Cada vez es más frecuente ver a varios bogotanos en bicicletas motorizadas y eléctricas. Este medio de transporte se ha convertido en una solución para combatir el tráfico y es una alternativa ante la poca demanda de buses en la ciudad. Sin embargo, con todos los beneficios que pueden otorgar, se han convertido, así como los bicitaxis, en un problema que pide una pronta solución.
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Según el concejal del partido conservador, Nelson Cubides, “se requiere urgentemente que el Ministerio de Transporte entregue la modificación del artículo 94 del Código Nacional de Tránsito, el cual dará los lineamientos para que esta modalidad de transporte circule por la capital con todas las medidas de seguridad y bajo todas las normas de tránsito, de manera que se preserve la vida de los ciudadanos que lo utilizan, de ciclistas convencionales y de transeúntes. Asimismo, es indispensable que la Secretaría de Movilidad, mientras tanto, ejerza los controles necesarios, sobre todo a las motociclas que funcionan con gasolina, pero también a las bicicletas eléctricas”.
Hay que aclarar que estas bicicletas no pueden rodar por las ciclorutas como una cicla común y corriente. Está prohibido porque ponen en riesgo la integridad de quienes transitan por allí, sin embargo, son muchos los bogotanos que las usan sin saber los riesgos que se corren.
Cifras de la Policía de Tránsito de Bogotá indican que en el 2015, 7259 personas, que se transportaban en ciclomotores y bicicletas eléctricas, fueron sancionadas como ciclistas. Esto es porque no hay una regulación que determine los lineamientos en cuanto a seguridad y circulación como medio de transporte.
El concejal, Edwin Arias, no piensa muy diferente, asegura que hay que “definir el tema técnico para unificar el criterio de regulación de las bicicletas eléctricas y motorizadas, porque a la fecha no es clara su reglamentación, además los usuarios de este tipo de vehículos deberían cumplir normas como tener luces delanteras, traseras, direccionales, espejos retrovisores y los elementos necesario de protección”.
Camilo Rahirant, biciusuario en Bogotá, comenta que no está en contra de las ciclas motorizadas, pero si cree que el distrito debe ponerles el ojo encima. “Si bien es cierto que muchos ciudadanos las usan, algunos no tienen las precauciones básicas para movilizarse por la ciudad. Se ven algunos sin luces o sin un casco y van a toda por las ciclorrutas; pienso que deberían andar por la calle, porque la velocidad que manejan no es la misma que una bicicleta sin motor”, añadió.
La otra cara de la moneda es que muchas personas adaptan las ciclas y les ponen motor de gasolina. Ante esta situación, el concejal Cubides denuncia que es muy grave lo que estos ciudadanos hacen al darse cuenta que no existe una norma que lo prohíba y entonces artesanalmente incorporan motores de dos tiempos a las bicicletas tradicionales, convirtiéndolas en un peligro inminente para quienes transitan por las ciclorutas de la ciudad.
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Según la Asociación Colombiana de Vehículos Eléctricos ya son más de 20.000 bicicletas eléctricas que circulan en la ciudad, esto sin contar las que artesanalmente son adecuadas con motores de dos tiempos.
Pero, ¿por qué se ha incentivado el uso de este medio de transporte? Según el concejal Cubides, “una bicicleta de este tipo está entre uno y tres millones de pesos dependiendo de su estructura. Los asesores que las venden aseguran que al ser considerada una bicicleta está exenta de pagar soat, matricula, pase e impuestos y que gracias a su estructura puede andar por las calles como si fuera una moto. Situación que enciende las alarmas; hoy existen cerca de 20 mil en Bogotá, pero en dos años podemos estar hablando de 50 mil, uno no entiende cómo aún no está regulado este servicio”.
Para los cabildantes, la seguridad de ciclistas y peatones está en riesgo, puesto que una de estas ciclas alcanza una velocidad de hasta 40 kilómetros por hora, de acuerdo con los asesores que venden este tipo de transporte.
PUB/PL