Bogotá

Los rockeros que fueron rescatados de las calles del Bronx

De ‘la L’, que fue la ‘olla’ más temida de la ciudad, salieron varios jóvenes que encontraron en la música una válvula de escape a la pesadilla que vivieron por años.

Mientras afinan las guitarras, Julio y Freddy hablan de cómo le van a dar la entrada a Camilo para el solo de We Will Rock You de Queen, la canción que eligieron para cerrar su presentación en el Hard Rock Café en Bogotá. Camilo no tiene miedo, la música lo apasiona, “doy mi vida por la guitarra, por la música. Al solo le voy a dar mi estilo”, comenta.

Freddy, quien tiene tatuado un micrófono en su cuello, también ama la música. Quiere dedicarse toda la vida a ella. Ya ha estado en tarima, pero los nervios se le notan, camina de un lado a otro, le da la bienvenida a los invitados, acomoda a sus compañeros y desde las mesas lo señalan. Se ha convertido en el anfitrión.

Eso sí, Freddy poco a poco ha dejado atrás el peso de haberse entregado a la droga por más de siete años y, peor aún, de haber convertido en su hogar al temido Bronx. Se arrepiente.

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Todos estos jóvenes salieron de la ‘olla’ luego de la intervención que se realizó en el sector. Buscando una oportunidad, y después de varios días, llegaron a La Rioja, un centro de rehabilitación del Idipron en el que reciben apoyo para su recuperación. Allí se encontraron con la música, su salvación.

Una nueva oportunidad

Eyder llegó desde Bucaramanga buscando ayuda en Bogotá cuando supo de la intervención del Bronx. No supera los 30 años, pero su rostro sí refleja el tiempo en el que se dedicó a consumir cocaína junto a su esposa, “lo perdí todo porque lo que ganaba lo invertía en droga. Pagaba todo con mi local de tatuajes en Bucaramanga, pero llegó un punto en el que hacía un tatuaje y lo que me pagaban lo compraba en cocaína”.

“Me gusta el metal y el black metal, eso me mueve. Yo soy un true”, comenta antes de subir al escenario y entre risas porque es el encargado de tocar la batería de We Will Rock You y Florecita Rockera, canciones que se eligieron en grupo para la tan esperada noche. “Esto ha sido todo un proceso. Tengo dos hijos, uno está con mis suegros y el otro con mi abuela, pero yo los llamo para saber que están bien y darme fuerzas. También busqué a Dios y él me ha dado ganas de vivir, de salir adelante, de dejar definitivamente las drogas”, asegura.

Eyder coquetea por todo el Hard Rock, le ‘pica’ el ojo a una de las vocalistas y sin miedo le dice que se casen. “Es que yo soy así, ‘mamagallista’, porque todas las mujeres me parecen hermosas. Un día si me gustaría encontrar alguna que me quiera como soy y que me ayude a superarme”, enfatiza.

Para Eyder ha sido un duro camino. Pasó de tener instrumentos musicales, CD de sus bandas favoritas y un local propio a perderlo todo por la cocaína. Lo único que guarda son las máquinas de tatuar y aún las usa, “tatuar me libera y lo que más me gusta es hacer cover up. A varios compañeros les he hecho tatuajes para olvidar esos amores que los hacen sufrir (risas)”, agrega.

Música para sanar heridas

Por estos días Camilo pasa una ‘tusa’ muy fuerte. “Mi novia me dejó, me hizo cosas muy feas. Eso fue hace tres días y no sé cómo me levanté y vine acá, pero es la música la que me ayuda. Es tan grande mi dolor que le escribí una canción”, asegura. Después de haber estado tres años con ella su relación terminó de la forma en que menos debía y ahora él se desahoga con la guitarra.

Lo mismo le pasa a Jhon a quien se le quiebra la voz al hablar del amor de su vida. “Ella es perfecta, pero yo le puse los cachos y la cagué”. Este joven de 22 años, quien vivió en el Bronx, se dedicó a componer para sanar sus heridas. Ya está limpio, trabaja en la cocina del Hard Rock y muy pronto podría pasar a la barra, se prepara para estudiar el otro año y asegura que lo único que falta “es que ella vuelva conmigo para que esta recuperación sea completa”.

A Camilo, el otro guitarrista, fue el amor el que lo llevó a entregarse a la droga. “¿Tú me puedes explicar por qué entre mejor nos portamos los hombres, y les rogamos, ustedes las mujeres nos rechazan”, me pregunta y añade “ella me dejó y por eso fue que duré tres años en la calle consumiendo bazuco”.

Camilo tiene 20 años y aún piensa en esa chica que lo dejó, “pero es que no he conocido a nadie más y sí me gustaría que una mujer se fijara en mí”. Aunque sigue con el corazón partido, logró dar el paso e iniciar una recuperación. Ya terminó el colegió y está estudiando un técnico, “mi sueño es ser diseñador gráfico y seguir tocando la guitarra”, agrega.

La hora del show

Los nervios se notan en sus caras. Mueven las manos desesperadamente, unos cantan para controlar la ansiedad, otros se abrazan y cuando los llaman para subir a la tarima sueltan una risa nerviosa. “¡Vamos, vamos!” dice Freddy, quien presenta a todos sus compañeros y explica el proceso del que han sido parte en los últimos meses.

La función inicia con Florecita Rockera, pasa por La Flaca, de Jarabe de Palo, y termina con la esperada canción de Queen. “Pocos podrán decir, entre esos nosotros, que estuvimos tocando en la tarima del Hard Rock. Pocos se dan ese gusto”, celebra Eyder.

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