Opinión

Es inhumano pretender que todas las sillas rojas sean para las mujeres

Mar Candela, ideóloga del Feminismo Artesanal, explica por qué es un absurdo la propuesta en el Concejo de Bogotá para que las sillas de Transmilenio sean sólo para mujeres: “La silla se cede a personas enfermas, discapacitadas, infantes y adultas mayores o con bebés, no por tacones”.

Me opuse en la Alcaldía pasada a la idea de vagones exclusivos para mujeres que propuso la secretaria de la mujer Martha Sánchez, y me opongo en esta Alcaldía a la idea de sillas solo para mujeres que propone el Concejo de Bogotá. ¿Cómo no lo pueden comprender? No entiendo en qué cabeza cabe la idea de que las mujeres debemos aislarnos para estar seguras. Un estado social de derecho donde todas las formas de ser mujer pueden vivir sin miedo, es un estado que no promueve normas y leyes sexistas y educa en perspectiva de género con enfoque diferencial.

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El proyecto de ley sobre la silla de Transmilenio que dicta que deben darles las sillas rojas a las mujeres es un error social, humanitario y sobre todo político.

La silla se cede a personas enfermas, discapacitadas, infantes y adultas mayores o con bebés, no por tacones. No «por ser mujer». Ley debe decir eso. Hago énfasis en toda mi autoridad moral, ética y de ciudadana para hacer un reproche al Concejo de Bogotá. Soy activista colombiana hace 22 años, con un trabajo social por los derechos humanos con énfasis en mujeres y niñas hace más de 10 años y abanderada del feminismo hace 7 años.

Desde IUS-GEN, centro interdisciplinario de pensamiento y acción iniciativa del movimiento ciudadano Feminismo Artesanal, venimos haciendo un trabajo social, humanitario, educativo y político desde tiempo atrás donde desde el feminismo y las masculinidades antipatriarcales buscamos una ciudad mejor para las mujeres, una ciudad donde las mujeres vivamos sin miedo, donde la responsabilidad de combatir la violencia sexual y el acoso sea un tema de ciudadanía integral y no la responsabilidad exclusiva de las mujeres.

Queremos una ciudad donde las mujeres podamos estar en la calle con la tranquilidad de que nadie va a responsabilizarnos de ser víctimas sin importar nuestra ropa, la hora en que estemos en la calle, nuestra personalidad, si vamos de pie o sentadas en el transporte público o cualquier otra excusa para justificar la violencia machista. Y este trabajo y búsqueda diaria de un país donde las mujeres y niñas vivan con la misma libertad y seguridad social que los hombres se ve amenazado con la idea absurda de cederle a las mujeres las sillas rojas del Transmilenio solo por ser mujeres.

¿En qué piensan concejales (as) cuando respaldan esta iniciativa tan absurda como peligrosa? Esta medida refuerza la idea de que nosotras las mujeres debemos aislarnos de los hombres para evitar ser vulneradas.

Cuando hacemos país para las mujeres por ahí derecho estamos haciendo un país más justo para todas las personas. Por muy bien intencionada que sea esta idea para proteger a las mujeres, esta norma es sexista y sigue segregando a las mujeres e imponiendo en nosotras la responsabilidad de cuidarnos de la violencia sexual y el acoso.

A nosotras las feministas nos han acusado falsamente de odiar a los hombres. De suponer que todo hombre es un abusador, acosador y violador per se. Y cuando se postulan estas leyes se refuerza esa mentira.

Nosotras las feministas no odiamos a los hombres por ser hombres y no creemos que todos los hombres sean potenciales violadores solo por ser hombres, como lo están haciendo desde el Concejo de Bogotá. Están diciéndole a la ciudadanía con esa norma que todo hombre es un animal salvaje incapaz de contenerse a sus intentos sexuales. Con esa norma el Concejo de Bogotá le dice a la ciudadanía que todo hombre es factor de riesgo para las mujeres.

Pido que en el Concejo asuman esa responsabilidad e informen a la ciudadanía y al país que de ninguna manera esto es una iniciativa aprobada por todos los movimientos sociales de mujeres.

Muchas personas en el Concejo, en el Congreso, en las esferas de poder político y en la ciudadanía en general acusan al feminismo de querer cambiar el mundo por “la munda”. Nos han ridiculizado a todas las feministas con este tipo de comentarios. Este imaginario es reforzado por el respaldo a esa medida. Nos exponen a mayor matoneo y persecución de parte de la ciudadanía tanto de parte de mujeres condescendientes con el machismo como de parte de hombres machistas que saben usar muy bien los errores del estado para responsabilizar a las feministas.

La sociedad en pleno, cuando se legisla normas absurdas “por el bien de las mujeres” afectando al resto de la ciudadanía, nos responsabiliza a nosotras de la ignorancia que existe en el poder político sobre la perspectiva de género con enfoque diferencial.

Mientras tenga voz, siempre exigiré al estado responsabilidad con cada medida que afecte a las mujeres. Suplico al Concejo de Bogotá, dejando al lado el orgullo que me caracteriza y en nombre de todas las colombianas que van a nacer en Bogotá, que no hagan posible esta norma. Las nuevas Bogotanas merecen una ciudad sin sexismo, sin segregación social a las mujeres, sin leyes que las hagan vivir con la responsabilidad de cuidarse a sí mismas. Una ciudad donde combatir el acoso callejero y la violencia hacia las mujeres no sea aislar a las mujeres de los hombres.

Le ruego encarecidamente al Concejo de Bogotá que no ignoren mi reproche. No cesaré en exigir de un modo o de otro que nos respeten como personas y no nos traten como a un problema que no tiene solución, el cual deben simplemente controlar y aislar para evitar que sea mayor.

Pido a concejales(as) educarse en perspectiva de género y enfoque diferencial para que tengan sabiduría a la hora de proponer iniciativas que afectan la realidad de las mujeres en la ciudad.

Pido que por favor no nos dañen de esta manera. No solo afectan a las mujeres y niñas que se supone quieren proteger, y en realidad las exponen a más segregación, humillación y mayores violencias sociales; afectan a miles de personas con verdadera condición especial que sí necesitan las sillas.

Yo he trabajado sin recursos del estado ni de la empresa privada por años, con las uñas, para educar y transformar imaginarios, y me siento directamente afectada por esta iniciativa del Concejo cuando respaldan iniciativas como estas sin ninguna consideración profunda de las circunstancias dadas y absoluto desconocimiento de la metodología sensata contra el sexismo, machismo y hegemonía sexual.

Todas las personas saludables sin distingo de género deben transportarse de pie mientras las sillas estén ocupadas por las personas con alguna condición especial. El Transmilenio es un espacio hostil para toda la ciudadanía en general, no solo para las mujeres.

Por: Mar Candela, ideóloga del Feminismo Artesanal / @femi_artesanal 

 

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