Los problemas de movilidad en Bogotá, como en cualquier capital del mundo, son bastante agobiantes para sus ciudadanos y administradores. Por supuesto, es la tarea de estos últimos encontrar varias soluciones para que no se convierta en algo tedioso y difícil de llevar.
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La actual administración distrital le está apostando a un metro elevado y al uso del transporte público masivo como TransMilenio, que para el alcalde Enrique Peñalosa es más eficiente que un tren ligero por la capacidad de pasajeros que puede transportar. Y tiene razón.
Pero es precisamente esta alternativa la que está en el centro de la discusión porque expertos en el tema aseguran que así como Bogotá necesita un metro, también menos TransMilenio y sí otras alternativas como el tren ligero o de cercanías para mejorar la efectividad en la movilidad.
Por eso no hay que confundir el concepto de tren de cercanías, al que Peñalosa le podría dar el visto bueno si se plantea un buen proyecto, con el tren ligero, pues hay que tener clara la diferencia entre ambos para poder hacer parte de la polémica.
Pero, ¿Qué diferencia un tren ligero de un tren de cercanías?. Hay que empezar diciendo que todo es un tema de infraestructura y concepción, pues “un tren de cercanías es el que acerca a municipios, o ciudades vecinas, a otra ciudad principal”, comentó Fernando Rojas, experto en movilidad.
En otras palabras, el tren de cercanías es muy similar al que vemos y conocemos como el tren turístico de la Sábana, en tamaño, pero con otro fin. Ahora bien, el tren ligero se centra en la ciudad y puede ser “un monorriel, un tranvía y tiene que ver más con una infraestructura más pequeña, vagones más pequeños, pero todo se trata de detalles técnicos y de envergadura”, agregó Rojas.
Con el tren de cercanías hay dos temas importantes: el primero es que la Nación tendría que intervenir teniendo en cuenta que acercaría a municipios como Chía o Zipaquirá con Bogotá; además habría que arreglar el tema de las vías férreas porque solo hay una, eso quiere decir que el tren entra o sale.
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“En ese caso habría que modernizar las vías y ahí si pensarlo como una alternativa que descongestione algunas partes de la ciudad”, agregó Rojas. Por otro lado, Fernando Montenegro, experto en movilidad de la Universidad Nacional, añade que sería bueno pensar en esta alternativa, “porque sí le conviene a Bogotá teniendo en cuenta el crecimiento que está teniendo la ciudad”.
Está la otra cara de la moneda y es el tren ligero, que para ambos expertos sería una alternativa clara y eficiente si se ejecuta de la forma adecuada. “TransMilenio mueve más pasajeros que otros modos similares de transporte, pero en condiciones que no son dignas y poco seguras. Por eso condenar a Bogotá que solo se mueva solo en TransMileniol es no ver que una ciudad moderna necesita de varios modos de transporte”, enfatizó Rojas.
Ambos expertos aseguran que el tren ligero podría ser un respaldo al sistema en el que se movilizan los bogotanos en la actualidad, pero hay que pensar muy bien en dónde y cómo se haría. “TransMilenio es un sistema eficiente por la cantidad de personas que mueve dentro de la ciudad, lo que pasa es que en distancias más largas es en donde empieza a tener problemas y por eso hay que pensar en otras alternativas”, aseguró Montenegro.
Las preguntas que valen la pena dejar abiertas son: ¿Es necesario condenar a los bogotanos a solo usar TransMilenio? O ¿Se podrían tener en cuenta otras alternativas, bien pensadas y ejecutadas, para mejorar la movilidad en la ciudad?.
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