Bogotá

Los campesinos que alimentan a los bogotanos con productos innovadores

Alfonso Garzón y Johana Rico disfrutan de su vida en el campo, aprovechando que su granja que se encuentra a tan solo 20 minutos de la capital. ¿Su fuerte? Los productos 100% orgánicos e innovadores

Este viernes se celebra el Día del Campesino, lo que me animó a hablar con Johana y Alfonso sobre su labor en el campo, ubicada en el entre Bogotá y La Calera.

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No ha sido fácil. El camino ha sido largo hasta hace tres años cuando nació el proyecto con el Hotel Hilton, quienes les compran sus productos a un muy buen precio, lo que les permite continuar con su negocio.

“Yo varias veces estuve a punto de renunciar. Hasta que llega un momento en que las mismas cosas le van enseñando a uno. Hasta ahorita me enteré que necesitan música las plantas, por un señor que vino a visitarme”, me contó don Alfonso.

Ambos coinciden en que la clave es el amor y la dedicación. Me cuentan que para lograr llegar al estándar de calidad que se requería, por lo que tuvieron que tener amor y paciencia.

“Es aprender todo el tiempo porque yo no estudié nada de agronomía ni agricultura, todo ha sido así, aprendiendo. Ahora ya tenemos un invernadero más amplio para producir con mejor calidad porque los hongos, por ejemplo, requieren mucha asepsia”, afirma Johana.

Por su parte, don Alfonso me cuenta que “yo no les hecho ningún químico. Yo las consiento mucho. Yo entro y les hablo a las matas (…) Las matas se estresan y a veces, cuando está calentando mucho, cuando sube el termómetro sobre los 35 o 38 grados, les revuelvo azúcar, unas dos cucharaditas de azúcar al agua (…) para que se desestresen”.

Y es que han tenido que hacer grandes sacrificios, como dejar de salir o irse de viaje, para que sus cultivos estén siempre perfectos. De hecho, sus rutinas inician desde las 5:00 a.m. o 6:00 a.m. y son todos los días.

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“Hay producción todos los días, entonces todos los días se cosecha”, me cuenta Johana. Y don Alfredo añade que “no le queda a uno tiempo ni los domingos”.

En medio de Risas, don Alfonso me cuenta tuvo una mala experiencia cuando decidió irse de viaje un puente. “Yo dije listo, me voy para Guaduas el puente y que mi sobrina le de agua a las matas y llegué el lunes y tocó empezar todo de nuevo, ya no pude hacer nada”.

Nada diferente pasa con su familia. Johana, por ejemplo, me dice que cuando se ve con sus papás, su hermana o su novio, tiene que ponerlos a trabajar.

“Yo este año me he vuelto muy antisocial, porque no puedo ir a nada de lo que me invitan. Me da susto irme a pesar que tengo sistema de riego automático pero preciso pasa algo”, afirma.

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