Opinión

Un mirador con memoria

Esta semana Eduardo Arias nos recuerda la belleza escondida del Archivo de Bogotá.

Por: Eduardo Arias // @ariasvilla

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En el antiguo barrio de Santa Bárbara, al sur de La Candelaria y a espaldas del Palacio de Nariño, San Agustín y “los ministerios”, en un lote contiguo al proyecto Nueva Santa Fe de Bogotá, se encuentra uno de los secretos mejor guardados de la ciudad: el Archivo de Bogotá.

Curioso que un edificio tan grande, bien diseñado y que ocupa un lote tan vistoso, rodeado por una gran plaza, no sea muy conocido por los habitantes de la ciudad.

Cada vez que le digo a alguien que tengo un evento o una cita en el Archivo de Bogotá, o bien me preguntan “¿y eso dónde queda?” o lo confunden con el Archivo General de la Nación.

Pues bien, este edificio, este bien público de todos los ciudadanos, queda entre las carreras Quinta y Sexta, y las calles 6A y 6B. El edificio se planeó en 1997 y se inauguró el 6 de agosto de 2003, cuando la ciudad cumplió 465 años.

Allí se conserva y se cataloga parte de la memoria documental de la ciudad, pues está incompleta. Dos incendios ocurridos en 1786 y en 1900, y la destrucción indiscriminada de documentos a lo largo del siglo XX acabaron con buena parte de la documentación existente.

Por ese motivo, en el Archivo de Bogotá se busca salvar lo que aún queda. Allí se conservan los fondos históricos de las liquidadas Empresa Distrital de Transportes Urbanos y de la antigua Empresa del Tranvía Municipal. Posteriormente recibió la colección de documentos y estudios sobre Bogotá del Instituto de Cultura y Turismo. El Archivo de Bogotá se ha enriquecido con nuevas adquisiciones, convirtiéndose en un centro de documentación especializado sobre la ciudad.

Pero esta es apenas una de las funciones del archivo, en el cual también se desarrollan continuamente actividades culturales como foros, encuentros y exposiciones relacionados con la memoria de la capital.

No hace falta ser un gomoso de los documentos para disfrutar una visita al Archivo. Su generoso diseño, a cargo de la firma Juan Pablo Ortiz Arquitectos, invita a recorrerlo. Además, por lo general está montada alguna exposición digna de ser visitada, amén de la réplica del tranvía de que está en el gran vestíbulo de la entrada.

El edificio de varias plantas está en las estribaciones de Guadalupe, así que sus ventanales y terrazas ofrecen una vista excepcional del centro y del sur de la ciudad, así como de Guadalupe y Diego Largo (otros lo llaman el Aguanoso), que están enfrente, y también de Monserrate, que allí se ve bastante al norte.

Si usted quiere conocer un bello edificio y de paso admirar un panorama no muy habitual de Bogotá, no archive el buen propósito de visitar este poco conocido tesoro del corazón de la ciudad.

 

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