Bogotá

“La violencia contra la mujer es una epidemia”: Gustavo Grueso

A ‘Pulgarcito’, como es conocido en el gremio de los moteros, el mundo se le cayó a pedazos cuando se enteró de la muerte de su hija, Tatiana Grueso. Ese mismo día también empezó su lucha por hacer justicia y se empoderó para hacer valer los derechos de las mujeres. Le agradece a los moteros que le ayudaron en los momentos más difíciles y asegura que el abandono del Estado con estos casos debe parar

¿Cómo han sido estos años después de la muerte de Tatiana?

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Este tiempo ha sido muy doloroso porque el Estado se olvida de lo que le pasa a las víctimas y las familias de un feminicidio. Tatiana fue asesinada de una manera atroz, pero a las entidades de este país parece que les gustara esconder lo que pasa.

El dolor y los problemas que se le vienen a la familia son grandísimos. A nosotros nos pasó que los hermanos de Tatiana se volvieron más rebeldes, hay un nieto que tiene un trauma de por vida y, a parte de eso, en ningún momento recibimos ayuda psicológica. Todos se olvidan de uno.

¿Qué reflexión hace usted como padre?

Como padre puedo decir que denunciar en este país no sirve porque las puertas siempre están cerradas. Es que en este país tienen que ver a las mujeres muertas para que les reciban una denuncia, para que las tomen en serio. ¿Cuántas mujeres en Colombia no son maltratadas a diario? Eso nadie lo sabe y como esto se está volviendo un hobbie queda ahí, no pasa nada. Si el Estado le prestara más atención a esas personas que denuncian este flagelo se podría evitar.

Igual hay que denunciar porque cuando maten a esa mujer que denunció, la familia tendrá un comprobante de que ella fue y habló. Muchas mujeres que ahora están muertas denunciaron, pero no sirvió de nada. El Estado abandona.

¿A qué se refiere con abandono del Estado? 

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No hay un trato adecuado para las familias, ni para las víctimas. Lo de Tatiana ayudó, increíblemente, para visibilizar todo lo que pasa con el maltrato a la mujer en el país. Ella sufrió tanto, porque fue torturada por su compañero sentimental, pero solo le prestaron atención cuando falleció, mientras el caso fue mediático y cogieron a este señor, pero después no les ponen atención.

Además, en Colombia pasa que las entidades incitan a los hombres a ser violentos porque no muestran una condena clara, no se respeta la ley y no tienen mano dura con esas personas que maltratan a una mujer. En este país no hay penas ejemplares y es que la violencia de género no puede ser vista como un delito común, esto es un epidemia porque vemos a diario que alguien apuñala, viola o mata y se sigue repitiendo ese ciclo.

El Estado da la espalda a las personas que piden auxilio frente a un caso de feminicidio.

¿Cree que hubo justicia verdadera en el caso de Tatiana?

No. Cuando todo eso pasó nos enfrentamos a una realidad muy dura, se vinieron encima muchas cosas que nunca pensamos que tendríamos que ver cara a cara. Nunca hubo una reparación ni siquiera económica, porque el abogado que defiende un caso de feminicidio le dice a uno que hay que poner un valor por el daño que se causó y así ese valor no tenga sentido, porque una vida humana no tiene precio, cuando lo ponemos, el victimario usa eso a su favor con la excusa de que va a salir a pagar y ahí empiezan las rebajas de pena. Ellos se benefician del dolor de uno de esa forma.

Para usted nunca hubo una verdadera reparación…

No, nunca la hubo, ni la hay.

¿En algún momento habló con Diego Murrilo?

Nunca. Lo vi por medio de un televisor en unas audiencias donde se reía de mí y de mi familia. Es ahí cuando uno se da cuenta que la justicia nos hace sentir como unos microbios, porque no puede ser que una persona que es capaz de hacer tanto daño no nos ponga la cara. Esa es una herida más que le abren a uno, en vez de sentirse apoyado por las instituciones siente total abandono. Uno se da cuenta lo que pasa en este país y por eso es más difícil perdonar.

Me consuela saber que él está en la cárcel, que no está libre, que está pagando lo que le hizo a Tatiana.

¿Qué pasó con su nieto?

Mi nieto lo tiene un tío, un hermano de la mamá de Tatiana, y cuando mi hija falleció él decidió hacerse cargo. Mi excuñado se ha hecho cargo de todo, le han dado la mejor vida posible, pero nunca hubo una ayuda psicológica de las instituciones y lo que se ha hecho ha sido con recursos propios, además del amor que le podemos dar como familia.

Usted decidió empoderarse y luchar en contra de la violencia de género…

Sí y no solo desde que mataron a Tatiana, desde mucho antes trabajaba en esto y como motero y presidente del ‘Club de motociclistas caminos por Colombia’ siempre hemos hecho una labor social, una de esas es proteger a las mujeres. Respeto por sobre todas las cosas a las mujeres y exijo respeto para ellas. Esto es cuestión de honor.

¿Cómo recuerda a Tatiana?

A veces voy a la tumba de ella y le canto, pero no creo en la justicia divina. Me acuerdo de Tatiana como una niña viajera, muy entregada a la gente, me acompañaba a todos los eventos que tenía y le gustaba compartir con los que ayudamos.

Era muy rebuscadora y trabajadora, pero creo que como padre fallé por no prestarle más atención a esas señales que daba como los estados de Facebook, en donde escribía que estaba triste y que la trataban mal. Esas cosas no las descifré a tiempo y no pude hacer nada.

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