por su expareja…
Desafortunadamente esa es nuestra realidad. No la oculto y no le digo a una víctima, o a cualquier persona, que esto es fácil. De hecho, hay hasta hombres que llaman a preguntar, ‘¿cómo denuncio si eso no la protege?’. La verdad es que a uno le gustaría decir que denuncien porque hay una Policía eficiente, concientizada y que va a salvaguardar sus derechos, pero es mentira; denuncie que hay una Fiscalía que se va encargar del caso, pero eso es mentira; denuncie porque la ley en Colombia es efectiva, pero eso es mentira,  porque el nivel de impunidad en este país es tan alto, que es como lanzarse a un vacío.
Pero debo decir, que hemos intentado desde la Fundación Maísa Covaleda y el movimiento Romper el silencio, además de todas las mujeres que trabajamos en esto, desarrollar técnicas ciudadanas u otras maneras que no sean acudir a la institución para poder encontrar salidas a nuestra situación. Pero esto nos muestra la gravedad y el debilitamiento institucional en Colombia. Es que este es un país que atraviesa un proceso de paz, pero que tiene absolutamente olvidadas a sus mujeres. Para mí son letras muertas, por ejemplo, las medidas de protección que uno va y reclama y no sirven de nada, porque un papel no lo protege a uno de una puñalada, de un ataque de ácido, de un balazo… de nada, no te protege de una persona que está empeñada en acabar contigo.

 

«De alguna manera esta experiencia me ha hecho ver de una forma distinta la realidad a la que estamos sometidas y enfrentadas las mujeres.

Muchas mujeres temen denunciar por sus hijos. Usted tiene una hija, ¿cómo afrontó esa situación con ella y cómo le explicó lo que ocurrió?
Varios psicólogos me aconsejaron que ocultara la verdad porque mi hija era pequeña y no podía entender la gravedad de los hechos.Pero desde que denuncié me he enfrentado a muchas reflexiones en el camino y he transitado por un lugar que está lleno de conceptos y he conocido pensamientos como el de que a los niños no se les puede decir nada porque no están en capacidad de enfrentar y entender esa situación, y de las cosas en las que he estado en desacuerdo en este camino precisamente ha sido con la forma de tratar a los hijos.

No creo que a un niño se le deba tratar como un ente que no es capaz de entender, sino más bien hablarle de una realidad que ya vivió y lo marcó. Entonces siempre pienso que ocultar la verdad es una de las herramientas que ayuda a perpetuar los actos de violencia, ocultárselos es no querer decirles qué es lo que sucede.

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Por supuesto, en un principio seguí los consejos de los especialistas y estos conceptos, pero después dije que no le iba a creer a esa institución, o como se llame, y opté por sentarme con mi hija en una montaña, un lugar que nos gusta mucho, y decirle lo que había pasado, explicarle lo que había vivido para que se hiciera una idea real de lo que pasó. Le dije en ese momento que no va a volver a pasar, que no iba a permitir que en nuestra vida vuelva a entrar una persona que nos violente porque ya sé reconocer las señales.

Mi hija entiende perfectamente el tema, entiende que podemos caer a veces en simulacros de otras personas como el que me pasó a mí. Hay gente que le parece terrible que trabaje en este tema y que hable de violencia contra las mujeres frente a mi hija, y ella entiende, además es una mujer. Es que en esa sociedad está primando el afecto sobre el valor, con la mamá de Camilo pasó eso y es que ella salió a defenderlo, pero no se da cuenta que su hijo está a punto de matar a las mujeres y aún así ella sigue en la negación de que mi hijo no hace nada malo, entonces lo que da como resultado es eso y como te quiero no importa lo que hagas y ese es para mí uno de los antivalores de la sociedad.

 

«No creo que a un niño se le deba tratar como un ente que no es capaz de entender, sino más bien hablarle de una realidad que ya vivió y lo marcó»

¿Considera al machismo como el factor detonante de la violencia contra la mujer?

En este momento no se lo atribuyo a una sola cosa. Si bien en un principio me di cuenta que tenía una pareja machista, y considero que el machismo ha hecho un trabajo espectacular alimentando la violencia contra las mujeres, pienso que hay otros factores que no hemos tenido en cuenta. Me parece que Colombia es un caso que hay que estudiar a profundidad y no se deben traer teorías que han aparecido en otras partes del mundo, para mí ese es uno de los errores que se ha cometido. Nuestro país tiene particularidades, una cultura propia y es bueno tener en cuenta estructuras como el machismo, pero también nuestra historia de violencia en particular, la historia del narcotráfico y los caminos que se han recorrido de forma distinta. Eso hay que estudiarlo para entender cuál es el nervio del problema.

