En el sector La Gaitana, en Suba, hay una Unidad Productiva de Reciclaje (UDER). Alejandro Mendoza, encargado de la parte operativa y vicepresidente de la organización RECOL, explica que “en este centro manejamos la compra del reciclador de oficio que hace la recolección, una preclasificación y, viene y lo vende. Lo pesamos en una báscula, tiene un comprobante de compra y en el segundo piso se le paga”.
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La UDER es una bodega grande en la que hay cartón, envase tetrapack, plástico de botellas, entre otros. “Todo este material se compra al por mayor y se clasifica. Está el vidrio, la chatarra, los aluminios, periódico y papel, cartón, bolsas. Aquí no transformamos nada, solo preclasificamos de acuerdo a los estándares de calidad del usuario final que son tipo de material, colores y origen. Se compacta y se despacha a las industrias. Por ejemplo, el vidrio se le vende a Peldar. Esta empresa pulveriza el elemento para volver a hacer nuevas botellas”, cuenta Alejandro.
¿Cómo se creó la UDER?
La Red de Organizaciones de Recicladores Ambientales – Dame tu mano, es una organización de segundo nivel, que fue fundada en el año 2008 y cuenta con el apoyo de la asociación Compromiso Empresarial para el Reciclaje (CEMPRE) que los vinculó con la Fundación Grupo Familia.
El proyecto principal de la Red Dame Tu Mano comenzó en mayo de 2012 con la obtención del Centro de Acopio, ubicado en el sector Gaitana, en la Localidad de Suba, y su principal objetivo es acercar a la organización a la industria que utiliza recursos reciclables como materia prima para sus productos. Algunas de las industrias con las que la Red tiene contacto son Cartón de Colombia, Peldar, Papeles Familia, entre otras empresas que consumen estos elementos.
Álvaro Nocua, el representante legal de la Red, explica que “normalmente, el reciclaje tiene unas cadenas de intermediarios desde el reciclador hasta la industria. El problema con ellos es que el valor de compra de material se distribuye en esta cadena. De esta forma, con la organización, los asociados pueden vender sus materiales a la misma asociación, quien se encarga de comercializarlos con la industria”.
“Esta bodega se abrió con unos precios que estaban regulados por la industria. Para mayo de 2013, los costos eran muy bajos. Por ejemplo, un kilo de cartón se compraba en 80 pesos, cuando la fundamos, se empezó a comprar a 160. La bodega tuvo un efecto regulador de precios que sirvió para mejorar la vida de los recicladores”, afirma Nocua.
En el gremio de recicladores, existen organizaciones de primer y segundo nivel. Las primeras están conformadas por recicladores de base y cuando estos grupos se unen, forman las segundas, conformadas por asociaciones, no por individuos.
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Las organizaciones de primer nivel nombran su representante legal y así se conforman la Junta Directiva de las organizaciones de segundo nivel.
Nocua explica que “el decreto 596 marca la pauta para que las organizaciones de recicladores se formalicen como prestadores del servicio público de aseo”.
El día a día
Jason Castañeda es reciclador y pertenece a la organización Solución Ambiental. “No tengo puntos fijos para recoger la basura. Trabajo por la mañana y por la noche. Todos los días tengo dificultades. Cuando abro la bolsa y sale la señora de la casa, y me pega la insultada más verraca. Intento saludarla y decirle que no pelee. Aunque hay gente que es buena gente y le saca a uno la bolsa, y le dicen tome muchacho. Algunos ven que uno está mojado y le dan un tinto. Todos los días no es lo mismo. A veces me traigo $10.000 pesos y al otro día $2.000”.
Para el reciclador Ricardo Caviativa, representante legal de la organización de primer nivel Asocarbonera, desde que cambiaron los caballos por carros manejados por ellos mismos, “la situación ha mejorado porque cuando nos tocaba ir a reciclar a la Colina o a Usaquén, de aquí de donde salíamos, de Lisboa o Santa Cecilia, el caballito llegaba cansado y de allá para acá traer las cosas era tenaz. Cuando llovía, se mojaba el material, nos mojábamos nosotros, el animal se tullía, nos tocaba desengancharlo, coger la zorra y jalarla”. Ricardo va a Guaymaral y tiene unos colegios fijos que le entregan la basura.
Álvaro Nocua explica que uno de los problemas que tiene la población recicladora en Colombia es “la falta de separación de la fuente. Todavía estamos muy lejos del compromiso ciudadano y del cumplimiento de la ley. Desde el año 1994, con la Ley 142, ya se habla de la obligatoriedad de separar los residuos. Desafortunadamente, a pesar de que existe la Ley de Comparendo Ambiental, no se aplica”.
Nocua agrega “el ciudadano sigue con la mentalidad de cumplir solamente con sacar la basura. En Bogotá, más del 70% de la basura va a un relleno sanitario cuando sería perfectamente aprovechable si las personas se comprometieran con dividir los elementos. Esto genera que la labor sea más difícil para el reciclador. Él solo debería hacer su ruta y recoger el material aprovechable. A muchos usuarios les molesta que se rompa la bolsa, pero se abre porque ahí están los elementos aprovechables”.
Luisa Piraján, otra recicladora que hace parte de Recol afirma que han cambiado muchas cosas. Ella empezó a trabajar desde los 15 años con su mamá. “La cuestión es cambiarle el chip tanto a las personas como al reciclador, debe ser una labor entre ambos. Si los recicladores solo se quejan, no se hace nada. Anteriormente, cuando era niña y abría una bolsa, me maltrataban. Ahora si yo llego con mi uniforme, el residente me entrega el material reciclable. Antes nos confundían con delincuentes y ladrones”.
A pesar de las dificultades, muchos recicladores creen que la labor ha cambiado y que son más reconocidos por el trabajo que realizan a diario. Además, ahora cuentan con más herramientas como leyes y organizaciones que les permite defender sus derechos.