Bogotá

160 exhabitantes de calle pasaron del infierno de la droga a los salones de clase

Con libros y fuerza de voluntad, los exhabitantes de calle le dieron un giro a sus vidas.

Con  esfuerzo, dedicación y sobre todo fuerza de voluntad, 160 exhabitantes de calle de Bogotá se graduaron de primaria, bachillerato, artes y oficios varios, tras meses de estudio.

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Orgulloso de su logro,  Andrés Argemiro Gerena, de 32 años, exhibe su reconocimiento por excelencia académica, tras graduarse de bachiller y estudiar lencería navideña y Derechos Humanos.

Sin embargo, para alcanzar  este objetivo tuvo que luchar contra su más grande demonio: él.

“Cuando yo empecé a estudiar, hace un año, aún  estaba en calle. Andaba todo loco, con el pelo pegoteado y la cara sucia… Habían momentos que yo no quería ir a estudiar, porque me sentía mal y no tenía ninguna motivación”, recordó.

Sin embargo, cuenta que las aulas de clase le contaron de los hogares del Distrito, en cabeza de la Secretaría de Integración Social, en los que le podían brindar apoyo.

“Yo decidí ir a los hogares y seguir estudiando. En ese momento boté pipa, pegante y todo. Lo deshice de mi vida para siempre. Para mí personalmente fue muy duro, porque las ansias de consumir fueron tremendas en el salón de clase. Muchas veces yo me levantaba y me quería ir, pero siempre hubo algo que no me dejó renunciar”,  agregó.

Andrés se sumergió en el mundo de la calle desde los siete años y nunca pensó soñar tan alto como ahora, pues lo que añora es trabajar para poder “estudiar pedagogía reeducativa”.

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¡Si se puede!

Entre 30 y 120 horas de formación técnica recibieron los estudiantes, como es el caso de César Augusto Santana, de 54 años, quien consiguió graduarse de bachiller.

Dice que después de consumir durante 15 años, de los cuales habitó seis en la calle, las aulas de clase fueron lo mejor que le pudo suceder.

“Estudiar fue un tema de autoestima, de poder cumplir objetivos, porque a pesar de la edad que tengo lo logré y quiero ser un ejemplo para que las personas no tengan como excusa los años para dejar de hacer las cosas”, resaltó.

Cabe señalar que, en esta ocasión, los procesos educativos contaron con la participación de las entidades privadas y públicas, como aliados claves para el desarrollo de estas actividades. Entre ellas se destacan el Instituto Técnico Central La Salle, la UNAD, el Juan Bosco Obrero centro de capacitación y promoción popular en convenio con Cafam, la Biblioteca Virgilio Barco, el SENA y el Colegio Distrital Integrado de Fontibón.

En alguna de estas sedes Wilfredo López, de 44 años, alcanzó su diploma de bachiller, pero además consiguió terminar cursos de: en informática digital, inducción a la seguridad y facilitador terapéutico.

Hace un año inició esta travesía, de la que no se arrepiente, ya que gracias a su decisión esta Navidad será muy diferente a la del 2016.

“Durante 12 años estuve en la calle, pero este año decidí buscar ayuda.  Recuerdo que la pasada Navidad estuve muy mal, solo, con tristeza, dolor y angustia.  Pero ahora todo será diferente ¡voy a tener una Feliz Navidad!”, dijo.

Wilfredo sueña con seguir estudiando, para algún día  convertirse en psicólogo.

“Ahora estoy tranquilo, vivo en paz y pienso que nada es fácil, pero que sí se puede”, agregó.

Las historias Andrés, César y Wilfredo, junto con los demás graduados, son claros ejemplos de que aún en los momentos más oscuros siempre habrá alguna oportunidad.

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