Tampoco creo en las cifras, porque si fueran reales por lo menos el 80% de las mujeres del país hablaría, este problema se cuadriplicaría, demostrarían que la pandemia no es hasta donde la tenemos contenida, sino que abarcaría la mayor parte de la población femenina del país, demostraría que este es el problema más silenciado, más grave y tolerado, y que la gente no ha entendido, sobre todo el Gobierno y las instituciones, entonces todo se le sigue cargando a la mujer en últimas porque es a ella a la que le toca salir y enfrentar el mundo sola.

¿Cómo va su caso jurídicamente hablando?, ¿ha vuelto a ver a Camilo?
No lo he vuelto a ver gracias a Dios. No por ningún resentimiento u odio, sino porque la medida de protección que tengo no me protege de Camilo. Es más, entiendo que ahora ser una voz que está en contra de la violencia contra la mujer me hace blanco de otros victimarios y lo tengo claro.

Camilo, en este punto, es otro de los enemigos que me he ganado, pero con él es un tema personal porque desde mi lucha y trabajo he entendido que él es una víctima de la sociedad, de esta estructura y es una víctima de la educación que recibió en su casa porque vi un padre y una madre defendiendo y mintiendo sobre un acto punitivo como lo es el maltrato a la mujer. Se que él ha cometido actos gravísimos y considero que es un personaje que refleja fielmente a lo que nosotros acunamos en ausencia de valores en nuestro país.

¿Qué ha pasado con el caso? Nada, la Fiscalía se deja llenar de excusas y primero dijeron que tenían que dejar pasar seis meses para imputar cargos, luego Medicina Legal no hizo un examen que tenía que tomar para llevar a cabo la imputación y se tiran la pelota los unos a los otros porque no quieren hacer el trabajo que deben hacer.

El mensaje en este momento es el de que esta estructura está hecha para que nos agredan, nos maten. Hay que entender que esto no es un chiste porque nos toca frenarlo desde lo más mínimo a lo máximo. Es como cuando los amigos le celebran y le hacen chistes al hombre que le pega a su esposa y es ahí donde nosotros debemos decir «no lo hagas, no me gusta, no comparto eso» y lo frenamos. Hay una realidad que no solo se da en Colombia, sino en todo el mundo, y es que nos están matando por ser mujeres.


El caso

Camilo Sanclemente no está en la cárcel por haber golpeado a Maisa Covaleda. De hecho, PUBLIMETRO intentó comunicarse varias veces con la Fiscalía para saber qué había ocurrido con el caso, pero no obtuvo respuesta. Al parecer, Sanclemente habría golpeado a otras seis víctimas, cuyos casos quedaron impunes.


¿Cómo es el trabajo con la fundación?
Ha sido un proceso que todavía estoy asimilando. Esta situación me ha mostrado una fortaleza que nunca me imaginé tener. En realidad no me considero nada especial y siempre le he puesto la cara a los problemas, pero cada vez que pienso en este camino, me doy cuenta que salieron de mí unas herramientas que no sabía que tenía, entendí muchas cosas de la formación que he tenido, de las experiencias que he vivido como haber estado en lugares como Pamplona, en donde aprendí de movimientos feministas, independentistas y que le ayudan a uno a formar su propia opinión.

Con esto que hacemos en la fundación se demuestra que hay esquemas que necesitan romper el silencio y hay mujeres que tuvieron que crear una coraza que se debe romper. Nos hemos dado cuenta que romper el silencio no es solo una invitación para que una mujer salga de ahí, sino para romper con la indolencia que hay en la sociedad y en la institución, y así acabar con la impunidad establecida en la ley y en los procesos en el país. Nosotros queremos romper con esa cultura del silencio, queremos mostrar la verdad y los actos íntimos tienen una connotación política y debe llevarse a ese estatus. Tenemos una tarea por delante ardua, pero el movimiento nos da la fuerza. Y por otro lado, arrancar una fundación que quiere promover un cambio de este tipo es duro, además porque estoy invirtiendo el 100% de mi energía y mis recursos para sacarla adelante y más con un emprendimiento social en donde toca meter hasta el pelo para que arranque.

¿Cómo romper el silencio?
Romper el silencio es un acto individual al que invito a todos, no solo a las mujeres. Romper el silencio es tomar conciencia con este tema. Hay que romper el silencio desde nuestro actuar en la sociedad y qué está haciendo cada uno como ser humano, porque son los seres humanos los que son jueces, funcionarios públicos  y hasta presidentes, y hacer una reflexión profunda colectiva, pero también desde lo individual, y comprometernos a no agredir y reconocer a los demás.

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