«¡Pégueselo!, ¡pégueselo!» le dice Jonathan a Mario, jóvenes de 21 años, fumadores de marihuana desde los 12 y con más de 11 porros ‘metidos’ para las 4:00 p.m.
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Ambos decidieron participar de la «fumatón» que se desarrolló ayer en Bogotá.
Los ‘bareteros’, llamados así por la mayoría, se encontraron en el planetario a las 10:00 a.m. para meterse unos porros mientras caminaban hacia la Plaza de Bolívar protestando por la implementación del nuevo Código de Policía y en especial el artículo que se refiere al consumo de sustancias psicoactivas en espacios públicos como la marihuana, que acarrea una multa de $192.000.
En la Plaza de Bolívar de a poco se fueron acumulando las nubes de los porros de los grupos procannabis que participaron. «Aquí nos vamos a quedar hasta que se nos acabe la hierba», aseguró Alexis a PUBLIMETRO. «La verdad no me he leído todo el código, pero está muy pasado», añadió el joven de 18 años.
Sin asomo de policías y con letreros en la estatua de Simón Bolívar que exigían la legalización, todos siguieron fumando usando mangos, patillas y hasta máscaras para transportarse al mundo de la marihuana. Otros, miraban desde lejos extrañados por la reunión del porro en el centro de Bogotá.
Para Samuel, quien pide que se legalice la marihuana por completo, la vida no está en solo fumarse un ‘cachito’ porque “necesitamos educación y tenemos varios proyectos para concientizar a la población para que conozcan los beneficios de esta hermosa planta. Por eso le pedimos a los líderes políticos que nos escuchen, que nos tengan en cuenta a la hora de cambiar las normas que más que darnos libertad, nos cohíben”.
Los marihuaneros
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Los marihuaneros también se unieron a la protesta pidiendo respeto por la planta y su trabajo. “No sentimos ni culpa, ni pena, no es una apología, no obligamos a nadie a fumar, pero hoy nos dimos cuenta que muchos querían acercarse y se sonreían apoyándonos. Los marihuaneros hoy en día podemos ser la salvación de cada hogar, del país y del mundo con mucha paz y amor”, agregó Carlos, quien se ha dedicado a trabajar con el cannabis desde hace años de forma medicinal.
“Yo me fumo uno o dos porros al día, no necesito más”, comentó en medio de ‘pelados’ con ojos rojos e idos por los efectos de la planta en su sistema. Porros de todos los tamaños y hasta con sabores se vieron en la ‘fumatón’, una actividad que, aunque por ahora no afectó la implementación del código, si dejó claro que son miles de bogotanos los que se doblegan ante la hierba.