Después de 30 años de explosivo crecimiento, la segunda mayor economía del mundo está desacelerando su ritmo de expansión.
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China empieza el año con un panorama de comercio internacional incierto, con sus exportaciones en terreno empedrado y su moneda depreciándose.
Y los últimos indicadores de producción industrial, consumo e inversión extranjera no han entusiasmado mucho a los mercados, mientras aumenta la incertidumbre sobre el futuro del gigante asiático.
Los economistas consultados por BBC Mundo, por ejemplo, plantean que este año será clave para las reformas que está impulsando el gobierno de Xi Jinping con el fin de empujar una transición hacia un modelo de crecimiento con mayor apertura y bajo un férreo control político centralizado.
China ha puesto gran parte de su esfuerzo en aumentar la demanda interna y permitir la expansión de empresas privadas.
Y, en el mediano plazo, su plan "Made in China 2025" pretende acelerar el desarrollo tecnológico, especialmente en áreas como la inteligencia artificial, aviación y la industria del transporte.
Pero el camino que se ha trazado la nación asiática presenta tantas oportunidades como amenazas.