Bogotá

Infancia tras las rejas: realidad de niños y mujeres en El Buen Pastor

El hacinamiento y la falta de atención médica hacen más difícil la vida de los niños en esta cárcel de mujeres en Bogotá

Fueron cuatro años en los que Juliana* aparecía en las listas de la cárcel El Buen Pastor en Bogotá como una más de sus reclusas. Esos mismos cuatro años fueron suficientes para darse cuenta de que en realidad había cometido un error que aún sigue pagando: “Estar allá adentro es muy duro, uno aprende a valorar las cosas y a hacerlas bien”, le comentó a PUBLIMETRO.

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Mientras Juliana estaba en El Buen Pastor, tomó una decisión radical: pedirles a sus dos hijas, quienes aún no han llegado a la preadolescencia, que no la fueran a visitar. Prefirió aguantarse todos esos años sin ver a sus hijas, pero tenía claro que no las iba a someter a las requisas ni a la vida de la cárcel… si es que así se le puede llamar.

“Dejé a mis hijas con mi hermana. Nunca fueron porque la entrada es muy difícil y hacen muchas cosas: las desnudan, les meten la mano y si les pita algo, las mandan a desnudar otra vez. No quería eso para mis hijas”, aseguró.

Juliana, que hoy goza de libertad condicional, también tomó esa decisión porque vio de primera mano cómo viven los niños y las madres embarazadas en la cárcel: “No estuve embarazada en la cárcel porque nunca tuve pareja y pues mis hijas las dejé afuera, pero sí veía cómo la pasaban las compañeras embarazadas o con hijos”, dijo.

En julio de este año, la concejal del Mira, Olga Victoria Rubio, lideró un debate de control político en el que se evidenciaron situaciones preocupantes, una de estas es que en el penal viven 13 niñas y nueve niños junto con sus madres.

También, como señaló el Concejo, hay 15 reclusas gestantes, 14 internas portadoras de VIH con tratamiento, 17 internas con sífilis sin tratamiento y un caso de tuberculosis; no hay atención pediátrica, los controles prenatales son deficientes y en el jardín de la cárcel, las raciones de comida para los niños son muy pequeñas. A esto hay que sumarle el hacinamiento, la falta de especialistas médicos y la escasez de toallas higiénicas, que ha derivado en un ‘cartel’ para conseguirlas.

Una realidad no tan alejada de lo que cuenta Juliana: “Allá, en un patio están los niños y en el otro las mujeres embarazadas. Es terrible porque cuando hacen los operativos, los niños tienen que ver cómo requisan a las mamás o cómo les voltean las cosas y se las tiran, eso me parece muy duro. Pero lo peor es el encierro, porque, la verdad, los niños no tienen que vivir eso. Sé que hay un jardín infantil al que los llevan como a las 8:00 a.m. y los devuelven como a las 4:00 p.m., sé que de vez en cuando les llevan detalles a los niños, les dan leche y otras cosas, pero es durísimo”.

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Juliana aseguró que los pequeños hasta se aprenden el lenguaje de la cárcel: “Cuando van a hacer requisas y los niños ven a las guardias, empiezan a gritar: ‘¡Mario, Mario!’, y alertan a las mamás. Algunas pueden tener los niños allá o los dejan afuera con alguien, pero las que no, sí sé que se los lleva el Bienestar Familiar”, aseguró.

Pensar en sus hijas durante esos cuatro años hizo que Juliana sacara fuerzas para soportar las rejas. Sus compañeras embarazadas pasaban por lo mismo y el hacinamiento en la cárcel hace que la situación sea más crítica: “A veces nos tocaba dormir en el pasillo, allá le decimos ‘carretera’, o en un ‘hueco’, y la que tenía para ‘planchón’ (celdas con camarotes), pues dormía ahí. El hacinamiento es brutal”.

Juliana añadió: “La verdad, la situación sí debería cambiar para los niños y las madres embarazadas. No deberían mezclarlas con las personas que consumen, esas personas deberían estar en otro patio porque los niños están corriendo riesgo no solo de salud, sino que ven las cosas”.

Además, las mujeres embarazadas no reciben la atención adecuada para su estado. “Si ellas sienten algún dolor, se las llevan a sanidad, que es el médico allá, las revisan y luego las regresan a la celda. Solo hasta cuando van a tener el bebé se las llevan en la ambulancia, están unos días en la clínica y regresan”, aseguró.

Esa situación se convierte en otro calvario, pues estas madres deben enfrentar su etapa de posparto en una cárcel con hacinamiento, fría y en donde no hay atención médica a menos que se estén muriendo, como comentó Juliana.

“Ellas sufren. Algunas compañeras van y les reclaman el desayuno o ellas mismas van por su desayuno, pero nadie las atiende o las cuida. A veces ellas salen con sus bebés o a veces los dejan en el ‘planchón’ y hacen sus cosas; cuando llueve o hace mucho frío, los dejan en las celdas y no salen al patio”, añadió.

“En El Buen Pastor no hay las mejores atenciones, allá la gente se ha muerto porque no las atienden y porque no hay todos los recursos que hay acá afuera. Por ejemplo, yo lavaba ropa, vendía mi desayuno, hacía arepas para medio sobrevivir o le pedíamos a una guardia que nos regalara algunas cosas”, enfatizó Juliana.

Esta mujer tiene algo claro y es que “los niños no tienen la culpa. Sabemos que cometimos un error, pero no tenemos que arrastrar a nuestros hijos. Así como les dan la oportunidad a delincuentes terribles, ¿por qué no le dan una oportunidad a una mujer embarazada?”.

Por ahora, Juliana trabaja por días en restaurantes y aunque su vida no la trata muy bien, en este momento se siente agradecida por estar junto a sus hijas.

*Cambiamos el nombre por razones de seguridad.

Maternidad en la cárcel

El 21 de septiembre, la bancada de mujeres del Concejo de Bogotá visitará oficialmente El Buen Pastor con el fin de que las entidades del Distrito, responsables del tema, expongan ante las internas las soluciones a los problemas denunciados y, a su vez, las reclusas y sus hijos reciban implementos de aseo personal, ropa y juguetes, entre otros.

“Esperamos que con esta iniciativa se mejore la calidad de vida tanto de las reclusas como de sus hijos y se pueda garantizar de ahora en adelante una vida más digna, especialmente en las etapas de maternidad y primera infancia dentro del centro penitenciario”, dijo la concejal Olga Victoria Rubio.

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